BROS: MÁS QUE AMIGOS
(Bros)
2022. Dir. Nicholas Stoller.
Bobby (Billy Eichner) tiene un popular podcast donde predica que el amor no existe, mucho menos entre la comunidad gay. Aparte, es el director del Museo de la Historia LGBT+, próximo a iniciar actividades. Una noche, en un bar, conoce a Aaron (Luke Macfarlane), quien es abogado. Ambos tienen en común tanto prejuicios como la consigna de no comprometerse. Sin embargo, empiezan a salir y a disfrutar de su compañía mutua, pero surgirán problemas.
Se hizo mucha propaganda
previa al estreno de esta cinta ya que se le consideraba la primera comedia
romántica producida por un gran estudio de Hollywood (Universal), con temática
gay, interpretada por actores gay, pero dirigida a todo tipo de público:
cuestiones de mercadotecnia, de un clasismo anticipado, porque ya se han disfrutado
de mejores películas en otros casos y tiempos. El hecho de su rápido estreno en
otros países y de que no haya sido taquillera en Estados Unidos (medida de
éxito para los productores), indica que los resultados no fueron los que se
esperaban y al ver la cinta, uno se explica los motivos.
1)
El reparto no es atractivo.
Billy Eichner, coguionista junto con el realizador Stoller, es un comediante
que carece de carisma. La característica que se consideró cómica para su
personaje es la queja constante y el pesimismo: no cree en el amor y así se le
dificulta la relación con otras personas, pero en lugar de causar gracia,
produce lástima y se vuelve odioso. Hay una secuencia que tiene con Debra
Messing (interpretándose a sí misma), que termina siendo inútil y tediosa. Por
su parte, Luke Macfarlane posee muy buen físico y cumple con su personaje que
no vive abiertamente su homosexualidad, creándole limitaciones. Por desgracia,
no se siente la química entre ambos.
2) Al querer mostrar a un público general el significado de la “vida gay” (así, entre comillas), lo que resultaría natural y hasta gracioso, se vuelve antiséptico, desinfectado, sin textura, bajo la consigna de que cualquier persona que no tenga dicha orientación, evite sentirse ofendida. Se han tenido mejores representaciones en otras cintas o series de televisión (la serie original de “Queer as Folk”, por ejemplo, o la fallida y subestimada “Looking”) que en esta película. Hasta se llega al ridículo (hay una escena donde un joven poco agraciado insiste en incorporarse a un trío sexual, que produce pena).
3) Y el estereotipo usual, acorde con las identidades de género, que viene a ser el equivalente de la “cuota racial” que ahora ya es común en casi todas las cintas de Hollywood. Están las menciones de Cher, Barbra Streisand o la película “Call Me by Your Name”. Uno hubiera esperado que, al ser un guionista gay, evitara todos los lugares comunes (la secuencia de la junta directiva del museo), y se dedicara a crear el ambiente informal, libre, que se pudo disfrutar en la inteligente adaptación de Jane Austen, “Fire Island” hace unos meses, donde también había personajes frustrados o reprimidos, sin llegar al melodrama (en una visita de los padres de Aaron a Nueva York, Bobby se comporta cínicamente para dejar claro su orgullo personal, sin importarle el efecto en su pareja: otra acción ya vuelta estereotipo).
Se quiso realizar una
variante queer de “Cuando Harry encontró a Sally” (Reiner, 1987), pero se quedó
en el intento. La cinta es visible, pero no deja de ser una comedieta tonta que
bien pudiera haber sucedido en cualquier otra circunstancia. Su fracaso
confirma su intrascendencia.