UN MONSTRUO DE MIL CABEZAS
2015. Dir. Rodrigo Plá.
Sonia
Bonet (una impactante Jana Raluy) está desesperada porque su marido, con
cáncer, no recibe un medicamento ya que no lo ha aprobado el seguro médico que
tiene. A pesar de sus llamadas al doctor responsable, no hay respuesta y su
marido está cada vez peor. La ha despertado con sus gemidos a las 4 de la
mañana. Al día siguiente se dirige hacia las oficinas donde se encuentra el
doctor. La hacen esperar una hora para luego salirle conque ya ha salido de su oficina. Ella se da
cuenta que el tipo se acaba de ir y lo sigue. La acompaña Darío (Sebastián
Aguirre Boëda), su hijo de quince años. Llegan a la casa del tipo. La mujer del
médico le hace pasar con la confianza de que iba con un jovencito. Ya dentro, Sonia saca una
pistola para comenzar toda una odisea que la llevará con las siguientes
personas que deberían firmar la autorización para el tratamiento de su esposo.
Llegará hasta un club deportivo para sacar a un jefe del médico, que luego la
llevará a casa de un ejecutivo y posteriormente hacia el departamento de una
accionista. Todo dentro de las estúpidas burocracias que, en realidad, son
obstáculos para los pobres usuarios de servicios.
Sonia Bonet (la impecable Jana Raluy)
conforta a su agonizante marido
Un monstruo de mil cabezas es lo que
conforma a nuestra sociedad. Acecha, entorpece, impide que las cosas puedan
seguir por un camino humano, lógico, consistente con una atención para quienes pagan
(se sacrifican) con la idea, la ilusión, el afán, la esperanza de que al llegar
el momento de necesidad todo se va a solucionar en sus vidas. Sonia tiene que
tomar la justicia por su mano: no tiene intenciones criminales pero ha llegado
a creer que es su única salida. Darío jamás imaginó que la madre sacara una
pistola ni que se pusiera violenta, primero suavemente con la estúpida
recepcionista que trata al público como a su propia amargada existencia. Y
paradójicamente, Darío es quien provoca la confianza de los demás.
La novela en que está basada esta genial película
es una delicia y permite comparar al equivalente visual
Basada
en una novela de Laura Santullo, pareja en la vida real del realizador Plá, que
es un texto coral, fácil de leer y conseguir en librerías (editada por Planeta,
apenas 160 páginas), en la cual se alternan capítulos donde hablan
sucesivamente ella y luego los otros (que son todos los involucrados en los
hechos). Mientras Sonia explica sus angustias y motivaciones, los demás narran
el caso. En la cinta, la adaptación realizada por Plá y Santullo muestra
cronológicamente los hechos, pero durante el desarrollo, de manera inteligente,
se van intercalando las voces de los declarantes en lo que será un juicio
posterior. Se agradecen las colaboraciones de esta pareja que ha sabido mezclar
talentos (todo lo contrario a los esperpentos grandilocuentes de Ripstein-Garcíadiego)
para hablarnos de los débiles sometidos por los poderosos. Este es el cuarto
largometraje que nos regalan.
Sebastián Aguirre Boëda como el angustiado
pero solidario hijo de la desesperada Sonia
La zona (2007) donde unos delincuentes
ingresaban en una exclusiva colonia privada para tornarse víctimas; Desierto adentro (2008) para mostrar a
los hijos sometidos por un padre fanático religioso; La demora (2012) para ilustrar la carga que resulta un anciano para
su hija. Ahora, en esta cinta de la que hablamos, la débil es esta esposa que
sufre las consecuencias de la indolencia burocrática y el poder empresarial. En
todos los casos estamos ante un cineasta comprometido con su discurso. Es
importante notar la forma narrativa. Hay escenas donde la toma inicia
lateralmente para luego encuadrarse; en otros casos, el desenfoque del fondo
permite que se destaque lo que es preámbulo a lo que sucede detrás de la
imagen. Rompimientos como metáforas visuales de lo que está ocurriendo en la
vida antes normal de esta mujer cuya cotidianeidad ya no volverá.
Resignada a su destino, ella sigue adelante
hasta las últimas consecuencias
antes que la muerte le brinde una mala jugada
Hay en la
película una frase que brinda humor ya que no queda de otra: reírse ante la
adversidad y tener esperanza, además de cimentar el cariño filial (Para la próxima mejor robamos un banco]. La novela finaliza con el testimonio del hijo con
una frase irónica, resignada, que también ofrece cierto sentido negro del
humor: Yo no creo que seamos
delincuentes, y si lo somos, debemos de ser los dos criminales más tristes y
torpes de la historia. Obra genial que no debe perderse por ningún motivo.
El genial uruguayo Rodrigo Plá, radicado
en México, brinda su cuarto, soberbio, largometraje