jueves, 20 de junio de 2013

INCOMPRENDIDA


EL HOMBRE DE ACERO

(Man of Steel)

2013. Dir. Zack Snyder.

 


            Lara da a luz a su hijo Jor-El. Su esposo Kal-El reclama al consejo del planeta que lo hayan llevado a su inminente destrucción. El general Zod intenta un triste y fallido golpe de estado. Kal-El logra enviar a su hijo hacia el planeta Tierra antes de que sea muerto por Zod quien luego es condenado al destierro. Así, el niño llega a su nuevo hogar.

 
            Para quienes fuimos fanáticos de la historieta surgida hace 75 años por DC Comics y que comprábamos a un peso, nueva, por Editorial Novaro, cada semana, nuestra estructura narrativa se encuentra alejada de esta oscura versión del realizador Snyder y podemos agregar que hasta de las cintas de Richard Lester con el querido Christopher Reeve.

 
            Ya en nuestro planeta, Kal-El se llama Clark Kent (Henry Cavill) y trabaja en diversos empleos (según se hace ver) donde, tiene que arriesgar su identidad y sus poderes ante el inminente peligro. Lo vemos como mesero, agredido por un pusilánime camionero y es bastante satisfactorio darnos cuenta que el héroe muestra la necesaria y justiciera venganza: destroza el tráiler del tipo, por lo que vemos que ha adquirido las emociones humanas.

 
            Nos damos cuenta lo que sufrió al no poder controlar sus poderes excepcionales siendo niño; el amor de sus padres lo hacen descubrir un proceso interno de aceptación. Sin embargo, no es de aquí ni de allá. Y esa es la gran cualidad de esta cinta donde, a través de efectos especiales, enfrentamiento con el resucitado Zod quien lo reclama porque es un ciudadano de su tierra, destrucciones apocalípticas que muestran a entes foráneos destrozando a una neoyorquina Metrópolis, Clark Kent aceptará que el pasado ha muerto apocalípticamente. No puede ser más “gringo” que haber nacido en Kansas.

 
            Entonces, al término de la cinta, la narración tomará el camino que otras lecturas le han dado naturalmente: su ingreso a la sociedad laboral de su nueva tierra, de su lugar de adopción, de sus orígenes granjeros. Luisa Lane sonríe de manera cómplice y uno, como espectador, piensa que todo lo anterior fue un simple pretexto visual para dar a entender ese arraigo, ese padre fantasmal, porque no puede ser tan tonta como dejarse engañar por unos lentes.

 
            También me doy cuenta de los motivos que mucha gente hable insatisfactoriamente de esta cinta: se esperaba la trama usual, se quería linealidad, no se deseaba pensar y tal vez se quería que los niños se emocionaran y se portaran bien por un rato. No sucedieron tales cosas y de ahí la frustración. Uno admira el riesgo que se tomó con esta película donde se gastaron tantos millones para que no se cayera en convencionalismos. Había una fuerte garantía: Zack Snyder
 
 
que cumplió con creces. Qué pena que a Ud. no le gusta y ni siquiera sabe encontrar las palabras para explicar los motivos...