domingo, 21 de agosto de 2016

UNA PÉRDIDA DE TIEMPO

BEN - HUR
2016. Dir. Timur Bekmambetov.



            La pregunta obligada es ¿para qué volver a filmar uno de los grandes clásicos del cine? Las posibles respuestas podrían ser para que las nuevas generaciones conozcan esta trama o tal vez para retomar el tema de la fe y la lealtad en tiempos revueltos. Si el espectador conoce las películas filmadas en 1925 y 1959 (al menos la de 1959) no podrá dejar de remitirse a las mismas y establecer comparaciones. Si el espectador es joven al que jamás le interesará revisar el cine de antaño, será una cinta de acción más que ocurre en los tiempos de Cristo.



            Para los mayores que pudimos verla en su estreno (a mí me tocó en el Cine Encanto) y luego revisitarla a través del vídeo, es una total decepción, un esfuerzo inútil, una larga hilera de efectos digitales que se asemejan a un videojuego (la secuencia de la carrera de caballos o la batalla marítima entre griegos y romanos). Y tal vez ese enfoque sea atractivo a un joven que preferirá los verdaderos juegos virtuales más elaborados e interesantes en las consolas de su casa.



            Judá Ben-Hur (Jack Huston) es un rico príncipe judío en Jerusalén que recibe el retorno de su hermano adoptivo, Mesala (Toby Kebbell), ahora centurión romano. Su diferencia de opiniones en cuanto al imperio del César y un hecho violento hace que ambos se separen: Ben-Hur es enviado a las galeras como esclavo, su madre y hermana metidas en la cárcel. Durante una batalla, el barco donde estaba Ben-Hur es atacado, pero el hombre logra sobrevivir y llegar a tierra donde lo rescata el mercader de caballos Ilderim (Morgan Freeman). Éste acuerda una carrera donde su protegido Ben-Hur competirá con el campeón Mesala. A cambio obtendrá el perdón. Ocurre el evento donde Mesala es malherido y pierde una pierna. Ben-Hur busca a su hermana y madre al mismo tiempo que le toca asistir a la crucifixión de Cristo. Gracias a ello, las mujeres, leprosas, quedan curadas y libres. Se reencuentran, para que luego Ben-Hur recapacite sobre el amor al prójimo, perdone a Mesala y vuelvan a estar todos juntos.



            La narración intenta darle un enfoque moderno. Ilderim narra los hechos de Ben-Hur al inicio de la carrera de caballos para que la acción se vaya al pasado cuando los hermanos adoptivos jugaban, también a caballo, jóvenes y felices. Luego viene el conflicto: Mesala siente que debe hacer honor a sus raíces y se marcha como soldado donde obtiene fama y grados militares. Al retornar a Jerusalén piensa que su amigo judío se le unirá para sofocar los levantamientos rebeldes contra el imperio pero Ben-Hur se niega. Uno de los insurgentes ataca a los romanos, Ben-Hur se echa la culpa y ahí inician todos los hechos trágicos.



            Ben-Hur fue una exitosa novela publicada en 1880. Su subtítulo es “Un cuento del Cristo” ya que el personaje principal, judío fiel a su raza, llega a perder la fe ante las tribulaciones de su existencia, para recuperarla cuando tiene un acercamiento con Jesús. La novela narra la amistad entre el personaje y su amigo de infancia Mesala quien se convierte en el villano de la trama. En 1925 la MGM gastó cuatro millones de dólares en filmarla convirtiéndose en gran taquillazo, dándole a la compañía productora un importante lugar como creadora de películas prestigiosas. Para 1959, la misma compañía invirtió quince millones de dólares para lograr una segunda versión que se convirtió en todo un fenómeno, ganando premios y otra recaudación millonaria. Ambos esfuerzos valieron la pena y en ambos casos se mantenía el honor del príncipe judío y el castigo para el malvado opresor.



            Ahora tenemos una versión compacta, con un reparto completamente desangelado, donde no se enfatiza la calidad moral de sus personajes. Aunque se muestra la solidaridad y afecto inicial entre los hermanos, el deseo de ajustar cuentas se reduce a la nada. Poco sirve que Mesala haya echado a perder las vidas del príncipe y su familia. De pronto, Ben-Hur recuerda el pasado y perdona al malvado sus acciones para terminar en santa paz. Este final se siente forzado y no satisface al espectador acostumbrado a los castigos para el mal que todo cuento moral debe considerar. En la versión silente, Mesala moría en la carrera. En 1959, Mesala mantenía su orgullo: con gran dolor, a punto de ser amputado de sus piernas, rechazaba el procedimiento para recibir a su enemigo, el amado que lo traicionó según su punto de vista, para asestarle el golpe final y revelarle la existencia de su madre y hermana, a las cuales el príncipe creía muertas. Luego expiraba.



            Uno recuerda a Ramón Novarro, a los 25 años, corto de estatura pero con cuerpo atlético en la primera versión.



Luego está Charlton Heston con sus atributos físicos e imponentes. Al compararlos con el poco agraciado, de apariencia débil y vulnerable Jack Huston, es increíble que sea el héroe que sobrevive a sus aflicciones.



Luego viene la memoria de Francis X. Bushman, corpulento y de aspecto rudo, altivo, como el Mesala silente.



Sobre todo, Stephen Boyd, en la versión con Heston, musculoso pero bien proporcionado, cuyo reencuentro con su amigo de la infancia tiene insinuaciones homoeróticas: simplemente el abrazo y la mirada que entrecruzan en dicha secuencia le da todo sentido a la venganza del amante despechado, rechazado.



Toby Kebbell no posee carisma ni personalidad ruda que le haga creíble como gran oficial romano.



            El realizador Bekmambetov, más conocido por Abraham Lincoln, cazador de vampiros y Se busca se ha caracterizado por un cine de acción efectivo, sin mayores toques humanos ni reflexivos. De ahí que la carrera de caballos en esta cinta sorprenda por su falta de contundencia y elaboración. Se notan los efectos digitales por lo que uno pensaría que habría audacias mayores. Para los cinéfilos conservadores, de antaño, es un insulto volver a filmar el cine emblemático del pasado. Uno espera que jamás se le ocurra a algún ignorante productor fílmico querer rehacer Lo que el viento se llevó o Casablanca, por ejemplo. Ben Hur (2016) es una de las peores cintas del año.