sábado, 4 de marzo de 2017

EL HÉROE PERPETUO


LOGAN: WOLVERINE

(Logan)

2017. Dir. James Mangold.





         Logan o Wolverine o James Howlett (Hugh Jackman, extraordinario) está avejentado y trabaja como chofer de limusina en 2029 cuando ya no hay mutantes. Tiene al nonagenario profesor Xavier (Patrick Stewart) escondido en una planta siderúrgica abandonada en la frontera mexicana con El Paso, Texas. Le ayuda el mutante Calibán (Stephen Merchant). Todos deben tomar drogas para mantenerse estables. Cierto día una mujer mexicana encuentra a Logan y le pide que le ayude, que necesita a un héroe que salve a una niña llamada Laura (Dafne Keen). El hombre, insensible, no le hace caso hasta que ella le ofrece dinero: su deseo es irse a vivir al mar al lado de sus congéneres. Al ser asesinada la mujer por Pierce (Boyd Holbrook), un tipo que también ha amenazado a Logan, y al aparecer la niña en su vida, el personaje accede a llevarla a un supuesto mítico lugar donde se encuentran otros niños mutantes: Laura, igual que Logan, puede impulsar navajas desde sus manos, además de haber sido creada artificialmente con el genoma de su ahora protector, por lo tanto, su padre.





         En las postrimerías de Wolverine, anunciada como la última cinta de la franquicia con la participación de Jackman, llega esta alternativa de perpetuidad, ahora a través de una hija con características semejantes para darnos una saga de supervivencia. Se muestran ambas caras del  héroe fílmico: la etapa de decadencia por medio de los tres mutantes que han sufrido los efectos del paso del tiempo ofreciendo de esta manera una imagen que usualmente no se enseña (los héroes también pierden fortaleza y poder; sus vidas cambian de estatus al tener que ganarse la vida para cubrir sus necesidades); de hecho, la secuencia inicial lo presenta alcoholizado, maldiciendo, enfrentando a unos cholos que desean robar las llantas de su limusina. La otra cara más impactante, hasta inquietante moralmente en ciertos momentos, es conocer a la heroína mutante, infantil, que no puede controlarse debido a su etapa inicial en la vida, impulsiva, que asesina sin mayores cuestionamientos (fue creada con fines perversamente bélicos). Dos etapas de la vida que los integran como terrenales.




         La cinta, con argumento brutal y admirablemente escrito, dirigida magistralmente por el inteligente Mangold, donde abundan las víctimas inocentes (debido a su condición, Xavier sufre ataques que producen vibraciones paralizantes y en ocasiones mortales; la persecución por parte del creador de Laura para recuperarla provoca que personajes adyacentes y circunstanciales pierdan la vida) inserta a sus personajes en espacios donde se tornan vulnerables con la consecuencia de que la violencia sea constante y creciente. Hay un momento, casi de ensueño, donde aparece un Wolverine más joven, otro mutante creado, que se enfrenta con el viejo, para tener la alternativa de la comparación de un héroe entrañable que disfrutamos en el pasado y que ahora se despide. El personaje aparecerá casi al final con la barba recortada para tener la imagen que se ha conocido (durante toda la cinta, Jackman porta barba completa, canosa). Será repetitivo hablar del excelente reparto, sobre todo esa niña con ojos grandes y actitud enigmática.



El infalible Hugh Jackman


         Lo más importante, algo que se ha repetido con frecuencia en otras películas, es la intertextualidad, la referencia cinematográfica que permite la lección moral. En uno de los escasos momentos de calma (siempre acechados por el desasogiego que le sucederá), Laura acompaña al agotado Xavier en un cuarto de hotel. Por televisión se exhibe Shane, el desconocido (Shane, George Stevens, 1953),  una de las joyas perfectas del cine del oeste, donde un niño le pide al pistolero que lo ha protegido junto con su familia, eliminando a los enemigos, que no se vaya. El hombre le informa que no se puede vivir con un asesinato, una marca que siempre queda en la persona y que él debe vivir con bien. La niña está viendo una película quizás por primera vez en su vida: las palabras quedan grabadas en su mente porque en la realidad le está ocurriendo algo semejante. Al final de la cinta, esas palabras vienen a ser un obituario de amor: el magnífico poder del cine que le dio una enseñanza.


El héroe que ofrece lección moral
Logan en 2017 y Shane en 1953



         Lo que parece una nimiedad, en realidad razón de ser para que la cinta tenga sentido, viene a ser otro ejemplo de perpetuidad: imaginamos que Laura seguirá las acciones de su padre al formar parte de otra familia de mutantes; pensamos que el discurso del personaje cinematográfico le ha dado una regla ética para su vida. Una cinta de 1953 (El profesor Xavier le dice a Laura que es una película muy vieja exagerando al calificarla como “casi centenaria”) sigue viva en 2029 manteniendo su mensaje de no violencia luego de haberla vivido y erradicado puntualmente. Estoy seguro que un porcentaje altísimo de espectadores no tuvieron idea ni sabían de la película en la televisión y la repetición de sus palabras en boca de la niña, pero es la base de la cinta: el efecto del héroe en el niño: imaginación, lección de vida, esperanza para el futuro…

El magnífico James Mangold