GLORIA
2013. Dir. Sebastián
Lelio.
Gloria (Paulina García) es una mujer
cercana a los sesenta años. Divorciada, vive sola, llama por teléfono a sus
hijos que no la procuran mucho, trabaja, pero por las noches va a bailar a los
centros nocturnos que frecuentan las personas mayores de edad. Cierta noche
conoce a Rodolfo (Sergio Hernández), militar retirado que ahora tiene un campo
de diversiones (bungee y rifles de pintura) con el cual inicia una relación
sexual. Sin embargo, Rodolfo tiene dos hijas que dependen de él y a las cuales
no revela su lazo con Gloria.
Esta producción chilena destacó en
festivales internacionales y llamó la atención hacia la actriz García que
interpreta el personaje principal (ganó el Oso de Plata a la mejor actriz), sobre todo por presentar cierta etapa de la
vida cercana a la tercera edad, sin juventud pero sin llegar tampoco a la
ancianidad. El momento en el cual hay impulso sexual aunque los cuerpos ya no
sean lozanos ni firmes. Gloria se siente viva y por eso busca todavía la
satisfacción sexual y si, por consiguiente, llega el amor, pues perfecto.
Rodolfo era obeso y ahora ha adelgazado, usa faja y se entrega con facilidad a
Gloria. Él es quien insiste en seguir la relación. No obstante, la niega ante
sus hijas porque siente una responsabilidad hacia ellas, que no estudiaron y
una tiene problemas para caminar.
La trama viene a mezclar imágenes de un
Chile presente donde hay manifestaciones y protestas, pero la idea que se
siente socialmente es que el pasado no existió: las nuevas generaciones no
recuerdan a la dictadura ni todo aquello que se tuvo que sufrir. Por su parte,
Rodolfo, viejo oficial, se siente todavía protector de su familia: no puede dar
rienda suelta al sentimiento y debe mantener esa actitud conservadora que
recuerda lo que el viejo régimen proponía: cuidar toda situación para que no se
salga de los límites. Gloria practica una libertad que no se permite alguien
que simboliza al pasado: a pesar de la soledad, o quizás por ello, trata de mantenerse viva.