Sobre todo cine, efemérides y mucho más: inquietudes que deseo compartir... luego, el infinito.
domingo, 19 de junio de 2011
MALICIOSO
LA NOCHE DEL DEMONIO
(Insidious)
2010. Dir. James Wan.
El mal siempre acecha, nos asegura James Wan en sus películas. Si en “Juego macabro” (Saw, 2004) era el justiciero Jigsaw quien secuestraba y torturaba a personal con malos instintos y en “El títere” (Dead Silence, 2007)era el fantasma de la ventrílocua Mary Shaw quien se perpetuaba por venganza, ahora tenemos al matrimonio conformado por Josh (Patrick Wilson)
y Renai (Rose Byrne)que se han mudado a una gran casona junto con sus tres hijos: Dalton, Foster y una bebé. Comienzan a suceder cosas extrañas. Luego de subir al ático, el pequeño Dalton entra en un inexplicable coma. Pasan tres meses y Renai es testigo de que hay presencias terribles rondando a su hijo. Todo llega al grado de necesitar mudarse nuevamente de esa casa. Sin embargo, en la nueva morada, continúan los extraños fenómenos. La madre de Josh (una nostálgica Barbara Hershey) busca a una vidente (Lin Shaye) que explica que Dalton anda perdido en un viaje astral y otras entidades (entre ellas, el mismo demonio) quieren ocupar su cuerpo. Josh tenía ese mismo don (de realizar viajes astrales) y tiene que, por lo tanto, ir en busca de su hijo.
La cinta (en ingles se llama “Insidious” que en español es algo, una enfermedad o una persona, que bajo una apariencia benigna oculta algo grave o malicioso) inicia como película de casa poblada por malos espíritus, pero pronto, muy pronto, nos damos cuenta que se sale del cartabón. Wan es excelente para diseñar atmósferas y nos permite, como espectadores, compartir los miedos de Renai cuando nos hace ver (y asustarnos con esto) a los espíritus, a los fantasmas, al mismito demonio. Hay situaciones ya conocidas: ruidos en el ático; objetos que se mueven inexplicablemente, puertas que se abren sin que haya alguien corpóreo detrás o dentro de ellas. Luego está la variante: al mudarse de casa, siguen las ocurrencias espeluznantes. Como dirá la vidente: no era la casa, sino el cuerpo comatoso, lo que provocaba el interés del mal. Y esa atmósfera de pesadilla (como el sotano aislado de “Juego macabro”
y la casa mórbida de “El títere”)
sigue adelante con el viaje que realiza Josh por lo que sería la antesala del infierno. Una bondad del guión es que comprendemos sutilmente los pecados de las almas en pena que las motivan a andar en busca de una siguiente oportunidad para sembrar la maldad.
Este guión nos remite a las viejas películas de terror. La mudanza de casas que no evita las acechanzas y amenazas. La narración, dentro de la cinta, de un sueño, que nos recuerda lateralmente al mejor Buñuel, a Bergman, a Hitchcock, a Bava. Los diversos finales que no lo son, porque siguen adelante y dan la pauta para imaginar el horror que continuará: el mal permanecerá entre nosotros en la forma de tantas posibilidades que van desde el crimen cotidiano hasta la contaminación atmosférica. El reino de la metáfora universal a través de la relectura de películas que primitivamente sólo querían asustar; ahora son pesadillas cotidianas y hay que plasmarlas en el celuloide.
La película tiene una presencia fantástica en Lin Shaye (actriz usualmente secundaria a quien puede verse desde la original “Pesadilla en la calle del infierno” hasta “Critters” con sus monstruitos peludos o “Serpientes a bordo”).
Aquí sale como la vidente Elise y es quien va dirigiendo ese viaje astral hacia lo desconocido. Leigh Whannell, guionista en esta cinta (lo mismo que actor en “Juego macabro”) aparece como uno de los ayudantes de la psíquica y es quien da ciertos toques de humor a lo que es una cinta verdaderamente seria e inteligente.
Ahora bien, no he mencionado otra película, magnífica, del propio James Wan llamada “Sentenciado a morir” (Death Sentence, 2007)
porque sucede en el ámbito real: un padre de familia (Kevin Bacon) es testigo de cómo es asesinado su hijo por un pandillero. Ante la ineficiencia de la justicia decide tomársela por propia mano. No se aleja de su tesis: nuevamente es la inocencia ante el mal acechante. El jovencito estaba en una tienda de conveniencia cuando llega el bruto asesino para demostrar que es hombre y merece entrar a una pandilla por medio de un crimen. Es lo que uno busca en el cine contemporáneo: talentos que tengan un discurso establecido, lo defiendan y lo discutan a través de sus películas. James Wan es un gran director.