jueves, 29 de octubre de 2015

MÁS QUE HUMANO


PUENTE DE ESPÍAS
(Bridge of Spies)
2015. Dir. Steven Spielberg

 

 

         Todo persona es importante expresa el abogado Donovan (un Tom Hanks extraordinario) ante el juez prejuiciado que no acepta la defensa de un espía soviético. Le preocupa que se viole la constitución de un país que debe garantizar los derechos de toda persona que se encuentre dentro de su territorio. Es la premisa por la cual esta cinta tiene sentido y significado. Basada en hechos reales cuando la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética se encontraba en su máximo punto, al mismo tiempo que se levantaba el muro que dividía a Berlín y daba personalidad a la República Demócrata Alemana, tenemos la historia de un intercambio de espías.

 

El abogado Donovan (Tom Hanks) con su defendido
Abel (Mark Rylance) que es odiado por una sociedad amenazada
por los temores de la guerra nuclear.
 
         Al encontrarse y apresar al espía soviético Rudolf Abel (Mark Rylance) en Brooklyn, en 1957, el gobierno decide emplear a un abogado defensor para continuar con su imagen de democracia, aunque el veredicto era vox populi: ¡culpable! El abogado que se le asignó resultó ser un hombre de conciencia, humanista que pensaba en el prójimo. Se daba cuenta que se habían violado las garantías constitucionales al no tener orden de cateo ni pruebas para el arresto. Eso no importaba. De todas maneras, logra convencer al juez de que no lo mande a la silla eléctrica, sino que lo mantenga vivo por si alguna vez se atrapa a un espía norteamericano en el lado contrario. Esta perspectiva visionaria vino a hacerse realidad en poco tiempo: el piloto norteamericao  Francis Gary Powers (Austin Stowell) cae a tierra mientras fotografiaba ilegalmente a terrenos soviéticos.

 Un extraordinario Mark Rylance,
tan versátil: frío y conmovedor

         El mismo abogado, aborrecido por haber logrado la supervivencia del espía, es convencido para que establezca la negociación de intercambio sin que país alguno tenga responsabilidades ni intervenga directamente: Powers por Abel. Nada más que el Destino interviene: en Berlín es apresado sin motivo, el estudiante norteamericano Pryor. Al enterarse el abogado Donovan del asunto, pondrá toda su energía en lograr también la liberación del joven: Pryor y Powers por Abel. Entonces entra el orgullo nacional, la soberbia del poder, ya que los alemanes no querían sentirse peleles de los soviéticos (como ocurriría en la realidad).

 

El piloto Powers (Austin Stowell) durante
su juicio soviético
 
         La película es un tratado sobre la ética personal y la moral sin cuestionamiento que sirve para indicar al espectador que siempre habrá individuos que le ofrezcan esperanza al mundo. Los tan mentados y sospechosos valores que ya están tan desprestigiados por la rampante corrupción mundial, adquieren otro matiz. El personaje de Donovan es inspirador y altruista. Spielberg, además, no cae en el mundo ideal: critica la actitud unívoca de los Estados Unidos en la violencia que sufre el abogado al considerársele traidor y cómplice para equilibrarla con la violencia soviética y la supuesta suavidad norteamericana en el trato de sus respectivos prisioneros. Políticamente, Spielberg muestra su credo ante el gobierno actual de su país en la defensa de los derechos humanos.

 

Donovan fue repudiado por defender a un espía enemigo
para luego demostrar que es importante
la compasión, el entendimiento y la ética entre los seres humanos
 
         Spielberg es un maestro para la narración fílmica: la cinta fluye sin sentirse en sus 140 minutos y así como te absorbe la forma en que cuenta su historia, te impacta la inclusión inesperada de la violencia, ya sean disparos sobre una ventana o la explosión de un avión que viene cayendo encima del paracaidista. Un delicioso manjar cinematográfico.

 

Dos grandes personajes del siglo XX