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SPECTRE
(Spectre)2015. Dir. Sam Mendes.
La película abre con la frase “Los
muertos están vivos” que vendrá a ser la clave principal de este argumento
ideado para proseguir con la saga de James Bond, iniciada en 1962 con la
extraordinaria El satánico Dr. No sin
imaginar la trascendencia que obtendría en el tiempo. Daniel Craig entra a su
cuarta interpretación del personaje en este interesante y cosmopolita episodio.
Si algo ha distinguido a la nueva etapa con este actor y con Bond en el siglo
XXI es la insistencia en ofrecer la parte íntima, psicológica, de un alma
torturada para establecer la humanidad de este agente secreto, alejada de la
imagen de hombre frío, calculador, amante, indolente que le precedió.
Bond abre esta aventura en la Ciudad de
México, dentro de un inexistente desfile alegórico del día de muertos. Resulta
espectacular y muy folclórico visualmente. Va en busca de un terrorista al cual
debe matar. Fue una orden de la difunta M (Judi Dench) de las cintas previas.
Así, podrá encontrar al villano Oberhauser (Christoph Waltz), líder de una
organización criminal que busca la desaparición del Rey Pálido (Jasper
Christensen), del cual descubriremos lazos familiares con el avance de la
trama. Por ello, Bond encontrará a la mujer del terrorista, asistirá a una
convención criminal, encontrará a la hija del famoso Rey con la cual llegará a
la sede de Oberhauser quien brinda revelaciones inesperadas que incluyen a Bond
en su niñez.
La película implica que sus
espectadores recordarán las tramas previas. Da pistas del pasado y menciona a
los villanos de las tres cintas de Craig que la antecedieron (hasta muestra sus
rostros en fotografías). Su gran cualidad es que viene a ser el resumen y
cierre de una etapa (tal vez Craig no vuelva a ser Bond) donde el personaje ha
quedado bien definido (las imágenes de desesperación, alcoholismo, sufrimiento,
por ejemplo, aunadas al descubrimiento de un hecho de su niñez, y el encuentro
con la mujer que podría ser su pareja).
Por otro lado está el avance
tecnológico, la relevancia de la información y la implicación de que se ha
llegado a la profecía hecha realidad del 1984 de Orwell donde todo mundo
puede ser y estar vigilado en cualquier momento. La inventiva del personaje de
Q (Ben Whishaw que resalta en cada escena) no impacta tanto en esta cinta pero
hay guiños divertidos con los ajustes que le ha hecho a un automóvil que Bond
toma sin permiso pero que estaba dirigido a otro agente. No importa: lo poco
que presenta es efectivo.
La mano magistral de Sam Mendes se
nota. Experto en diseccionar al ser humano en sus sentimientos recónditos no
deja de lado al Bond como hombre vulnerable. Muestra la pasión hasta cierto
punto porque la película es para todo público, aunque el erotismo sugerido es
más atractivo. Luego de sus grandes melodramas sobre el norteamericano promedio
en situaciones límite, demostró con la fenomenal 007 Operación Skyfall que podía manejar la acción pero con sustancia
y sentido. Aquí lo enfatiza.
Y vuelvo a “Los muertos están vivos” como metáfora global:
la petición póstuma de M, la mención y presencia en fotografías de los villanos
previos, la recuperación del Rey Pálido, una cinta de vídeo que recuerda a la
amada Vesper Lynd, las revelaciones de la niñez de Bond con la alegoría del Día
de Muertos mexicano muestra una madurez narrativa y creativa alrededor de lo
que ha sido una empresa feliz que más de cincuenta años después ha sabido
evolucionar: Bond está vivo y sigue siendo apasionante con todas sus facetas.