martes, 6 de abril de 2010

LOS AMANTES (Shockproof, Sirk, 1948)



En la caja con DVD's que Sony Pictures dedicó a Samuel Fuller vienen siete películas: cinco que fueron escritas por el futuro cineasta pero dirigidas por otros realizadores, y dos joyas de sus producciones independientes distribuidas por la Columbia Pictures: "El kimono escarlata", de 1959 y "La ley del hampa", de 1961. Por fortuna, tenemos la posibilidad de conocer mucha de su filmografía gracias a estos disquitos versátiles. La Fox sacó todas las cintas que dirigió para esta compañía. En Criterion han aparecido sus primeras tres películas independientes en una sola caja, aparte de "El beso amargo", "El rata" y "Delirio de pasiones".

En esa misma caja mencionada está una de las cintas menos mencionadas del maestro Douglas Sirk (1900 - 1987) quien alcanzaría mayor fama como director de melodramas turbulentos y apasionados, para disectarlos y darle sentido al género, cuando firmara con la Universal Pictures en 1950 donde terminaría formalmente su carrera con "Imitación de la vida", nueve años más tarde. Me refiero a "Los amantes" donde Cornel Wilde interpreta al agente Griff Marat (quien se describe a sí mismo como "italiano, con más de 30 años", a pesar que su apellido es francés) quien se enamora de la asesina Jenny Marsh, interpretada por la bella Patricia Knight (a la sazón era la esposa por más de diez años de Wilde con quien había tenido una hija en la vida real: para 1951 ya se habrían divorciado por los celos extremos del galán). Ella ha conseguido el perdón condicionado pero se le ha prohibido contactarse con el criminal Harry Wesson (un atractivo John Baragrey quien no haría muchas películas pero dedicaría mayor tiempo a la televisión hasta su muerte en 1975). Ella se siente agradecida hacia el criminal y lo confunde con amor, cuando en realidad lo encontrará con el buen Griff a quien desvía por el mal camino luego de intentar matar a Harry al descubrir su verdadera naturaleza y que en realidad ama al agente.

La película se desliza entre las situaciones más divertidas (Jenny es interrogada por una psiquiatra quien determinará si en realidad es sujeta a rehabilitación), extremas (Jenny se convierte en cuidadora de la madre de Griff quien es ciega), frustrantes (Griff huye con Jenny para dejar atrás familia y carrera porque el amor está más allá de cualquier sacrificio) e inverosímiles (Harry no acusará a la pareja y ésta podrá regenerarse simplemente porque Jenny estaba acompañada por su agente Griff). Todo ha sucedido de la manera más simple pero eso sí, muy elegante.

Jenny inicia su recorrido como personaje en la primera secuencia cuando pisa el letrero de la avenida (Hollywood Boulevard) para entrar a una tienda de modas y comprarse un vestido exquisito. Luego va a un salón de belleza donde cambia el color de su pelo castaño en rubio. Todo antes de ir a la oficina de la agencia que registra y verifica a quienes han adquirido esa libertad condicional. Ella sigue vistiendo con muy buen gusto cuando nos enteramos que Harry es quien le ha pasado dinero para comprarse ropa (y Patricia Knight tenía una extraordinaria figura y porte para lucir los modelitos diseñados por Jean Louis quien sería modisto exclusivo de la Columbia Pictures hasta principios de los años sesenta: luego pasaría a la Universal). La casa del agente Griff es rústica pero excelentemente decorada porque pertenece a una buena familia con hermano menor que juega béisbol y toca el piano. El agente y Jenny se casarán en secreto para darles permiso, posteriormente, cuando anden fugitivos, de vivir juntos y dormir en una misma cama con las consecuencias imaginables (naturales, razonables).

Sin embargo, estos comentarios son simplemente para dejar constancia de que la imaginación de un realizador inteligente (Fuller, aunque con colaboración de Helen Deutsch quien también fue productora de la cinta) para construir personajes (aunque las circunstancias fueran, en este caso, bastante "poéticas") empató con la dirección de quien sabía la manera de mostrar pasiones humanas sin importar que en ocasiones las convenciones impuestas por los estudios llegaran a límites más allá de la lógica en cuanto a realidades.

Por eso "Los amantes" convence como imagen de una pasión basada en el alimento del amor. De aquí que la falta a la razón moral se deba al sacrificio que se ha nutrido de esa misma pasión. Estos cuestionamientos los encontraremos en muchas de las cintas filmadas por esos años cuando el cine no se permitía dejar su calidad ensoñadora. Fuller se convertiría en realizador duro, directo, cruel, contrario al estilo suave y romántico de Sirk, aunque ambos demostrarían su talento cinematográfico y serían fieles a sí mismos.