PUENTE DE
ESPÍAS
(Bridge of
Spies)2015. Dir. Steven Spielberg
Todo
persona es importante expresa el abogado Donovan (un Tom Hanks extraordinario) ante el juez prejuiciado
que no acepta la defensa de un espía soviético. Le preocupa que se viole la
constitución de un país que debe garantizar los derechos de toda persona que se
encuentre dentro de su territorio. Es la premisa por la cual esta cinta tiene
sentido y significado. Basada en hechos reales cuando la Guerra Fría entre
Estados Unidos y la Unión Soviética se encontraba en su máximo punto, al mismo
tiempo que se levantaba el muro que dividía a Berlín y daba personalidad a la
República Demócrata Alemana, tenemos la historia de un intercambio de espías.
El abogado Donovan (Tom Hanks) con su defendido
Abel (Mark Rylance) que es odiado por una sociedad amenazada
por los temores de la guerra nuclear.
Al encontrarse y apresar al espía
soviético Rudolf Abel (Mark Rylance) en Brooklyn, en 1957, el gobierno decide emplear a un
abogado defensor para continuar con su imagen de democracia, aunque el
veredicto era vox populi: ¡culpable!
El abogado que se le asignó resultó ser un hombre de conciencia, humanista que
pensaba en el prójimo. Se daba cuenta que se habían violado las garantías
constitucionales al no tener orden de cateo ni pruebas para el arresto. Eso no
importaba. De todas maneras, logra convencer al juez de que no lo mande a la
silla eléctrica, sino que lo mantenga vivo por si alguna vez se atrapa a un
espía norteamericano en el lado contrario. Esta perspectiva visionaria vino a
hacerse realidad en poco tiempo: el piloto norteamericao Francis Gary Powers (Austin Stowell) cae a tierra
mientras fotografiaba ilegalmente a terrenos soviéticos.
El mismo abogado, aborrecido por haber
logrado la supervivencia del espía, es convencido para que establezca la
negociación de intercambio sin que país alguno tenga responsabilidades ni
intervenga directamente: Powers por Abel. Nada más que el Destino interviene:
en Berlín es apresado sin motivo, el estudiante norteamericano Pryor. Al
enterarse el abogado Donovan del asunto, pondrá toda su energía en lograr
también la liberación del joven: Pryor y Powers por Abel. Entonces entra el
orgullo nacional, la soberbia del poder, ya que los alemanes no querían
sentirse peleles de los soviéticos (como ocurriría en la realidad).
El piloto Powers (Austin Stowell) durante
su juicio soviético
La película es un tratado sobre la
ética personal y la moral sin cuestionamiento que sirve para indicar al
espectador que siempre habrá individuos que le ofrezcan esperanza al mundo. Los
tan mentados y sospechosos valores que ya están tan desprestigiados por la
rampante corrupción mundial, adquieren otro matiz. El personaje de Donovan es
inspirador y altruista. Spielberg, además, no cae en el mundo ideal: critica la
actitud unívoca de los Estados Unidos en la violencia que sufre el abogado al
considerársele traidor y cómplice para equilibrarla con la violencia soviética
y la supuesta suavidad norteamericana en el trato de sus respectivos
prisioneros. Políticamente, Spielberg muestra su credo ante el gobierno actual de su país en la defensa de los derechos humanos.
Donovan fue repudiado por defender a un espía enemigo
para luego demostrar que es importante
la compasión, el entendimiento y la ética entre los seres humanos
Spielberg es un maestro para la
narración fílmica: la cinta fluye sin sentirse en sus 140 minutos y así como te
absorbe la forma en que cuenta su historia, te impacta la inclusión inesperada
de la violencia, ya sean disparos sobre una ventana o la explosión de un avión
que viene cayendo encima del paracaidista. Un delicioso manjar cinematográfico.