sábado, 24 de septiembre de 2011

LA MUERTE ANTICIPADA


DESTINO FINAL 5
(Final Destination 5)
2011. Dir. Steven Quale.


Hay una convención temporal que viene a ser la clave de esta nueva incursión en una franquicia exitosa y emocionante. La fórmula ya es harto conocida desde la primera cinta donde un grupo de adolescentes (o jóvenes adultos) se reúne para disfrutar o vivir de algo en comunidad. Uno de ellos tiene una premonición de desastre por lo que se altera y exige a los demás que no sigan adelante. Algunos se salvan porque la visión resulta ser cierta. Quienes sobreviven le han ganado a la Muerte, aunque sea parcialmente porque ella es implacable y no perdona. Luego empezarán a caer uno tras otro, usualmente en el orden en el cual morían dentro de la premonición, aunque de otra manera.

En la primera película (James Wong, 2000) la visión ocurría dentro de un avión que llevaba a varios estudiantes a un viaje de estudios a París.

La siguiente (David R. Ellis, 2003) sucedía en una carretera.

La tercera (James Wong, 2006) tenía lugar en una montaña rusa.

Posteriormente (David R. Ellis, 2009) era en una pista de carreras donde los espectadores eran las víctimas.

Ahora todo sucede en un puente colgante que está en reparación.

Los ocupantes de un camión se dirigen a un seminario de estudios, organizado por la compañía donde laboran, por el fin de semana. Uno de los jóvenes empleados, Sam (Nicholas D’Agosto)
es quien tiene la visión. Logra salvar a otros seis compañeros y al jefe de la oficina.

Después comienzan a ocurrir las muertes sucesivas y en orden. Reencuentran a un personaje recurrente desde la segunda cinta que es el oficial encargado de recoger cuerpos para la Morgue (Tony Todd)
quien les comenta que si acaso alguien puede ocupar su lugar, tal vez la Muerte les permita sobrevivir. Esto produce una gran impresión en uno de los sobrevivientes que intentará llegar al asesinato. No puedo comentar más sin revelar cuestiones que echarían a perder sorpresas, sobre todo al final, que es lo que le da mucho sentido a esta cinta que se convierte en círculo perfecto.

El director Steven Quale
debuta en el largometraje profesional con esta película luego de haber trabajado como supervisor de efectos especiales o asistente de dirección en cintas como Avatar o Titanic. En esta edición de la franquicia el ritmo de la cinta es diferente. Fuera de una secuencia que ofrece pistas falsas (angustiantes para el espectador), las muertes se van realizando de manera rápida y efectiva. La sorpresa es impactante por inesperada y no hay mayores concesiones. Hace bien su trabajo pero se extraña la mano contundente de Wong y el cinismo de Ellis quienes alternaron en las cuatro cintas previas, impartiendo un tono definido como les he comentado.

Quienes somos apasionados indiscutibles de este género, lo defendemos cuando hay inteligencia de ejecución y elaboración de guión. La lógica no existe desde el momento en que se parte de la venganza de una entidad ignota que nosotros hemos corporizado con el tiempo pero que es una de las etapas naturales en cualquier ser viviente: el morir. Es el sentido de entretenimiento y la oportunidad de escape, aparte del juego con nuestras emociones, como catarsis en estos tiempos violentos, para que deseemos aceptarlo: ¿por qué entonces se siguen haciendo secuelas y antecedentes? Algo tienen y hay que verlo...