lunes, 20 de agosto de 2018

EL FASCINANTE OJO POR OJO


EL JUSTICIERO 2
(The Equalizer 2)
2018. Dir. Antoine Fuqua.



         Regresa Robert McCall (Denzel Washington) como el ex agente del FBI al cual se le ha dado por muerto, circunstancia que explota para impartir justicia a favor de quienes han sufrido alguna agresión o abuso. Si en la cinta original (2014) salvaba a una joven prostituta de las garras de un mafioso ruso para llegar a un enfrentamiento brutal dentro de la inmensa tienda donde trabajaba, ahora, en su secuela, adquiere mayor trascendencia: sale de las fronteras nacionales para llegar hasta lugares exóticos o las consecuencias de hechos que ocurren en el viejo continente se deben enfrentar acá, en su propia tierra. McCall ahora es chofer de un auto Lyft (competidor de Uber) en Boston. Su amiga Susan (Melissa Leo), quien sabe de su existencia, es brutalmente asesinada cuando investiga un crimen en Bruselas, por lo que McCall tendrá que buscar al asesino y eliminarlo para que se cumpla su destino: recibir el ojo por ojo, del cual la cinta toma su maravillosa esencia.

La fiel amiga Susan (Melissa Leo) será el motivo
para que McCall entre en justa acción

         Mismo realizador y guionista dan lugar a un esquema narrativo semejante, dejando intactas sus nobles características: el trabajo como chofer le permite enterarse de realidades irónicas o crueles para servir como ángel guardián de alguno de sus clientes (en este caso, contra el abuso sexual de una joven pasante); la cercanía de un joven vecino que quiere estudiar dibujo, al cual busca, entonces, alejar de las malas influencias del vecindario donde vive (ir contra los vendedores de droga que obligan a otros a colaborar en sus acciones); y ahora, el asesinato de la única amiga, una mujer experimentada y honesta, a la cual se ataca para hacerla pasar como víctima de un asalto, cuando en realidad era para evitar su investigación en otro caso brutal, nos introduce en la vida íntima de McCall para complementar su perfil como personaje (nos enteramos de otros aspectos cuando estaba “vivo” oficialmente). Ojalá haya una tercera cinta para finalizar con la construcción de un ser aparentemente frío que, en realidad, vive preocupado por el bien común.

McCall defenderá a su amigo Miles (Ashton Sanders)
para evitar su perdición

         Una de las constantes en el cine del demoledor Antoine Fuqua es la violencia desgarradora (los aspectos visuales, destructivos, nos recuerdan a un reciente Peckinpah). No olvidemos sus cintas plenas de acción feroz externa (Los siete magníficos u Olimpo bajo fuego) o aquellas donde la furia es interna (la impecable Revancha) y, sobre todo, el fantasma de la corrupción (Día de entrenamiento). Las secuencias donde explota la agresión son crueles y bastante gráficas. Tal como comenté por la cinta original, la gran ventaja de esta película es cumplir con lo que promete desde el título: uno se complace por esta “igualdad”: la ecualización en lo que merece un villano para recibir su propio castigo, sufriendo. Uno disfruta de la saña con la cual llegan los ajustes de cuentas. Uno desea que eso pasara en la vida real y de ahí la satisfactoria catarsis.

El magnífico Antoine Fuqua (a la derecha), uno de los mejores
estilistas de la violencia en el cine actual