miércoles, 12 de febrero de 2020

ASFIXIA SOCIAL


LOS MISERABLES
(Les misérables)
2019. Dir. Ladj Ly.

No hay malas hierbas,
ni hombres malos,
sino malos cultivadores.
Víctor Hugo
         El adjetivo miserable tiene muchas acepciones que van desde la descripción de una persona que es muy desgraciada o infeliz; o de alguien que vive en estado de pobreza extrema; o alguien que es avaro y mezquino; o alguien despreciable que causa daño a los demás. Víctor Hugo, en su inmortal novela, acaparó todas las definiciones y las mostró entre sus múltiples personajes. Algo semejante sucede con esta película que adopta el mismo título y hasta tiene un epígrafe final del propio autor que nos habla de los males de la sociedad.
Stéphane, Chris y Gwada
         Stéphane Ruiz (Damien Bonnard) es un policía de provincia que se ha mudado a París. Es su primer día en el barrio de Montferneil y ha sido asignado al lado de los rudos Chris (Alexis Manenti) y Gwada (Djebril Zonga) quienes patrullan por el lugar como Brigada Anticrimen. Stéphane se da cuenta que utilizan métodos completamente irregulares ante un barrio cuya población principal es de inmigrantes de color y musulmanes. Se crea un enfrentamiento entre gitanos que han instalado un circo en los alrededores, el alcalde del barrio y los policías.  Exigen la devolución de un cachorro de león que ha sido robado. Los policías descubren que el ladrón fue el pequeño Issa, rebelde e inquieto. Lo encuentran, el niño huye, se le persigue, pero en algún momento Gwada dispara y lo lastima. No obstante, todo ha sido filmado por un dron que sobrevolaba el área, manejado por otro niño, Buzz (Al-Hassan Ly). Esto representa un conflicto que los policías deben ocultar.

Los niños
         La cinta nos habla de los miserables representantes de la ley que la imponen a su modo y para su propio beneficio: policías que abusan al revisar a damas, que entran a casas sin órdenes de cateo, que ejercen componendas con delincuentes y han establecido su poder sin límites. Por otro lado están los miserables olvidados de la fortuna que se tornan en víctimas de su entorno, en presas de la delincuencia, en la necesidad de sobrevivir sin imponerse reglas morales
Salah, mediación inútil
El guion nos introduce a dos personajes intermedios como equilibrio en cada uno de los bandos opuestos. Stéphane es un policía más puro, intocado por la corrupción citadina quien todavía posee algo de inocencia y de honestidad: su mudanza a París es porque su exmujer se vino a la capital con su hijo y el policía quiere estar cerca de él. Salah (Almamy Kanoute) es un Imam que procura observar las leyes islámicas y establecer, dentro de lo posible, un orden. Y también ofrece otro aspecto negativo: los gitanos que no tienen escrúpulos en castigar al pequeño ladrón, a su manera, con crueldad miserable.
El realizador Ladj Ly
El realizador (y coguionista) Ly sitúa su trama en el barrio de Montferneil que fue precisamente el lugar donde Víctor Hugo escribió su novela en el siglo XIX en cuyo prólogo habla sobre la asfixia social. El inmenso panorama de pobreza, sometimiento y supervivencia se torna universal (Usted puede darse una vuelta por los lugares de puesteros o un barrio bravo de nuestra ciudad y extrapolar los hechos de esta película) desde las primeras imágenes que suceden en el festejo del triunfo de un partido de futbol (como lo que ocurre cuando la afición se vuelca sobre la Explanada de los Héroes ante el triunfo de los equipos locales o en el Ángel de la Independencia en la Ciudad de México). En otro momento, cuando Stéphane trata de negociar el retorno de la memoria donde está el video que evidencia la brutalidad policiaca menciona los hechos de 2005 cuando París vivió una serie de zafarranchos sociales debido a los inmigrantes del Norte de África y de musulmanes en Francia donde hubo destrozos y nulas soluciones: más que menos, la intención de Víctor Hugo al plasmar lo que era la atmósfera en su país 250 años atrás donde las circunstancias eran distintas pero la problemática semejante, de nunca acabar.