ESO
(It)
2017. Dir. Andy Muschietti.
En
el pueblo de Derry, Maine, hay todo un historial de desapariciones de niños y
adolescentes a lo largo de su historia. El pequeño Georgie sale, con la lluvia,
a jugar con su barquito de papel que le ha construido su hermano preadolescente
Bill (Jaeden Lieberher, vulnerable y conmovedor), quien se encuentra enfermo y
no puede acompañarlo. El barquito cae por un desagüe donde Georgie encuentra a
un demonio transformado como el tenebroso payaso Pennywise (Bill Skarsgård) quien le ofrece regresarlo si él extiende su brazo. Es la
primera secuencia cruel y violenta que luego nos lleva a conocer a Bill con sus
amigos de la escuela, todos ellos frágiles y sujetos al abuso de los compañeros
prepotentes. Es el inicio del verano, las vacaciones y las inclusiones de nuevos
amigos: la jovencita Beverly y el gordito Ben quien ha investigado los
antecedentes de Derry para llegar a la conclusión de que cada 27 años ocurren
las series de desapariciones para apoyar la obsesión de Bill por encontrar a
Georgie, del cual no acepta su muerte pero desea tener alguna prueba de la
misma. A partir de aquí, cada uno de los jovencitos comenzará a tener
pesadillas que se derivan de sus miedos, o sea el alimento que requiere
Pennywise para sobrevivir.
La
película muestra a unos niños en el proceso de madurez y crecimiento: Beverly
está empezando a menstruar, Richie vive presumiendo precozmente de sus
genitales, Ben se ilusiona por la gentil Beverly mientras ella se siente atraída
hacia el tartamudo Bill. Esta etapa de vida es crucial para que el miedo se
manifieste tanto por la realidad que resulta amenazante (Beverly sufre el acoso
de su incestuoso padre y le han inventado una actividad promiscua; todos viven bajo
los constantes acosos y abusos del bravucón hijo de un oficial, Henry) como por
la manifestación sobrenatural. Pennywise requiere el miedo para seguir
adquiriendo energía y es por tal motivo que su presa fácil y conveniente son
los jovencitos inexpertos. Por otro lado está el escenario de la Nueva Inglaterra
norteamericana, cuya característica de iniciar la colonización en dicho país
permite toda una tradición de leyendas y creencias demoníacas.
La
cinta es interesante al realizar este contraste entre lo que produce nuestros
temores cotidianos (el constante acecho cotidiano) y eficaz en ir construyendo
la tensión dramática (al utilizar la metafórica irrealidad), además que el
suspenso es constante, sobre todo cuando inicia la serie de amenazas para cada
uno de ellos al tomar conciencia el demonio de que todos se han aliado para
buscar alguna manera para destruirlo. Una buena selección de jóvenes actores
conforma este reparto para que la cinta adquiera credibilidad y transmita al
espectador su fragilidad: es por ellos, principalmente, que tiene sus mayores
cualidades.
Como
en tantas versiones de novelas de Stephen King, el traspaso al cine las mejora.
Los escritos farragosos (la novela tiene casi mil quinientas páginas) y
repetitivos del autor deben limitarse en el celuloide. Al término de la
película se coloca el subtítulo como “Eso: primer capítulo” prometiendo,
entonces, la continuación. Un diálogo anticipa el futuro de los personajes que,
en la novela, alternan la narración: su reunión, ya mayores, será la trama de
la secuela.