CLUB
SANDWICH
2013. Dir.
Fernando Eimbcke.
Luego de sus desesperantes Temporada
de patos y, sobre todo, Lake Tahoe, el realizador Eimbcke ofrece una cinta más
entrañable y menos estática acerca de las etapas de la vida: una madre soltera
que descubre, en unas vacaciones, que su hijo adolescente comienza a alejarse
de su mirada y su cuidado. Paloma (María Renée Prudencio) está con Héctor
(Lucio Giménez Cacho), su hijo quinceañero en un hotel de Oaxaca. Es temporada
baja por lo que están prácticamente solos en el lugar. Pasan el tiempo en la
alberca, comiendo, poniéndose crema protectora, durmiendo. Cierto día llega Jazmín
(Danae Reynaud), otra adolescente, con su padre paralítico y una enfermera. Al
principio tímida, luego se acerca a Héctor, quien dormido se ha quemado al sol.
Lo invita a su cuarto para aplicarle humectante y así inicia una relación,
primero inocente, luego, ligeramente sexual, ante el asombro y la tristeza de
Paloma.
En un lapso corto, Eimbcke narra los
cambios naturales en las personas y la necesidad de irlos aceptando, ya que la
vida es así. Del niño protegido surgirá el jovencito con necesidades que su
mismo desarrollo le exige. En este caso es la sexualidad incipiente: las
masturbaciones o los sueños húmedos. De los juegos de cartas o de mesa que en
un día disfrutan madre e hijo, además de otro ritual con las manos (piedra,
papel, tijera), inicia el alejamiento, las vueltas de Héctor al cuarto de
Jazmín o viceversa donde hay tocamientos (ella es un año mayor que el
muchachito).
Y esa es la cualidad de la película: que en poco tiempo
(apenas hora y media) nos muestra el momento de ruptura entre madre protectora
e hijo pequeño para transmutarse: ahora serán madre amorosa e hijo
independiente en sentimientos, emociones, carnalidad. Son las vacaciones del
metafórico club sándwich: tres piezas de pan. A diferencia de las otras cintas
mencionadas, Eimbcke no abusa tanto de los planos fijos (aunque no los
abandona) y la cinta va fluyendo en trama y situaciones por lo que atrapa la
atención del espectador quien es cómplice en este despertar de un proceso
humano.
Otra cara del niño que se va tornando hombre tal como nos
lo mostraba de manera dramática y frustrante el episodio de Manuel Michel en Viento
distante (1964), o divertida y satisfactoria en Anoche soñé contigo (Sistach (1992): una consecuencia esperada ante la sexualidad del siglo XXI que se
enfoca de otra manera y le da mayor libertad al adolescente. Giménez Cacho no es carismático pero transmite
esa aberrante actitud del adolescente terco y callado al cual dan ganas de
golpear. Hay apariciones momentáneas de dos excelentes actores: Enrique
Arreola, arielado pero siempre menospreciado porque no tiene facciones de
galán, y Carolina Politti, más dedicada al teatro.
CHICOS Y
GUILLERMO ¡A COMER!
(Les
garcons et Guillaume, à table!)
2013. Dir.
Guillaume Gallienne.
Gallienne, actor de La comedia
francesa, ha filmado su autobiografía como adolescente y joven, interpretándose tanto a él mismo como a su madre. En forma de teatro dentro del cine, Guillaume
recuerda que era tratado de manera distinta en el seno de su familia y en el ámbito escolar. Con tono
fársico, narra cómo todo mundo lo consideraba homosexual cuando su único pecado
era odiar los deportes, amar el arte, ser algo afeminado. Orillado a definir su
sexualidad, pasa por diversas experiencias que lo llevan a descubrir que
simplemente fue víctima de las circunstancias: seguir los dictados de la
sociedad y luego darse cuenta que era un heterosexual de closet. Muy divertida
y bastante ligera.