ESCUADRÓN SUICIDA
(Suicide Squad)
2016. Dir. David
Ayer.
Una funcionaria de gobierno propone la
creación de un grupo con “metahumanos”, o sea individuos que poseen poderes
únicos o cualidades sobrenaturales, pero quienes se encuentran encerrados por
su pasado criminal (asesinos, ladrones, piromaniacos, etc…) para combatir a
fuerzas superiores que pudieran ser una amenaza para la nación. Un personaje enemigo es
la hechicera (Enchantress) de la cual
se tiene control porque su corazón está resguardado por la funcionaria. Cierto
día la bruja lo recupera y libera a otra entidad poderosa que es su hermano y con el
cual desea acabar con los ejércitos y las armas mundiales. El escuadrón de
supervillanos deberá enfrentarlos.
Una nueva oferta de DC Comics que
referencia a personajes de Batman
(Jared Leto interpreta a un Guasón menos grotesco; Ben Affleck aparece
brevemente) donde se juega con la moralidad y sus avatares. Cada villano
criminal tiene algún acercamiento con las bondades de este mundo: Deadshot
(Will Smith), criminal a sueldo, tiene una hija a la cual ama; Harley Quinn
(Margot Robbie), psiquiatra asesina por su pasión hacia el Guasón; El Diablo
(Jay Hernandez) mató a su esposa e hijos al no controlar su poder flamígero que
le causa remordimientos; y así siguen. Por otro lado, la agente de gobierno
Waller (Viola Davis), es chantajista e implacable; Lang (Joel Kinnaman) es un soldado
enamorado que sigue órdenes aún si llevan a la extinción de personas.
Los villanos se definen como “lo peor
de lo peor” y, sin embargo, buscan la redención y la liberación de la culpa.
Sus acciones en favor de la humanidad propician un matiz absolutorio para que
se olvide todo lo malo que han hecho. Y la cinta lo deja claro: habrá que pagar
los pecados a pesar de todo. Son los matices obscuros que han definido a estas
películas de DC contra las complacencias de la serie Marvel, lo que proporcionan
interés y no queda en la visión maniquea y absoluta. Por eso, el ofrecimiento
más divertido y diferente en Marvel ha sido Deadpool,
con su nihilismo.
Estamos ante una relectura de Doce del patíbulo (The Dirty Dozen, 1967,
Robert Aldrich), donde un grupo de convictos eran enviados a combatir y
eliminar a oficiales alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. En la cinta, solamente
el menos criminal (se había revelado contra un superior) era quien sobrevivía.
Los requerimientos de época no permitían el premio al malvado. En este caso,
dentro de la fantasía, como cinta dedicada a menores de edad, se necesita
mostrar al mal que recibe castigo pero con esperanza.
("Doce del patíbulo" utilizaba a convictos
como soldados contra los alemanes)
El realizador Ayer nos ha ofrecido
cintas magníficas en el pasado (Corazones
de hierro, Sabotaje, Último turno) con personajes que se
encuentran en situaciones más allá de sus expectativas (límites) y deben
aplicar ingenio y razón común para enfrentarlas. En aquellos casos era el mundo
real, ahora tenemos el imperio de la fantasía donde los parámetros son
diferentes. Habrá que seguir adelante para convertirse en héroes aunque con los
puntos negros del pasado. Es lo que entusiasma de una cinta muy estilizada
(producida por Zack Snyder, y se nota) donde volvemos a la batalla moral con
las vueltas de tuerca necesarias y salirnos de la rutina con efectos especiales
repetitivos para entrar en otras circunstancias.