sábado, 3 de abril de 2010

LA MUJER SIN CABEZA


El tercer largometraje de la argentina, nacida en Salta, Lucrecia Martel sigue el estilo de sus obras anteriores ("La cienaga", "La niña santa") donde una situación desata consecuencias imperceptibles y finalmente parece que nada ha sucedido cuando en realidad se ha quebrantado la realidad y el orden moral. La vida sigue adelante con todas sus contradicciones.

En este caso Vero (María Onetto) es una dentista que atropella a alguien, o algo, al descuidarse por contestar su celular mientras maneja por la carretera. Decide no bajar del auto, tampoco mirar, sino seguir adelante. Se ha golpeado la cabeza por lo que llega a una clínica donde le toman rayos X y la revisan. Luego llega a un hotel donde llama a un amigo con el cual tiene relaciones. Al día siguiente vuelve a casa, cuenta a su marido los hechos. El hombre pide ayuda a las autoridades del pueblo donde ocurrió el incidente. Le aseguran que fue un perro, seguramente. Pocos días después aparece el cuerpo de un jovencito. Todas las pruebas de que Vero estuvo en la clínica o en el hotel han desaparecido. Lo mismo sucede con su sentimiento de culpa.

Martel cuestiona a la clase acomodada: no tanto a las personas con grandes fortunas, sino al clasemediero que se siente por encima de quien le trabaja y ayuda con ropa usada o comida. Los que tienen las conexiones adecuadas para cambiar la historia a su beneficio. A la que siente una culpa inicial que en realidad es miedo: una vez que todo se ha arreglado, se ha confirmado, se ha evitado un problema legal, se recupera el orden previo. Además, las actuaciones de todo el elenco, principalmente de la mencionada Onetto, son excepcionales.

Ojalá la exhiban en alguna muestra de cine o en cualquier ciclo de los que organiza la Cineteca Nacional y que luego llega a Monterrey. Por lo pronto, se puede conseguir en video procedente de "gringolandia".