domingo, 12 de mayo de 2019

LOS SUPLANTADORES


NOSOTROS
(Us)
2019. Dir. Jordan Peele.

         La familia Wilson va de vacaciones a la playa de Santa Cruz, California, para pasar unos días con sus amigos, los Tyler, a pesar de las objeciones de Adelaide (Lupita Nyong’o), esposa de Gabe y madre de Zora y Jason. Un prólogo nos ha mostrado a Adelaide cuando era niña en Santa Cruz donde cierta noche se perdió al entrar a una casa de espejos en la feria del lugar. Ahí, de repente, había encontrado a una niña, de espaldas, semejante a ella. Los temores se vuelven certezas cuando esa noche, frente a su casa, aparecen cuatro personas que resultan ser físicamente idénticas a ellas. Empieza la violencia ante el deseo de estos “dobles” que desean ocupar sus lugares luego de eliminarlos. Logran escapar y van hacia la casa de los Tyler quienes ya han sufrido la invasión y muerte a manos de sus propios “dobles”. Es una situación que se está repitiendo en la nación. Adelaide deberá luchar para mantenerse viva junto con su familia hasta llegar a una revelación sorpresiva.

La noche en que llegaron los dobles
         “Us” es el título en inglés que se traduce como “Nosotros” en español. Otra interpretación obvia es que “Us” son las siglas de “United States” si es que colocamos a ambas letras en mayúscula. El realizador Jordan Peele, a quien debemos como director su excelente ópera prima ¡Huye! (Get Out, 2017) así como la producción de El infiltrado del KKKlan (Blackkklansman, Spike Lee, 2018) nos ofrece otra visión sobre la condición social (y racial) en el Estados Unidos de la actualidad. Esta alegoría violenta y fantástica habla de conspiraciones fallidas que llevaron a la creación de una sociedad clandestina, sin privilegios, subterránea, semejante a quienes eran sus opuestos sobre la superficie del país. Aunque la descripción de motivos y de creaciones de estos “atados” que ahora se han liberado, deja varios huecos y no llega a cuajar del todo, la cinta nos habla de los polos de la naturaleza: ¿qué sucede si existe una persona semejante a nosotros que se encuentra del lado desprotegido, sin las ventajas que bien o mal poseemos?

         La cinta se presta a muchas posibles lecturas que siempre serán aproximaciones y ninguna llegará a ser definitiva si se realiza una discusión: nuestra naturaleza dual como la expresó Stevenson con su “El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde”; la alegoría política de las distinciones raciales, sociales, económicas; el levantamiento de la masa ante tanta injusticia, pobreza, migración; la imagen actual de una Norteamérica que vive entre absurdos, tensiones, mentiras e insultos. ¿Qué sucede si alguno de los no privilegiados logra colarse en la realidad de quienes viven sin problemas? ¿Se olvida de su antecedente y se integra al sistema? Este es el caso de quienes acceden al poder y se tornan víctimas y explotadores de lo que debería ser un arma de soluciones para los desequilibrios del mundo. Entra la cuestión moral, la pregunta sobre nosotros mismos, la valoración sobre cómo nos portamos como integrantes de la humanidad.

Red y Adelaide: un gran secreto entre ellas

         A nivel narrativo, el tema del alter ego se ha tratado en muchas ocasiones, casi siempre para distinguir el bien del mal. El caso más común ha sido el de las gemelas como ocurrió con La otra (Gavaldón, 1946) donde Dolores del Río manicurista pobre, asesinaba a Dolores del Río rica, para suplantarla (mismo argumento que serviría a Bette Davis, años después con ¿Quién yace en mi tumba?); o la hermana noble e inocente que era víctima de las maquinaciones mortales de su hermana calculadora y enferma en el caso de Olivia de Havilland en Tras el espejo (The Dark Mirror, Siodmak, 1946). La suplantación de ciencia ficción era posible en Muertos vivientes (The Invasion of the Body Snatchers, Don Siegel, 1956) que ha tenido otras versiones en décadas siguientes. A nivel psicológico, intelectualizado, tenemos el caso de las mujeres que emocionalmente se tornan indivisibles en Persona (Ingmar Bergman, 1966). Jordan Peele va a producir una nueva versión de la serie Dimensión desconocida (The Twilight Zone, 1959 – 1964) donde uno de los episodios (“Mirror Image”, 1960, con Vera Miles, dirigida por el subestimado John Brahm) narraba como el otro yo de la protagonista quería apoderarse de su realidad.
La pequeña Adelaide en el prólogo de la cinta
que vendrá a ser la clave al final de la misma

         No es de extrañarse, entonces, que el tema le haya resultado apasionante e interesante a Peele para su exitosa, confusa, pero muy entretenida película. Al final de cuentas, tenemos que pelear contra nosotros mismos en muchas ocasiones de la vida por las decisiones que tomamos y que nos pueden llevar al lado subterráneo de la existencia. Para estos tiempos posmodernos, líquidos, ligeros, inconsecuentes, sería ideal pensarnos aunque fuera poco pero frecuentemente.

Jordan Peele en su segunda, ambigua
y taquillerísima película