sábado, 11 de marzo de 2017

LA RESURRECCIÓN DEL GORILA


KONG: LA ISLA CALAVERA

(Kong: Skull Island)

2017. Dir. Jordan Vogt-Roberts.





         Un prólogo, que sucede en 1944, nos muestra a dos pilotos que caen a tierra durante la Segunda Guerra Mundial y sobreviven. Son enemigos: un norteamericano y un japonés. Empiezan a enfrentarse hasta que de pronto aparece un gigantesco gorila. La acción pasa a 1973, donde un hombre pide a un senador que le apoye para una expedición en busca de unos seres extraños a una desconocida isla en el continente asiático, pero con resguardo militar. A la misma se unen un rastreador británico (Tom Hiddleston), una fotógrafa (Brie Larson), otros civiles y un grupo de soldados que estaban siendo reenviados a sus casas luego de la rendición en Vietnam. Al llegar al lugar lanzan cargas explosivas que ponen en alerta al gorila del inicio que los ataca con facilidad, matando a muchos y dispersando a los sobrevivientes. Luego, tendrán que reencontrarse, pasando por muchos peligros, para llegar al punto donde serán recogidos varios días después.





         Así, someramente, se narra la trama de una película realizada con el afán de recuperar al personaje de King Kong en un intento por crear otra serie: luego de los créditos finales, aparece una secuencia que promete continuidad. El guion está bien resuelto y la cinta se torna en una ensalada de atmósferas y referencias a otros títulos debido a los escenarios exóticos. Indudablemente que una gran muralla de madera recuerda al inicial King Kong (Schoedsack y Cooper, 1933) así como la docilidad que aparece ante el personaje femenino, sin faltar su cuerpo sobre la palma de la bestia. Y el ambiente (selva, indígenas, napalm) nos trae a la mente las películas situadas en el Vietnam de la infausta guerra de años pasados (de hecho fue filmada en dicho país, entre otras locaciones menores).


La insípida Brie Larson
y el desperdiciado Tom Hiddleston

Tal vez las muertes inútiles de muchos soldados
viene a ser un comentario indirecto
de la inmunda Guerra de Vietnam



         Lo que uno se pregunta es la finalidad de la cinta fuera de estas recreaciones. Ni el honor militar que despierta el odio de un oficial endurecido (Samuel L. Jackson), ni las presencias del rastreador ni de la fotógrafa, les da algún sentido mayor a la película que se torna en meras secuencias de acción. No se enfatiza el trasfondo de la bella y la bestia, ni tampoco la ambición humana por explotar a los monstruos encontrados. Se anticipa un enfrentamiento con el monstruo, con características de reptil, que es némesis de Kong y por el cual éste salvaguarda a la isla. El epílogo de la cinta, tras los créditos, indica que toda ella ha sido el mero establecimiento de hechos y lugares para posteriores aventuras quizá más elaboradas. O sea que estamos ante una espléndida serie de efectos visuales (se notan los millones de dólares) pero simple y ligera promesa cuya continuidad dependerá de la taquilla que logre esta primera resurrección del magnífico animal. Han habido mejores ejemplos del hombre contra la naturaleza o el hombre ante lo desconocido. Algunos sustos, pocas emociones, ofrecen un buen rato... olvidable.