MISIÓN
RESCATE
(The
Martian)2015. Dir. Ridley Scott.
Mark Watney (Matt Damon) forma parte
del grupo de astronautas que realizan una misión en Marte. Una tormenta de
polvo lo arrastra y queda herido por un fragmento de metal. Sus compañeros lo
toman por muerto y lo dejan porque la nave en que viajan está en peligro. Al
día siguiente, Watney despierta, logra llegar a la estación de resguardo donde
se autocura y se da cuenta que con el tiempo morirá. No obstante, de pronto se
dice a sí mismo que eso no sucederá y comienza su proceso de supervivencia. Por
otras situaciones logra comunicarse a la Tierra para que se inicien planes de
rescate. Luego, debido a que sus compañeros se encuentran todavía en el largo
viaje de regreso, se buscará la manera de que ellos se devuelvan para
recuperarlo.
Luego de llegar al refugio, Watney
se realiza una curación y piensa en su mortalidad
Estamos ante una versión posmoderna (tecnología avanzada y tiempos relativos), de
ciencia-ficción, del Robinson Crusoe,
la inmortal novela de Daniel Defoe acerca del marinero que quedaba solitario en
una isla donde debería cuidarse de los peligros acechantes y que ha dado lugar
a diversas versiones (entre ellas, una de Buñuel) u otras
lecturas como Náufrago (Cast Away, 2000,
Robert Zemeckis), pero más coincidente (e interesante) resulta una obra
maestra menor del cine espacial primitivo llamada Robinson Crusoe en Marte (1964, Byron Haskin) donde un hombre
quedaba varado en el planeta rojo con un mono y buscaba la manera de conseguir
oxígeno, agua y alimento. Y podemos añadir a Gravedad, entre muchas otras cintas.
Comienza a cultivar papas,
utilizando sus propios desechos
como abono. Watney era botánico
En este caso, la primera parte de la
cinta, donde Watney se las ingenia para cultivar papas, mantener su oxígeno, y
encontrar la manera de comunicarse da una idea clara de lo que significa la
soledad, la idea del aislamiento sin aparente solución y la necesidad de seguir
adelante pese a todo. Siempre está la amenaza de cualquier error que lo ponga
en peligro sin respuesta (la falta de presión o el limitado oxígeno) y es lo que
mantiene el interés para un espectador avezado, con referencias.
Lo que pudo ser más interesante:
su reflexión ante la soledad y el hecho
de que es un puntito en el universo
Luego, la cinta se alarga: surge la
posibilidad del rescate (que ya lo anuncia el título de la cinta), aparte de
que se está consciente que el héroe, el actor principal, no puede morir: mucho
menos si es una producción millonaria. El maestro Scott sabe perfectamente los
trucos de su profesión y maneja suspenso o ambigüedad. En nuestro planeta están
todos los directivos de la NASA, el apoyo del gobierno chino, científicos ultra
preparados que van organizando la salvación del astronauta Watney. Y ahí es
donde se causa un hiato narrativo: todo es repetitivo, sin asombro, pero sobre
todo, sin pasión. No aparece la obsesión de Blade
Runner ni la sensualidad o mecatrónica de Prometeo y mucho menos la angustia de Alien, el octavo pasajero. No se nota desesperación ni rebelión en
Watney. Nunca hay una reflexión seria sobre la posibilidad de la muerte.
La vastedad, la desolación, la soledad...
Lo que pudo ser más interesante de tratar...
Y luego del vacío y el aburrimiento de
la narración, se llega a la secuencia del rescate y el espectador ya aburrido o
aletargado vuelve a interesarse. Muy irregular: hizo falta el corte, la
reducción, el ritmo, pero más que nada lo que la cinta demuestra es su falta de
corazón (misma enfermedad de “Los vengadores” y su secuela), la negación de la poética de la soledad. En fin. Esperemos
cosas mejores del maestro Scott.
El maestro Ridley Scott nos ofrece
una de sus cintas menores (no es la primera vez)
pero nadie le niega su calidad: faltó poesía.