domingo, 17 de enero de 2016

BUENAS INTENCIONES, PERO...


LA CHICA DANESA
(The Danish Girl)
2015. Dir. Tom Hooper.

 


         Einar Wegener (Eddie Redmayne) y Gerda, su esposa (Alicia Vikander) son dos pintores de tiempo completo en el Copenhague de 1926.
 
Mientras Einar tiene fama por sus paisajes que reviven los lugares de su infancia y juventud, Gerda no despierta el interés de los galeristas. Cierto día que Gerda requiere terminar el retrato de una bailarina, pide a su marido que se ponga unas medias y coloque un vestido sobre su cuerpo para seguir con su trabajo.
 
 
Esto provoca un desazón en Einar quien descubre su lado femenino. A partir de entonces ya no querrá tener sexo con su esposa, conocerá a un joven homosexual que le despierta otras pasiones, recordará a su amigo de infancia con el cual se besó, y llegará al extremo de someterse a una cirugía de reasignación de género. Gerda obtendrá reconocimientos con sus retratos de Lili Elbe, el alter ego de su marido.

 

La pose estereotipada de Redmayne como mujer
es colocar las manos sobre su mentón
         La cinta se convierte en un bellísimo ejemplo de buena factura: fotografía espléndida, ambientación envidiable, pero no explota a fondo el dilema de Einar/Lili. La transformación aparente se va dando de manera rápida y engañosa. Todo se va resolviendo por fórmulas: el niño con el cual se besó ahora es un atractivo hombre (Matthias Schoenaerts) que es citado para conocer su opinión y explicar que fue un juego infantil. El hombre al que conoce y le llama la atención (Ben Whishaw) es un homosexual por el cual no siente el mínimo deseo. El sexo apasionado entre esposos se torna en separación de cama matrimonial por una cortina transparente.

 
Matthias Schoenaerts
Sebastian Koch


         Superficial pero bella visualmente. Inofensiva en su propuesta combatividad al aceptar la cirugía para cambio de sexo y ser el primer caso, aunque fallido, en la historia. Uno va notando el cambio de Einar a Lili sin que se tengan motivaciones o antecedentes. Eddie Redmayne ofrece otra transformación de personaje (como en su oscareada actuación previa como Hawking) pero se siente sobreactuado, y al final de la cinta ha sido apabullado por la Vikander. Son los personajes secundarios y cortos los que más llaman la atención en este irregular melodrama de la vida real: Schoenaerts, Whishaw y Sebastian Koch (como el Dr. Warnekros quien realiza la operación) tienen demasiada presencia fílmica.
 


         Al realizador Hooper le debemos la fallida y sobreapreciada Los miserables, además de El discurso del rey que le diera el Óscar a Colin Firth. Se nota que esta película es otro golpe prestigioso que, por desgracia, posee un ritmo lento. Un tema grandilocuente y de moda, cuando los tabúes sexuales se han ido cayendo paulatinamente (aunque no tanto como uno quisiera), al menos le da al público un mínimo acercamiento hacia lo que significa sentir el alma atrapada en el cuerpo incorrecto. Buena construcción, malos cimientos...