MANCHESTER JUNTO AL MAR
(Manchester by the Sea)
2016. Dir. Kenneth Lonergan.
Lee
(Casey Affleck) es un conserje de edificios en Boston. Saca la basura, arregla
problemas de plomería, limpia la nieve. Cierto día recibe la noticia de que su
hermano Joe (Kyle Chandler) ha muerto por lo que debe trasladarse hasta el
pueblo de Manchester para atender los trámites correspondientes, además de ver
a su sobrino Patrick (Lucas Hedges). A partir de este momento, la cinta se
dividirá entre secuencias que relatan el pasado del protagonista y el presente
que se está narrando.
Lee
es un tipo taciturno, hosco y directo en su trato con los vecinos del edificio
donde trabaja. De pronto, surge su violencia contenida. Se nota que no tiene
mayores ambiciones: recibe salario mínimo y habita en un cuarto. Se le reclama
que utilice de pronto un lenguaje inapropiado para sus clientes, a lo cual no
responde.
Al
retornar a su pueblo natal comienza a surgir el recuerdo: Joe era su buen hermano,
con insuficiencia cardíaca (que lo llevará a la tumba) y una esposa dipsómana a
la cual alejó y se quedó con su hijo. Lee estaba casado, padre de dos niñas y
un niño, con una mujer firme pero amorosa, Randi (Michelle Williams), hasta que
un incendio provocado por él, debido al alcohol y la droga, hizo que perdiera a
sus hijos, amén de divorciarse de su esposa, sobreviviente de milagro.
Ahora
ha quedado como tutor de su sobrino quien le pide que se queden en Manchester
para seguir adelante con su vida, a lo cual Lee, no accede. La cinta nos lleva
por los distintos caminos que Lee toma con el deseo de solucionar estas
situaciones: retornar al pueblo de su desgracia, aliviar las necesidades de su
sobrino, alejar el pasado. No en balde la película lleva como título al lugar donde todo ha sucedido.
La
cinta es un retrato de la desgracia. Una representación de la depresión y la
culpa. La sombra de la muerte sobre la vida de un personaje a quien el destino
le jugó una mala pasada para destruirlo. A lo largo de la película se van
notando los esfuerzos de Lee por sobrellevar sus penas. Las interacciones con
su sobrino, pícaro y tan normal como los jóvenes lo son en estos tiempos,
buscan la sustitución de su perdida personalidad como padre, sin alcanzarlo.
Lonergan,
dramaturgo y guionista (“Pandillas de Nueva York” o “Analízame”), apenas nos
brinda su tercera cinta como realizador total, producidas en un lapso de quince
años. Su temática usual es precisamente la consecuencia luego de alguna muerte.
En su primera cinta “Puedes contar conmigo” (2000) era una pareja de hermanos
que se reencontraban luego de años, huérfanos por la muerte de sus padres. “Margaret”
(2011) mostraba a una mujer sufriendo el resultado de una muerte que atestiguó.
Ahora son dos situaciones separadas en el tiempo: la tragedia personal de Lee,
la muerte posterior de Joe; luego, las consecuencias para el joven Patrick.
Dentro
de su tristeza y melancolía, la película produce circularmente una relación
(tío y sobrino) que, al menos, será la única esperanza de refuerzo familiar.
Para Lee, no habrá solución. Se entenderá el motivo de que se esté castigando
con trabajos ínfimos y su violencia sea una búsqueda de autodestrucción. Este
personaje ha perdido todo lo que daba sentido a su vida y jamás podrá
recuperarlo. Es su gran cualidad: una especie de anti manual de superación
personal y la negación de la esperanza. Es una forma de rechazar el optimismo,
aunque, no obstante, siempre haya alguna mínima opción para asirse a la
existencia.