sábado, 29 de diciembre de 2012

Y LAS SEXAGENARIAS...


PELÍCULAS MEXICANAS DE 1953

Al revisar la producción cinematográfica de 1953, que consistió en 84 películas, podemos darnos cuenta de la riqueza de temas y la importancia del tiempo para rendirle justicia a las propuestas creativas de los productores y realizadores de una industria que no se diferenciaba en su fin primordial con otras semejantes: sacar ganancia de un público ávido de historias, admirador de personalidades creadas para su consumo y mostrar una visión del mundo.

Los viejos directores, surgidos desde los inicios del cine sonoro o en la década siguiente, mantenían su prestigio y eran efectivos en sus resultados. Algunos de ellos lograban trascender al mero producto comercial y otros brindaban soluciones prácticas con viejas fórmulas impuestas por los requerimientos naturales de los empresarios (productores) que invertían para alcanzar el éxito económico. Hubo fracasos plenos de buenas intenciones y objetivos ambiciosos como pasó con “El niño y la niebla” de Gavaldón, por ejemplo, que puso al borde de la quiebra al productor Jesús Grovas.

Hagamos un repaso siguiendo la carrera de estos realizadores en esos inicios del sexenio ruizcortinista que continuaría propiciando la modernidad, aunque centrándose en términos de moral y unidad familiar.

Luis Buñuel 

filmó dos películas en el año: una adaptación menor de “Cumbres borrascosas” que no carece de interés (y su gran falla es un reparto débil) 

pero se queda corta respecto a su siguiente creación “La ilusión viaja en tranvía”, plena de humor, comentario social, rica en personajes urbanos y populacheros

además de la inserción de escenas de una surrealista pastorela donde el cómico Mantequilla interpretaba a varios personajes.

Otro maestro, Roberto Gavaldón

filmó una delirante adaptación de la obra teatral de Rodolfo Usigli “El niño y la niebla” 

donde exploraba los temas de adulterio, locura y la fascinación por el fuego. Un ambiente tropical (los yacimientos petroleros del Golfo de México) subrayaba “la muerte del amor” y Dolores del Río brindaba una imagen brillante de la esposa invadida por el temor y el tedio, la frustración y la amenaza de la locura que utiliza a su hijo para deshacerse del marido. Sus otras películas del año fueron "Camelia" una adaptación moderna, correcta pero fría, de “La dama de las camelias” con María Félix como actriz enamorada de un aspirante a torero; y una coproducción con Walt Disney, “El pequeño proscrito”, visión folclórica de un niño que se hace amigo del caballo de un general.

Al maestro Alejandro Galindo 

le debemos “Espaldas mojadas”, primera cinta que trataba de manera seria el problema de los indocumentados que se lanzaban a conquistar a Estados Unidos entre humillaciones, soledad y riesgos. 

Por su tema polémico, tardaría dos años en ser estrenada y con el paso de los años sería un género completo durante la década de los setenta. Su otra gran cinta del año fue “Los Fernández de Peralvillo”

un fresco retrato de la familia clasemediera que, repentinamente, se encontraba enriquecida (por corrupción y ambición)sin poder manejar sus circunstancias. De todas maneras, el maestro Galindo filmaría todavía otros dos melodramas de importancia: “La duda” y “Las infieles” que denunciaban las debilidades de una clase alta que no olvidaba sus orígenes.

Emilio “Indio” Fernández ofreció su cinta más espectacular del año en una gran producción de la ANDA, con fines benéficos, donde aparecían las estrellas importantes del cine nacional: “Reportaje”. 

Su otra cinta importante que le daría todavía premios internacionales fue “La red”, drama erótico acerca de la pasión que una mujer (la importada italiana Rossana Podestá) despertaba en dos fortachones (Armando Silvestre y Crox Alvarado)con el mar, el calor, el sudor, como elementos fundamentales del deseo.

Todavía filmó otras dos películas menores: una desangelada y desagradable reunión de María Félix con un deteriorado charro cantor (fue su última cinta: daba lástima su aspecto)en “El rapto”; y una coproducción con Cuba sobre la vida de José Martí llamada “La rosa blanca”.

Ismael Rodríguez produjo dos melodramas delirantes, excesivos, con revueltas morales en el centro de su trama porque en uno de ellos se alcanzaba el grado último del cinismo y la resignación, o sea “Romance de fieras” 

y en el otro, una mujer representaba los dos polos morales en la vida de un profesor alcohólico al ser una hermana buena y su gemela, una malvada, en “Borrasca en las almas”.


Alfredo B. Crevenna filmó cuatro melodramas maravillosos, realizados con toda corrección de imagen y eficacia narrativa: “Orquídeas para mi esposa” (que marcó el debut en un papelito de Ana Luisa Peluffo, anunciada simplemente como “Ana Luisa”) acerca de un problema de mujer estéril que descubre que su esposo tiene otra hija fuera de matrimonio


“Si volvieras a mí” donde una mujer es víctima de una rival en amores al grado de que atenta contra ella en su salud y ganándole el aprecio de sus seres queridos; “Casa de muñecas” o adaptación melodramática de la obra de Ibsen donde la liberación femenina se transformaba en alma de sacrificio; y “El gran autor” acerca de la caída del ídolo: un autor de importancia plagia la obra de un joven cuando se le acaba la inspiración. En todas, menos una, aparece la joven Maricruz Olivier, quien siempre fue el amor imposible del maestro Crevenna.

Tin Tan apareció en dos de sus obras maestras: “El mariachi desconocido” 

dirigida por Gilberto Martínez Solares y “El vagabundo” bajo las órdenes de Rogelio A. González. Cantinflas filmó la graciosa “Caballero a la medida”. La argentina Niní Marshall se despidió del cine mexicano con “Dios los cría”. Resortes filmó “Miradas que matan” que aprovechó la popularidad de Ana Bertha Lepe. Clavillazo apareció en la mencionada “Reportaje”.

Se realizaron dos cintas con la intención de proyectarse con el sistema de Tercera Dimensión. Fracasaron en su intento y finalmente se exhibieron de manera regular: “El valor de vivir” de Tito Davison 

y la coproducción “El corazón y la espada” codirigida por Edward Dein y Carlos Véjar Jr.

Por otro lado, el maestro Fernando de Fuentes, padre del cine mexicano sonoro, realizó su última obra fílmica: un mediometraje que conformaba a la cinta “Tres citas con el destino” con otros dos episodios del español Florián Rey y del argentino León Klimovsky. 

En nota similar, pero por motivos ajenos a su voluntad, Meche Barba fue congelada por los productores fílmicos. Luego de “As negro” de Fernando Méndez, no volvería al cine sino hasta más de tres décadas después.

De todas maneras, se filmó una cinta independiente que tuvo gran éxito en Europa: “Raíces”

basada en cuentos de Francisco Rojas González, contenidos en su libro “El diosero”, por el realizador Benito Alazraki quien quedaría como llamarada de petate.


A pesar de la realización de algunos melodramas de interés, pronto cayó en el juego de la industria convencional. Sus ambiciones por hacer un cine distinto se quedaron en buenas intenciones.

Hubo muchas otras películas, pero ya se podrán ir descubriendo solitas… Y esto sucedió hace sesenta años... 
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