LA TRIBU
(Plemya)2014. Dir. Miroslav Slaboshpitsky.
Nota: esta película se exhibirá el próximo sábado 17 y domingo 18 de octubre en nuestra Cineteca Nuevo León dentro del ciclo del Foro de la Cineteca. No pierdan la oportunidad para conocerla. Se agradece a Alejandro Gómez, coordinador de programación.
El adolescente Sergey llega a una
escuela-internado para sordomudos. Ahí se encontrará con un universo semejante
al mundo común, aquel que disfruta de todos los sentidos. Hay una mafia que
controla a los demás estudiantes, coludida con un maestro de carpintería, por
lo que venden ciertos productos en los trenes, asaltan a personas por las
calles, propician la prostitución de dos jovencitas (Anya y Svetka) entre los
traileros. Sergey se enamora de Anya a la cual primero paga por sus servicios
sexuales y luego ella toma otra actitud. La relación llevará a resultados sorpresivos.
La cinta no tiene subtítulos. No hay un
solo diálogo, solamente los sonidos incidentales y de ambiente. Nos enteramos
de los nombres de los protagonistas por los créditos al final de la película. Y
lo más extraordinario, es que el realizador ucraniano Slaboshpitsky la filmó
con jóvenes sordomudos, con los cuales debía comunicarse gracias a un traductor
del lenguaje de señas para darles indicaciones, pero que resultan naturales,
dando muestra de histrionismo, audacia, entrega a la trama.
Sergey primero busca a Anya pagándole
sus servicios sexuales...Jóvenes
con cuerpos estéticos...
La película nos lleva hacia un submundo
que usualmente no miramos. Vivimos en la existencia “normal” porque gozamos de
los sentidos. Nos encontramos con alguna persona ciega o sorda o muda, pero no
pensamos en su comunidad. Lo más atrevido es que no se muestra un panorama
dulce (usamos la palabra “sordito”, “cieguito”, como equivalente de “pobrecito”)
ni inocente (al estar impedidos de alguna manera, deben ser buenos por
naturaleza). Son brutales, amenazadores, sensuales, como cualquier otra
persona. Hay perversión, droga, abuso. Las
instituciones siguen siendo tan burocráticas como insensibles. De todas
maneras, no se generaliza: es un microuniverso como el mayor en que convivimos
cada día. Al final de cuentas, el ser humano explota ante las presiones.
El castigo hacia los desobedientes que se salen de las normas
Ópera prima de su realizador que cae en
la categoría de original. Hemos visto historias edificantes: la salvaje ciega,
sordo y muda Helen Keller alcanza comunicarse y tornarse en personaje intelectual
en Ana de los milagros (1962, Arthur Penn) o el esperanzado personaje que busca
amor y siente soledad en El corazón es un cazador solitario (1968, Robert Ellis
Miller). Aquí en México, el mismo tema de hambre de amor en la sobreactuadísima
El hombre de papel (1963, Ismael Rodríguez). Sin embargo, hay maldad en todo
ser humano. Aquí tenemos ejemplos.
Tomas alejadas para darle un marco de referencia
al espectador. Los personajes se acercan a la cámara.
El estilo del realizador mete al
espectador en la cinta: hay usualmente tomas alejadas. Uno mira en general todo
el espacio donde suceden los hechos terribles o las explícitas escenas del
encuentro amoroso. Hay largos corredores en un edificio que se nota antiguo,
institucional de tiempos pasados, en esta Ucrania singular: la del personaje
que, sin importar la falta de algunos sentidos, se integra dentro del
deterioro, la perversión, la rebeldía que se da entre los jóvenes que llaman la
atención porque sus personalidades son estéticas: cuerpos hermosos, bellos
rasgos, aparte de brindar buenas actuaciones.