miércoles, 24 de marzo de 2010

STEVE McQUEEN (1930 - 1980)




Treinta años sin el magnífico McQueen: personalidad avasalladora aunque no fuera niño bonito. Entre mis recuerdos gozosos está "El gran escape" (The Great Escape, Sturges, 1963), en el Cine Juárez, que era larga pero entretenidísima para mis ojos de niño. Luego vino "Desliz de una noche" (Love with the Proper Stranger, Mulligan, 1963) donde también salía mi adorada María de "Amor sin barreras" (West Side Story, Wise & Robbins, 1961), o sea Natalie Wood, en un melodrama estupendo (en glorioso blanco y negro) acerca de una muchacha que le informaba a un músico desempleado que estaba embarazada por haber tenido relaciones casuales. Esto fue en el Cine Elizondo, por los mismos tiempos en que a pesar de corta edad tenía permiso por parte de mis padres para ver audaces películas (ese tema en 1964, cuando se exhibió aquí en Monterrey era "too much").Ahora, gracias al DVD puedo recuperar esas imágenes aunque siempre añoraré la magnificencia del Juárez donde podía verse perfectamiente bien desde cualquier asiento o los adornos orientales del Elizondo con su extraordinaria capacidad. "Papillon" (Schaffner, 1973) la pude ver en Laredo, Texas, antes de que ir a la frontera fuera como ir a la guerra, en una sala chiquita pero acogedora. Esa es una de las maravillas del cine: su relación con momentos entrañables de nuestras vidas. Esas son las herencias de las personalidades del cine: conectarnos con esas maravillas mencionadas por lo que se forma un círculo nada vicioso, simplemente pleno de felicidad. Gracias al querido McQueen con sus otras tantas películas: debíamos recordarlo.