domingo, 7 de agosto de 2016

LA BATALLA MORAL


ESCUADRÓN SUICIDA

(Suicide Squad)

2016. Dir. David Ayer.

 


         Una funcionaria de gobierno propone la creación de un grupo con “metahumanos”, o sea individuos que poseen poderes únicos o cualidades sobrenaturales, pero quienes se encuentran encerrados por su pasado criminal (asesinos, ladrones, piromaniacos, etc…) para combatir a fuerzas superiores que pudieran ser una amenaza para la nación. Un personaje enemigo es la hechicera (Enchantress) de la cual se tiene control porque su corazón está resguardado por la funcionaria. Cierto día la bruja lo recupera y libera a otra entidad poderosa que es su hermano y con el cual desea acabar con los ejércitos y las armas mundiales. El escuadrón de supervillanos deberá enfrentarlos.





         Una nueva oferta de DC Comics que referencia a personajes de Batman (Jared Leto interpreta a un Guasón menos grotesco; Ben Affleck aparece brevemente) donde se juega con la moralidad y sus avatares. Cada villano criminal tiene algún acercamiento con las bondades de este mundo: Deadshot (Will Smith), criminal a sueldo, tiene una hija a la cual ama; Harley Quinn (Margot Robbie), psiquiatra asesina por su pasión hacia el Guasón; El Diablo (Jay Hernandez) mató a su esposa e hijos al no controlar su poder flamígero que le causa remordimientos; y así siguen. Por otro lado, la agente de gobierno Waller (Viola Davis), es chantajista e implacable; Lang (Joel Kinnaman) es un soldado enamorado que sigue órdenes aún si llevan a la extinción de personas.

 



         Los villanos se definen como “lo peor de lo peor” y, sin embargo, buscan la redención y la liberación de la culpa. Sus acciones en favor de la humanidad propician un matiz absolutorio para que se olvide todo lo malo que han hecho. Y la cinta lo deja claro: habrá que pagar los pecados a pesar de todo. Son los matices obscuros que han definido a estas películas de DC contra las complacencias de la serie Marvel, lo que proporcionan interés y no queda en la visión maniquea y absoluta. Por eso, el ofrecimiento más divertido y diferente en Marvel ha sido Deadpool, con su nihilismo.

 




         Estamos ante una relectura de Doce del patíbulo (The Dirty Dozen, 1967, Robert Aldrich), donde un grupo de convictos eran enviados a combatir y eliminar a oficiales alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. En la cinta, solamente el menos criminal (se había revelado contra un superior) era quien sobrevivía. Los requerimientos de época no permitían el premio al malvado. En este caso, dentro de la fantasía, como cinta dedicada a menores de edad, se necesita mostrar al mal que recibe castigo pero con esperanza.

 
("Doce del patíbulo" utilizaba a convictos
como soldados contra los alemanes)



         El realizador Ayer nos ha ofrecido cintas magníficas en el pasado (Corazones de hierro, Sabotaje, Último turno) con personajes que se encuentran en situaciones más allá de sus expectativas (límites) y deben aplicar ingenio y razón común para enfrentarlas. En aquellos casos era el mundo real, ahora tenemos el imperio de la fantasía donde los parámetros son diferentes. Habrá que seguir adelante para convertirse en héroes aunque con los puntos negros del pasado. Es lo que entusiasma de una cinta muy estilizada (producida por Zack Snyder, y se nota) donde volvemos a la batalla moral con las vueltas de tuerca necesarias y salirnos de la rutina con efectos especiales repetitivos para entrar en otras circunstancias.