POMPEYA
(Pompeii)
2014. Dir. Paul W.S.
Anderson
Con un epígrafe de Plinio, el joven,
historiador de la Antigüedad, donde describe el horror que suscitó la
destrucción de todo un pueblo por la erupción del volcán Vesubio, entre
imágenes de cuerpos carbonizados, arranca esta película romántica y épica que nos devuelve a las
sagas de gladiadores, romanos, cruentas batallas o bárbaros enfrentamientos en
los coliseos.
Milo (Kit Harington, con voz ronca y
ceño rudo) sobrevivió la masacre que ordenó el oficial romano Quintus Corvus
(Kiefer Sutherland, sobreactuado con un acento que produce risa) contra su
pueblo celta, cuando era pequeño. No obstante, es tomado como esclavo que, años
más tarde, será obligado a pelear como gladiador. El destino lo lleva a
Pompeya, el reencuentro con el masacrador, la relación indirecta con una joven
aristócrata (Emily Browning) y la inesperada erupción del Vesubio.
Una agradable sorpresa que no puede
evitar la comparación con otras películas de amores condenados a la separación
o la tragedia, enmarcados por una desgracia natural que ofrece el atractivo
para espectadores deseosos de sumergirse en el entretenimiento y las pasiones
humanas. Todo lo que sucede en “Pompeya” no ofrece novedad y llegamos a la
eterna frase de que no hay nada que no se haya contado: lo que importa es cómo
se cuenta.
Milo ha logrado salir adelante gracias a
su tenacidad y fuerza, además por el contenido deseo de venganza. Desconfía de
todos. Soporta vejaciones. El ahora senador Corvus es prepotente, chantajista,
lujurioso y terco por obtener a la joven Cassia quien se enamora, por supuesto
y definitivamente, del esclavo. Hay el enfrentamiento, excelentemente
coreografiado y resuelto, en la Coliseo pompeyana, aparte de la espectacular
presentación de una erupción del gran volcán. Muchos elementos y otros
personajes entrañables que usted descubrirá.
“Los últimos días de Pompeya” están en
el cine desde hace cien años: en Italia se filmó una producción espectacular en
1913, de Mario Caserini, con la corrupción de los aristócratas como base.
Hollywood retomó el asunto en 1935 bajo las manos mágicas de los creadores de “King Kong” (Cooper y Schoedsack) utilizando una subtrama de cristianismo.
En 1959, dentro de la serie de cintas europeas que tomaron el género de gladiadores o fantasía mitológica, también surge la venganza por la muerte del padre.
Y se han filmado diversas producciones para la televisión.
Hollywood retomó el asunto en 1935 bajo las manos mágicas de los creadores de “King Kong” (Cooper y Schoedsack) utilizando una subtrama de cristianismo.
En 1959, dentro de la serie de cintas europeas que tomaron el género de gladiadores o fantasía mitológica, también surge la venganza por la muerte del padre.
Y se han filmado diversas producciones para la televisión.
El realizador Paul W.S. Anderson (no confundir con
el creador de “Boogie Nights” o “Magnolia”) se ha dedicado a un cine
inmejorable de acción, con la serie de cintas de “Resident Evil”, luego de
haberse dado a conocer por otro videojuego llevado a la pantalla (“Mortal
Kombat”). Pertenece al conjunto de realizadores que ha sabido darle un matiz y
otro sentido metafórico a este género básico (como Zach Snyder o Justin Lin) y en este
caso, se apoya en el romance y en el trágico fin. Lo que debe agradecérsele es
precisamente ese sentido amoroso que torna una trama convencional en metáfora
del amor enloquecido, nunca consumado, siempre presente, entre seres humanos. La última imagen es un gran ejemplo de poesía fílmica. ¡Descúbrala!