LOS ADIOSES
2017. Dir. Natalia
Beristáin.
Ser de río sin peces, esto he sido.
Y revestida voy de espuma y hielo.
Ahogado y roto llevo todo el cielo
y el árbol se me entrega malherido.
Y revestida voy de espuma y hielo.
Ahogado y roto llevo todo el cielo
y el árbol se me entrega malherido.
En inglés la cinta se llama "The Eternal Feminine"
como una de las obras de Rosario Castellanos
Las Cartas a Ricardo publicadas
de manera póstuma contribuyeron a magnificar la importancia de Rosario
Castellanos como gran figura de las letras mexicanas en la segunda mitad del siglo XX. Una
correspondencia iniciada desde la juventud en 1950 para terminar diecisiete
años más tarde donde la mujer era la que se desbordaba en su expresión para recibir
a cambio unas cuantas por parte del hombre. La riqueza de estas cartas es el
valor literario: a través de confidencias, inquietudes, reflexiones, se tornan indirectamente
en otra novela que refleja a un ser humano seguro de sí mismo, en lucha por conseguir
el respeto como mujer. Falta subrayar que las cartas fueron dirigidas a Ricardo
Guerra Tejada quien fuera su cortejante, posteriormente su marido.
La película Los
adioses no es una biografía fílmica per
se, sino que toma elementos de la relación de pareja entre Rosario y
Ricardo para analizar a una mujer inquieta por su situación, precursora
feminista, exigente de sus derechos para eliminar los estereotipos del pasado.
Natalia Beristáin dirige una película donde el icono Castellanos se erige como símbolo
de un discurso femenino. Una mujer lúcida e inteligente, reflexiva y autorreflexiva,
que bien podría ser cualesquiera, se refuerza mejor si la referencia es un
personaje importante, destacado y trascendente.
Tessa Ia y Karina Gidi, soberbias
Entre el pasado y presente se van narrando las relaciones
impetuosas entre el joven Ricardo (Pedro de Tavira, bastante desagradable) y la
joven Rosario (Tessa Ia, una de las mejores actrices emergentes del cine
nacional), para compararlas con las relaciones tempestuosas del matrimonio
entre el filósofo Guerra (Daniel Giménez Cacho en su enésima repetición como él
mismo) y la maestra Castellanos (Karina Gidi, ganadora justísima de su Ariel
por este papel, gran actriz versátil). Luego de sus amoríos, Guerra se casó con
otra mujer, luego se divorció y busco a Rosario con la cual procrearon un hijo.
Beristáin narra la rivalidad entre esposos debida a la mentalidad machista del
hombre, y como quien no quiere la cosa, los celos debidos a la creatividad
infinita, el triunfo de la escritora que fluía, la maestra que destacaba y la
funcionaria que brillaba.
El estilo de la cinta nos remite al cine de la Nueva Ola Francesa.
Imágenes al estilo de Godard (Una mujer
casada) o Resnais (Hiroshima mon
amour) que muestran cuerpos entrelazados de manera fragmentada: piernas
entrelazadas, manos que acarician espaldas, ojos, cuellos. O los rostros
partidos por la mitad en el extremo del encuadre de la pantalla panorámica. O
la hermosísima toma de una joven Rosario sentada, mientras lee, rodeada por estanterías
plenas de libros. Formalmente bella, visualmente magnética, la cinta
complementa su buena recreación de época (vestuario, escenografía, edificios)
que tanto ocurre en las décadas representadas. Hay actores incidentales que son
magníficos (Haydeé Boetto, Luis Eduardo Yee, David Gaitán, entre otros) como
reparto coral de gran nivel.
Las referencias a poemas, fragmentos de prosa o
conferencias, acercan al espectador entre el discurso que ata una acción y la
realidad cotidiana, de lucha, que vivía el personaje – símbolo: se cumple la
función de panorama de un tiempo que da lugar a que el espectador compare el
cambio que ha tenido, en muchos aspectos, la condición femenina (sigue faltando
justicia; se requiere erradicar la violencia), que no pudiera haber sucedido
sin mujeres combatientes desde sus trincheras (valga el lugar común) como Rosario Castellanos.
Rosario Castellanos (1925 - 1974)
Natalia Beristáin