martes, 26 de mayo de 2015

POLVORA MOJADA


TOMORROWLAND: EL MUNDO DEL MAÑANA
(Tomorrowland)
2015. Dir. Brad Bird.

         Un mensaje de optimismo que produce Disney utilizando uno de los mundos que se viven en sus parques temáticos. Nuestra disposición hacia la destrucción se debe a una señal que nos envía un ser malvado desde otra dimensión de tiempo y espacio. Dos seres escogidos entre los habitantes de nuestro planeta serán quienes deberán destruir esa mala influencia.

Casey Newton asombrada en el mundo del mañana


         No obstante, para llegar a ese punto, la cinta utiliza una narrativa fragmentada que sucede en dos tiempos: en 1965 durante la Feria Mundial donde el niño Frank Walker tiene la oportunidad de ser transportado a la fabulosa tierra del mañana y 2014 donde la inteligente Casey Newton es otra de las seleccionadas. El espectador se desconcierta ante la falta de otros elementos que aclaren lo que está ocurriendo pero pronto se despejará la incógnita.

Casey (Britt Robertson) en su primera
incursión falsa en un mundo fabuloso


         No obstante, la cinta despega tarde. A pesar de que uno está con la mirada incrustada en la pantalla porque el ritmo es excelente y hay seductores efectos especiales o los personajes son entrañables, algo está mal o incompleto en la película. Cuando se va a llegar al cierre de la trama surge un mensaje que denuncia la irracionalidad humana que, a pesar de saberse en peligro, sigue adelante destruyendo al planeta y, desgraciadamente, uno lo siente como discurso apagado e inútil, tardío. Una secuencia intermedia, más adelante, entre el ya viejo Frank y una encantadora robot, apenas logra conmover, pero el final es plano.

George Clooney, Britt Robertson, Raffey Cassidy y Hugh Laurie
son protagonistas y antagonista (el último) en esta ficción


         El mensaje de optimismo resulta ser pólvora mojada. Uno lo resiente porque el realizador Bird ha demostrado su talento (Los increíbles en animación o la estupenda Misión imposible: protocolo fantasma en acción viva). Cuando uno entra a Disneylandia (o cualquiera de sus variantes en el planeta) se olvidan las maldades del mundo: todo es blanco, maravilloso, ingenuo, o sea un gran engaño sobre la realidad aunque por unas horas nos inunde con su efecto. Esta película viene a ser la extensión de dicho engaño: deja de lado los malos pensamientos, las negras intenciones  para que el mundo brille y, a pesar de la fantasía y el esplendor visual, no logra traspasar nuestra piel.

Una pequeña y brillante actriz, Raffey Cassidy



         Vale la pena como espectáculo: le recomiendo que la vea subtitulada y en IMAX para que disfrute dicho esplendor. Uno nota a un George Clooney muy avejentado, pero hay dos jóvenes talentosas y carismáticas: Britt Robertson como la inquisitiva Casey y la robótica, dulce, graciosa Raffey Cassidy como la enigmática, primero, y salvadora, después, Athena. 

Brad Bird, talentoso realizador, aunque
en este caso le faltó contundencia