viernes, 30 de diciembre de 2016

INTELIGENTE AJUSTE DE CUENTAS


ANIMALES NOCTURNOS

(Nocturnal Animals)

2016. Dir. Tom Ford.





         La segunda película del diseñador Tom Ford es una meditación sobre el sentido intelectual y elegante de la venganza, entre muchos otros tópicos. Susan (Amy Adams) es dueña exitosa de una galería que presenta al arte conceptual más contemporáneo. Tiene problemas en su matrimonio con Hutton (Armie Hammer) quien le es infiel y tiene problemas económicos. Cierto día recibe las galeras de una novela escrita por su ex marido Edward (Jake Gyllenhaal) y mientras lee, se visualiza la trama que imagina Susan [un hombre, Tony (otra vez Gyllenhaal) sale de viaje con su esposa Laura (Isla Fisher) y su hija India (Ellie Bamber). En el camino son acosados por unos tipos que lo golpean y secuestran a las mujeres. Logra sobrevivir pero a ellas las matan. Un agente de la policía (Michael Shannon) le ayuda para localizar a los maleantes]. Entre el plano real y el imaginario, existe otro que se refiere a los recuerdos del pasado: Susan recuerda los tiempos en que reencontró a Edward, lo desposó contra los deseos de su madre, para luego divorciarse.


Amy Adams, extraordinaria. En cada etapa
de su vida en la película adquiere diversos matices



         La película maneja estos tres planos narrativos de manera brillante sin que afecten la continuidad de la trama. Lo más admirable de la película radica en el uso de las manifestaciones artísticas, en este caso una novela o el arte conceptual, para llegar al ajuste de cuentas con la persona que causó gran daño en una relación. De hecho, en una visita que hace Susan a un museo de arte, se detiene ante un cuadro que contiene la palabra Revenge (venganza, en inglés) para enfatizar el leit motiv de la cinta. El realizador Ford habla de varios tópicos: cómo la basura se ha convertido en gran arte; la manera en que nos vamos transformando con los años para ser sombra de lo que fuimos o pensamos; la decepción de creer en la felicidad para terminar exactamente en el margen opuesto.


Jake Gyllenhaal, excelente, aparece como
personaje real y ficticio; increíble como
puede denotar diversas edades



         La secuencia inicial donde aparecen los créditos de la cinta es brillante, pero repulsiva, ya que varias mujeres obesas, con cuerpos deformes, bailan desnudas. Sus grandes senos flácidos, sus carnes plenas de estrías, las capas grasosas que se sobreponen, como objetos vivientes que quieren expresar algún concepto artístico se oponen a toda idea usual que se tiene de la estética femenina. Ford nos establece de antemano la pusilanimidad de lo que se ha tornado "arte" de nuestros días: la fealdad absoluta. Es, de cualquier manera, la forma cotidiana para sobresalir de la galerista Susan, quien es exitosa pero ya no feliz. Ha caído en el reproche que le hacía a su primer marido obsesionado con crear su gran novela. Y esa obra, producto de su imaginación, utiliza el sentido de infelicidad y enojo que le dejó el matrimonio con Susan para vengarse.


Michael Shannon y Aaron Taylor-Johnson
como los personajes ficticios de la novela-revancha



         El realizador Ford filmó Un hombre solitario (A Single Man, 2009) que también hablaba de infelicidad. El protagonista había perdido a su pareja y ya no le encontraba sentido a la vida. En este caso, Susan está en la misma situación. Ha sacrificado sensibilidad por pragmatismo. Es tarde para recuperarla. El reparto es extraordinario: Amy Adams es una actriz versátil y puede llevar el peso de cualquier género. Lo mismo puede decirse del extraordinario Gyllenhaal. En ambos casos, sus últimas cintas han sido excepcionales y mucho se lo deben a ellos.

Tom Ford, Amy Adams y Aaron Taylor-Johnson
durante el Festival de Venecia