domingo, 21 de mayo de 2017

LA MORTAL BUROCRACIA


YO, DANIEL BLAKE

(I, Daniel Blake)

2016. Dir. Ken Loach.





         Daniel Blake (Dave Johns, estupendo) es un carpintero que se encuentra incapacitado pero, debido a un conflicto entre el dictamen médico y la burocracia de pensiones, no se le da la oportunidad de tener otro trabajo, aunque se le exige buscarlo. En la oficina donde hace sus trámites se topa con una joven madre de dos hijos que también tiene otro problema y forman una amistad. Ambos vivirán sus tribulaciones hasta un inesperado pero conmovedor desenlace.


Una de tantas visitas a la oficina
de trámites burocráticos



         El realizador Ken Loach ha realizado una carrera donde su temática ha sido la crítica social hacia el propio gobierno británico ya sea metafóricamente en épocas previas o por medio de casos usuales en estas épocas contemporáneas. Los absurdos burocráticos que la lógica racional no acepta pero que son realidades cotidianas: el ciudadano llega a rendirse antes que enfrentar todos los requisitos que se solicitan para poder continuar adelante con el trámite. Es irritante notar la vulnerabilidad del ser común y corriente, necesitado, ante la prepotencia del burócrata asentado en el poder que le da un puesto.


Desesperado, Daniel escribe un graffiti
en la oficina de gobierno, ante el júbilo
de otra de sus víctimas



         Así tenemos una secuencia donde Daniel tiene que buscar empleo, entregar currículos (luego de haber ido obligatoriamente a un taller para realizarlos donde Loach nos dice todo al mostrar los rostros de personas cuyas realidades no podrán resolver las tareas que se les asignan) y luego demostrar que lo hizo. A Daniel, carpintero mayor de edad, le exigen que llene cuestionarios en línea, cuando nunca en la vida ha utilizado ni poseído una computadora. Tan irracional como interrogar a un indígena en idioma que desconoce.


Daniel encuentra a Katie con sus dos
hijos como emblema solidario
del absurdo y la miseria



         Paralelamente se presenta el caso de Katie (Hayley Squires, estupenda), la mujer que conoce en la misma oficina burocrática, que también ha tenido que pasar por diversas humillaciones y otros absurdos para lograr un lugar para vivir: luego viene el problema del empleo. Después, las presiones por el hambre y las necesidades de los hijos. Y todavía más: Daniel tiene a un vecino cuyo trabajo le exige mucho pero paga poco y por eso ha recurrido al contrabando para ganar un dinero extra que, en realidad, se ha tornado substancial. Consecuencias de un régimen social.


Katie llega a extremos que Daniel desaprueba
pero cuya situación impide resolver



         La cinta impacta por su acercamiento hacia las clases populares que terminan siendo víctimas de la estupidez burocrática. Loach, señalador constante de los defectos de su país declinó aceptar la Orden del Imperio Británico expresando que no podía pertenecer al club de villanos que ya lo habían obtenido y que se tornaban en siervos de la monarquía. Al ver la cinta nos damos cuenta de su autenticidad porque han pasado los años y ha sido constante en sus narraciones fílmicas (apoyado por su estupendo guionista Paul Laverty).


El admirable Ken Loach con su Palma
de Oro, obtenida con esta película
en el Festival de Cannes 2016



         En nuestro cine mexicano tenemos el antecedente del episodio Caridad en la cinta Fe, esperanza y caridad (1972) donde la viuda Katy Jurado se enfrentaba a mil requisitos para recuperar el cuerpo de su marido asesinado. Más reciente es la estupenda Un monstruo de mil cabezas que presentaba a una mujer desesperada por los trámites burocráticos para el tratamiento de su marido enfermo de cáncer. La cinta nos afecta porque no estamos alejados de esos trámites a que nos obligan los bancos, el seguro, la necesidad de un certificado, la universidad, el error en un estado de cuenta, y no pararíamos nunca.