viernes, 8 de abril de 2016

LA VIDA QUE SE VA


UNA SONRISA A LA VIDA
(Truman)
2015. Dir. Cesc Gay.

 


         Con este título ridículo y cursi se presenta una cinta cuyo nombre original le da sentido a todo su discurso.  La película obtuvo el Goya, premio superior del cine español, en las categorías de mejor película, director, guion original, actor secundario y actor principal. Nada de eso se utiliza en la publicidad de la cinta y, aparte, se le coloca un título estúpido para hacer creer que es una cinta familiar y complaciente.




         Truman es el nombre del perro que ha acompañado por muchos años al actor Julián (Ricardo Darín) que ahora padece de un cáncer pulmonar que le da poco tiempo de vida. Recibe la visita de Tomás, su amigo de siempre, quien vive en Canadá, pero ahora ha querido verlo por última ocasión.




         La película nos lleva por esa amistad sin caer en retrocesos en el tiempo: es el calor humano, la forma en que se toleran comportamientos y se debe entender la actitud de un hombre moribundo. Al amigo no le queda más que ser compañía y dejarle pasar unos días plenos: la visita al hijo que vive en Amsterdam o el acercamiento a la prima que ya se siente mal por la próxima pérdida. Luego está Truman que quiere darse en adopción para que alguien lo trate como Julián quien expresa que él tiene dos hijos: Truman y Nico.




         No puede contarse la trama más allá de lo que he comentado, pero es un retrato conmovedor, nada complaciente, siempre alerta, acerca de lo que significa la amistad y la confianza en el otro. Nada es cursi, como el título plasmado. Un par de actuaciones magistrales. Una cinta que te lleva hacia el lado extremo de la vida para valorarla por última vez.


Cesc Gay, realizador-guionista, impecable


         Una extraordinaria película. Imprescindible.