jueves, 28 de febrero de 2013

PASIÓN POR ENCIMA DE TODO

ANNA KARENINA
2012. Dir. Joe Wright.

 
            Igual que el todopoderoso Sam Mendes cuyas películas le han salido redonditas (desde Belleza americana hasta Operación Skyfall), estamos ante el caso de Joe Wright que solamente necesitó presentar su admirable versión de Orgullo y prejuicio (2005) para dejar en claro su magnificencia, sobre todo al traer al presente el mundo de Jane Austen con un gran sentido de modernidad.
 
 
Ahora, con su quinto largometraje, Wright vuelve a impactar con una enésima versión de la novela de León Tolstoy al ofrecer una visión muy peculiar, teatralizada, en un espacio que le sirve para dejar claro su estilo de disección de personajes.

           
            Ya es harto conocida la historia de Anna (Keira Knightley), esposa del político Karénin (Jude Law), que se apasiona enloquecidamente con el militar Vronsky (Aaron Taylor-Johnson), sin importarle el deshonor ni la pérdida de estatus. Confiesa al marido que espera el hijo de otro y va descendiendo en el remordimiento y la conciencia de ser la amante, lo que la lleva a tomar una trágica decisión.  Anna representa a la pasión desbordante impulsada por el deseo y la necesidad de dar rienda suelta a una libido limitada por la edad de su marido mayor en edad, que la somete a una relación sexual rutinaria.

 
            Sin embargo, lo que más importa en esta adaptación del dramaturgo Tom Stoppard es el sentido de teatralidad y cercanía. La cinta fue filmada en un espacio delimitado con telones, escaleras, paneles que, como si fuera un espacio escénico, va cambiando con meras manipulaciones de dichos elementos. De esta manera se tiene una cercanía con estos personajes de una Rusia todavía zarista y plena de elegancia sensual. Es la visión de los poderosos y se muestra, a través de todos los personajes, un fresco general de formas de ser y actuar. Del mismo modo, los actores fueron entrenados con una coreografía que da flexibilidad, suavidad y delicadeza a sus movimientos. Hay una secuencia de baile estilizado que no se siente lejano ni distinto de la cinta ante la forma de sentarse, entrar a un cuarto, acostarse, por parte de los actores.

 
            Uno pensaría que estamos ante una historia pasada de moda, luego de haber sido filmada al menos una quincena de veces desde los años diez en diversos países. Greta Garbo la interpretó tanto en cine silente (1927)
como en cine sonoro (1935)
y como novela es considerada entre las mejores jamás escritas. Anna es un personaje único que decide ser honesta consigo misma sin detenerse a medir las consecuencias de una sociedad hipócrita. Es el retrato de la casada infiel o, más bien, de la perfecta infiel que, por desgracia, debe sucumbir ante las leyes morales.
 


            La película es una delicia visual y el reparto es demasiado atractivo. Knightley ofrece otro personaje mostrando su versatilidad. Law acepta que ha entrado a la cuarentena, la calvicie y ya no es el joven rebelde de, por ejemplo, “Wilde” (Gilbert, 1997).
 
         Aaron Taylor-Johnson, luego de sus personajes tan disímbolos (“Salvajes” de Oliver Stone, por ejemplo) es ahora el joven seductor con ojos azulísimos y facciones delicadas. Y así podría seguir con el resto del ensamble artístico (¡y escribir más!, ¡el tiempo me mata por el momento!), pero Ud. tendrá la oportunidad de descubrirlo todo. ¡Una cinta gloriosa!

miércoles, 20 de febrero de 2013

PRIMERO, LA FAMILIA


DURO DE MATAR 5: UN BUEN DÍA PARA MORIR

(A Good Day to Die Hard)

2013. Dir. John Moore.
 

            Una de las franquicias más exitosas y satisfactorias en el cine norteamericano desde 1988 es Duro de matar: el personaje del detective John McClane (Bruce Willis, siempre soberbio) es cínico, arrogante, descuidado, pero pendiente de su familia. La primera y segunda películas lo mostraban salvando a su esposa de terroristas (primero un edificio, luego un avión a punto de aterrizaje); en la tercera sufría de alcoholismo que lo alejaba de familia y trabajo hasta que un villano lo ponía en circulación; la siguiente entrega tuvo que esperar doce años (2007) para que McClane apareciera viejo, calvo, con una sorpresiva (para el público) hija ya jovencita, adecuándose a la tecnología. Ahora ha retornado buscando reencontrarse con otro inesperado (para el público, nuevamente) hijo Jack (Jai Courtney) del cual ha vivido alejado por viejas rencillas debidas a la ausencia del padre cuando era pequeño: es un fortachón veinteañero, agente de la CIA, trabajando en Moscú.
 

            John viaja hasta Rusia con la finalidad de hacer las paces y descubrir la verdadera actividad del joven. Se ha enterado que está detenido y llega precisamente el día en que será sometido a juicio junto con un exmillonario, víctima de un ambicioso ministro, del cual el primero posee evidencias que podrían hundirlo. Ocurre una serie de explosiones, Jack escapa con el otro acusado para que casualmente McClane se encuentre en el exterior del juzgado. Jack lo desprecia, pero luego tiene que unir fuerzas cuando es acosado por gente del ministro que da lugar a fieras explosiones, destrucciones masivas y todas las maravillas que el buen cine de acción nos brinda con efectos especiales. A lo largo de la cinta se revelarán sorpresas, personajes que aparentan ser una cosa que no son, pero que servirán para ir acercando emocionalmente a padre e hijo.

 
            McClane sigue su saga familiar. Se pone en el camino del peligro para que le sucedan tantas cosas inverosímiles que si fueran tal cual en la vida real, ningún hijo de vecino podría sobrevivir. No obstante, la idea principal de la franquicia es la motivación del personaje centrada en el mundo familiar. La tercera entrega, donde la familia no ocupaba el centro de atención, mostraba a un McClane decadente, sin alicientes para seguir adelante: se convertía en el héroe que salvaba a la sociedad a cambio de la ausencia de esposa e (ahora lo sabemos) hijos. En esta película, los pocos momentos en que la acción se detiene sirven para enfatizar en el rencor del muchacho, hasta que los hechos mismos le convencen de la grandeza del progenitor y su propia terquedad se doblega para volver a levantarse: de tal padre, tal hijo.
 

            La cinta revive indirectamente los hechos de Chernobyl. Subraya, luego del paso de los años, un error que nunca se aclaró transparentemente y provocó en casa (la propia Rusia) una hecatombe: demostró la fragilidad en que vivimos gracias a la estupidez del hombre, aunque se inserta algo que sabemos debe estar dentro de esa supuesta verdad: la ambición. Contrasta el heroísmo de padre e hijo norteamericanos con la veleidad y audacia de padre e hija rusos. No puedo comentar más sin revelar situaciones clave de la película. Sin embargo, es ese sentimiento paternal-filial lo que le da sentido a una cinta de acción que muestra a personajes que son víctimas de circunstancias ajenas a ellos. De ahí que el director indicado era el irlandés John Moore.

 
            Luego del oficial de la naval que desobedecía órdenes para salvar a un compañero atrapado en territorio de guerra (Detrás de líneas enemigas, 2001)
el equipo de petroleros y profesionales que quedaban varados en el desierto luego del estrellamiento de su avión (El vuelo del Fénix, 2004)
los padres del niño que es la reencarnación del diablo (La profecía, 2006)
el detective que buscaba al asesino de su esposa e hijo para convertirse en sospechoso inesperado (Max Payne, 2008)
se tenia a la persona indicada para manejar a un padre alejado de su hijo que entra en un juego de apariencias y busca una trama de denuncia social.

 
            Willis aparece tan encantador como siempre, cínico que provoca la risa, irónico aún dentro del peligro extremo, consciente de su calvicie que siempre fue prematura (todavía no llega a los sesenta años).
Jai Courtney, a quien habíamos visto en la primera parte de la atrevida serie australiana para la televisión Espartaco muestra presencia y versatilidad: es otro personaje completamente diferente al que lo dio a conocer y llevó a este rol protagónico que debe augurar más cine de acción.
En un rol incidental, recordando a la entrega previa donde apareció como hija amenazada de Willis está Mary Elizabeth Winstead (la Mary Todd Lincoln, de Abraham Lincoln, cazador de vampiros o la heroína amenazada de La cosa y Destino final 5).
Estamos ante la acción que entretiene, los usuales efectos especiales de destrucción, pero más que nada, ante un retrato de familia en estos tiempos cuando la sociedad norteamericana resiente tantos conflictos humanos. Taquilla que no está peleada con la calidad, ni el discurso interesante, ni el gran entretenimiento. Churro para los exquisitos: tómense un chocolatito.
 

domingo, 3 de febrero de 2013

EL PLACER DE VER A LA GENTE ENVEJECER



EL EJECUTOR
(Bullet to the Head)
2013. Dir. Walter Hill.

         Sylvester Stallone aparece como Jimmy Bobo, un pistolero a sueldo que cae víctima de una trampa: mata, junto con su compañero Louise (Jon Seda) a un ex policía que se ha apoderado de los secretos de un corrupto poderoso de Nueva Orleans. Éste, a su vez, pide que asesinen a los pistoleros: Louise sucumbe mientras que Jimmy se salva. A partir de este momento, su meta será la búsqueda y exterminio de su rival. A su vez, un detective  Taylor (Sung Kang) busca al asesino del ex policía.
 
 
La cinta nos lleva por momentos oscuros a través de una narración magistral: la primera secuencia es prácticamente de las últimas previas al desenlace, solamente que con alto contraste y falta de color. El diálogo nos dice que a un policía se le ha salvado asesinando a otro policía. La película nos muestra las diferencias entre ética y moral con una trama basada en una novela gráfica francesa, se denuncia la corrupción policiaca, el juego sucio de los poderosos y los personajes que, a pesar de su rudeza (y dureza) mantienen un poco de sentimentalismo que les redime.
 
 
Aquí vuelve a mostrar su atención hacia el héroe vuelto aparente criminal, aunque nunca mata mujeres ni niños. Siempre sus víctimas serán perversos o culpables comprobados para que se cumpla la justicia del hombre. Otra odisea dentro de un laberinto para llegar al villano superior. El hombre que es moralmente congruente y cumple sus promesas: “Te voy a matar” significa precisamente eso.

Es una cinta del maestro Walter Hill
 
 a quien le debemos “El peleador callejero” con un Charles Bronson rudo, equiparable al héroe de esta cinta (cuya acción también sucedía en Nueva Orleans, pero en 1933)
 
o “El conductor” con atmósferas tan oscuras. También fue el creador de “Los guerreros” (The Warriors), lectura contemporánea de “La Anábasis” de Jenofonte ya que era una expedición a través de la noche contra los enemigos entre pandillas de Nueva York
 
o “Calles de fuego”, otra versión sobre antiguas épicas que nos traen de vuelta a los grandes clásicos griegos.

La cinta denuncia la corrupción policiaca y la alianza con los poderosos. Qué mejor momento que el que se vive mundialmente con el trastocamiento de los ideales morales y la perversión de los valores. Uno siente que se encuentra en el medio ambiente universal. Una fábula de nuestro tiempo contada de manera directa, sin concesiones y cumpliendo con sus fines sin retrasar los hechos.

Jimmy Bobo es un criminal de carrera. Ha iniciado sus latrocinios desde la juventud y eso sirve como pretexto para mostrar diversas fotos de Stallone
 
desde que apareció en “Rocky” hasta nuestros días: lo vemos envejecer en pantalla ya que ahora, a los 66 años, sigue menudo (siempre ha sido de estatura mediana), con sus cirugías que ya no engañan, su piel ajada, pero la musculatura en su lugar y el papel de héroe, intacto. Es un placer verlo envejecido en un papel justo que nunca pierde la dignidad y que se da cuenta que, al final de la vida, más vale disfrutar de aquello que le puede dar sentido: en cualquier momento se puede morir.

Y se cuenta con un reparto secundario de primera clase: Sung Kang, actor usual en las cintas de Justin Lin (“Rápido y furioso”, por ejemplo),
 
como el noble detective Kwon, así como Jason Momoa, el segundo “Conan” que ahora aparece como villano espléndido.
  

“El ejecutor” ha sido bastante subestimada por la mayoría de la crítica convencional y calificada como “torpe” o “churro” por gacetilleros. Es una de las mejores películas que han surgido del cine norteamericano en lo que va del año y que marca el retorno, luego de una década de uno de los genios del cine surgidos en los años ochenta. No es para palomeros que quieren la acción por la acción y solamente buscan la “arrachera”.