miércoles, 5 de junio de 2013

EL GRAN FRACASO


EL GRAN GATSBY

(The Great Gatsby)

2013. Dir. Baz Luhrmann.

 


“En mis años más jóvenes y vulnerables, mi padre me dio un consejo que siempre ha dado vueltas en mi cabeza: ‘cuando sientas que vas a criticar a alguien’ – me dijo – ‘solamente recuerda que toda la gente del mundo no ha tenido tus ventajas’”… Así inicia la novela de “El gran Gatsby” y luego de ver la película de Baz Luhrmann uno tiene que hacer caso omiso: este australiano ha tenido todas las ventajas para filmarla (presupuesto, estrellas, lujo al por mayor) y merece todos los reproches del mundo.
 


Uno se pregunta los motivos para filmar otra versión de “El gran Gatsby” en estos tiempos. Quizás para subrayar la frivolidad humana y enfatizar la carencia de sentimientos y obsesiones como los que posee el personaje. Tal vez para recuperar un tiempo pasado que “no puede repetirse” como se dice en la misma película aunque se quieran construir las condiciones del ayer. O seguramente, para utilizar una época enloquecedora, plena de estilo, sujeta a derroche y tiempos óptimos para la economía, a pesar de la prohibición, para mostrar una reproducción de época sin mayor sustancia.
 


Al final de cuentas, es la historia del gran amor que un hombre sintió por una mujer que resultó ser estúpida y convenenciera. Jay Gatsby (Leonardo DiCaprio) luchó por tener todo aquello que podría darle satisfacciones materiales a su adorada Daisy (Carey Mulligan); se involucró en actividades ilícitas para enriquecerse fácilmente; vivió con la obsesión de la mujer a la que adoró y abandonó para hacerse merecedor de ella, quien en lugar de esperarlo o entenderlo, se casó con un tipo tan frívolo y superficial como ella misma. Gatsby quiere que Daisy le diga, en su propia cara, que jamás amó a Tom (Joel Edgerton), su marido, porque esa es la idea que él ha forjado en su mente. De ahí que sea significativa la frase de Daisy al decir que amó a ambos. Entonces, ahora. Gatsby se sobresalta al escuchar que lo amó “también”.




Nick Carraway (Tobey Maguire) es el primo de Daisy y narrador de los hechos. Por él sabemos de los momentos íntimos: importantes para Gatsby, excitantes para Daisy, hasta que se confrontan con la realidad. Daisy buscaba revivir la aventura. Gatsby retornar al inicio y darle otro comienzo a lo que fue una relación interrumpida. Gatsby es un héroe trágico porque creyó en el amor y en su amada hasta el final: un tonto engañado, víctima indirecta de ese gran amor no correspondido.




En lugar de tener esa imagen del amor loco, Luhrmann ilustra todo con efectos especiales de mansiones casi irreales; coloca hip hop para darle un atractivo posmoderno y adecuado para los espectadores jóvenes que, seguramente, no se han metido a ver esta cinta: prefieren a “Rápidos y furiosos 6” (con toda razón); piensa que los excesivos vestuarios, el derroche visual, la moda replanteada permitirá que una sutil sensibilidad gay se apropie del estilo para trascenderlo en el siglo XXI cuando todo está tan alejado como hace casi un siglo y a nadie le importa. Estilo y forma sobre sustancia y fondo. No es la nueva lectura de un clásico literario; no es el punto de partida de nuestros tiempos apuntalada sobre una imagen retroactiva que nos devuelva al pasado que Gatsby anhela revivir.




 
Con Jack Clayton y Robert Redford como Gatsby (1974) hubo un personaje con aura de misterio (con la personalidad recia del actor), una Daisy fea (Mia Farrow) y tan ligera como su vocecilla chillona: ahora es un Gatsby vulgar que comete la estupidez de empaparse antes de reencontrar al amor de su vida, en una acción tan gratuita como inexplicable en un tipo que tenía autodominio. La música estaba compuesta por canciones populares del tiempo (“What’ll I Do?” de Irving Berlin o tangos ambientales): ahora es lo que importa en el momento y que, como las canciones de “Amor en rojo” serán tan intrascendentes como esa cinta misma.




Con Elliott Nugent y Alan Ladd como Gatsby (1949) hubo una traslación de la novela al cine negro de época centrado en las acciones delictivas del héroe cuya única debilidad era el amor pero agredía al pusilánime que lo enfrentaba: ahora es un Gatsby que ordena golpear impersonalmente a quien se atreve a retarlo. No hay más que unas imágenes del Gatsby de 1926 filmado apenas un año luego del lanzamiento de la novela donde se nota el lujo que había estado cercano como los cinco años de diferencia entre la separación y el reencuentro de Jay Gatsby con Daisy Buchanan. Quizás fue una representación de su actualidad.
 



¡Qué desperdicio!