jueves, 12 de noviembre de 2015

LOS MUERTOS ESTÁN VIVOS


OO7 SPECTRE
(Spectre)
2015. Dir. Sam Mendes.

 


         La película abre con la frase “Los muertos están vivos” que vendrá a ser la clave principal de este argumento ideado para proseguir con la saga de James Bond, iniciada en 1962 con la extraordinaria El satánico Dr. No sin imaginar la trascendencia que obtendría en el tiempo. Daniel Craig entra a su cuarta interpretación del personaje en este interesante y cosmopolita episodio. Si algo ha distinguido a la nueva etapa con este actor y con Bond en el siglo XXI es la insistencia en ofrecer la parte íntima, psicológica, de un alma torturada para establecer la humanidad de este agente secreto, alejada de la imagen de hombre frío, calculador, amante, indolente que le precedió.

 


         Bond abre esta aventura en la Ciudad de México, dentro de un inexistente desfile alegórico del día de muertos. Resulta espectacular y muy folclórico visualmente. Va en busca de un terrorista al cual debe matar. Fue una orden de la difunta M (Judi Dench) de las cintas previas. Así, podrá encontrar al villano Oberhauser (Christoph Waltz), líder de una organización criminal que busca la desaparición del Rey Pálido (Jasper Christensen), del cual descubriremos lazos familiares con el avance de la trama. Por ello, Bond encontrará a la mujer del terrorista, asistirá a una convención criminal, encontrará a la hija del famoso Rey con la cual llegará a la sede de Oberhauser quien brinda revelaciones inesperadas que incluyen a Bond en su niñez.

 


         La película implica que sus espectadores recordarán las tramas previas. Da pistas del pasado y menciona a los villanos de las tres cintas de Craig que la antecedieron (hasta muestra sus rostros en fotografías). Su gran cualidad es que viene a ser el resumen y cierre de una etapa (tal vez Craig no vuelva a ser Bond) donde el personaje ha quedado bien definido (las imágenes de desesperación, alcoholismo, sufrimiento, por ejemplo, aunadas al descubrimiento de un hecho de su niñez, y el encuentro con la mujer que podría ser su pareja).
 


         Por otro lado está el avance tecnológico, la relevancia de la información y la implicación de que se ha llegado a la profecía hecha realidad del 1984 de Orwell donde todo mundo puede ser y estar vigilado en cualquier momento. La inventiva del personaje de Q (Ben Whishaw que resalta en cada escena) no impacta tanto en esta cinta pero hay guiños divertidos con los ajustes que le ha hecho a un automóvil que Bond toma sin permiso pero que estaba dirigido a otro agente. No importa: lo poco que presenta es efectivo.

 


         La mano magistral de Sam Mendes se nota. Experto en diseccionar al ser humano en sus sentimientos recónditos no deja de lado al Bond como hombre vulnerable. Muestra la pasión hasta cierto punto porque la película es para todo público, aunque el erotismo sugerido es más atractivo. Luego de sus grandes melodramas sobre el norteamericano promedio en situaciones límite, demostró con la fenomenal 007 Operación Skyfall que podía manejar la acción pero con sustancia y sentido. Aquí lo enfatiza.

 


         Y vuelvo a “Los muertos están vivos” como metáfora global: la petición póstuma de M, la mención y presencia en fotografías de los villanos previos, la recuperación del Rey Pálido, una cinta de vídeo que recuerda a la amada Vesper Lynd, las revelaciones de la niñez de Bond con la alegoría del Día de Muertos mexicano muestra una madurez narrativa y creativa alrededor de lo que ha sido una empresa feliz que más de cincuenta años después ha sabido evolucionar: Bond está vivo y sigue siendo apasionante con todas sus facetas.