LA BELLE ÉPOQUE
2019. Dir. Nicolas Bedos.
Victor Drummond (Daniel Auteuil) y Marianne (Fanny Ardant), su esposa, se encuentran en un momento crítico de su matrimonio. Ella es psicóloga. Él fue caricaturista político en un periódico que ya no existe, y que era propiedad de su amigo François (Denys Podalydès), ahora amante de su mujer. Víctor no está al día: no posee un celular y rechaza trabajar con su hijo quien produce series web, mientras que Marianne utiliza lentes de realidad virtual, antes de dormir, como paliativo ante la falta de pasión con su marido. Cierto día, Marianne lo echa de su casa. Víctor, sin saber qué hacer, acepta la invitación de Antoine (Guillaume Canet), amigo de su hijo, quien se dedica a recrear tiempos pasados, como si fueran representaciones teatrales, para sus clientes. En su caso, Víctor le pide repetir el día en 1974, cuando conoció a Marianne, en el café “La belle époque” en la ciudad de Lyon. Sin embargo, inesperadamente, Víctor empieza a fascinarse con la actriz Margot (Doria Tillier) quien representa a Marianne cuando tenía veinte años. Margot lleva una relación disfuncional con Antoine quien, así, se verá envuelto en dos situaciones fortuitas: arreglar las cuestiones sentimentales de ambos personajes.
El presente con Víctor leyendo y Marianne con la realidad virtual
Un guion impecable que va sorprendiendo al espectador en cada momento de su desarrollo, creando un laberinto de realidades y apariencias, recuerdos e identidades que chocan entre personaje y actor, para transmitirnos que no necesariamente todo tiempo pasado fue mejor. Víctor, ante el rechazo de su mujer, desea viajar artificialmente a un pasado cuando había amor. Todas las variables se han cuidado: las personas que estaban en ese lugar, en ese instante, ahora son personajes que interpretan actores a los cuales se les ha entregado un guion y se les dirige como en las telenovelas, a través de apuntadores. La magia del momento, la calidez e improvisación de Margot, como Marianne, provocan inquietud en el corazón de Víctor. Margot va descubriendo las consecuencias de sus acciones.
Víctor en su realidad ficticia; Antoine dirigiendo desde afuera
En otro aspecto, la cinta pasa de una mentira: la secuencia inicial que descontrola al espectador pertenece a la serie web que produce el hijo de Víctor, a la realidad con el automóvil Tesla que transporta al matrimonio. En los estudios de Antoine vemos que simultáneamente están ocurriendo diversas ficciones: puede ser el siglo de las luces, o la Alemania nazi o Lyon en 1974. Víctor y Margot salen de la realidad ficticia para sumergirse en la realidad actual, la que se está viviendo el día de hoy. Lo más importante de la película es que enfatiza el hecho de que uno no manda en su propio corazón y que el pasado es irrepetible: solamente quedan la nostalgia y los recuerdos.
El director Nicolas Bedos