miércoles, 14 de julio de 2021

ROMPER LA SOLEDAD

 

ALGUIEN, EN ALGÚN LUGAR
(Deux Moi)
2019. Dir. Cédric Klapisch.

         Rémy (François Civil) trabaja en un gran almacén de ventas al menudeo y se le ha informado que pronto habrá despidos por la inclusión de robots; sin embargo, lo trasladan al área de control de pedidos. Mélanie (Ana Girardot) es una investigadora bioquímica en el campo de anticancerígenos y se le ha avisado que en cierto momento deberá presentar sus resultados ante el patronato correspondiente. Ambos viven con gran ansiedad: ella duerme de más desde que terminó con una larga relación amorosa; él sufre de insomnio. Ambos asisten, por diversas circunstancias, con psicoterapeutas para tratar de explicarse las causas de estos problemas. Otra circunstancia es que ambos son vecinos de edificio, pero no se conocen. Bajo esta premisa, se va desarrollando una minuciosa disección de cada personaje, partiendo de sus vidas cotidianas y adentrándose en sus pasados. El maestro Klapisch, junto con su colaborador frecuente, el guionista argentino Salvador Amigorena, vuelve a utilizar a la ciudad como entorno de la soledad: la gran urbe, con ruidos y gente en exceso, propicia el distanciamiento.

         Lo más importante de esta bella historia es que su sustento reside en la construcción de sus personajes más que en las circunstancias que los envuelven. Paulatinamente, el espectador va comprendiendo a cada uno de ellos. Se tiene la esperanza de que, en algún momento haya un encuentro, pero en su lugar van apareciendo otros factores, otras alternativas de relación, que mientras más parecen acercarlos, en verdad los alejan. Mientras tanto, está la visión de la diversidad étnica que tanto se vive en una Francia verdaderamente cosmopolita: el metro, las calles, las tiendas especializadas con alimentos exóticos, las clases de baile, una imagen general donde se nota a la simbólica Torre Eiffel a lo lejos: ambos personajes saldrán a sus respectivos balcones porque finalmente es el ambiente que les rodea, la inmensidad habitada contra su espacio pequeño y solitario (tal como lo hacía el personaje de otra cinta excepcional del director: París). Tanto Rémy como Mélanie tendrán retos personales que superar y para los cuales deberán aplicar lo que va surgiendo desde sus citas con sus correspondientes terapeutas.

         La pareja principal está interpretada por actores que ya habían aparecido en la cinta previa del director (El viñedo que nos une, exhibida en nuestras salas antes de la pandemia), y pertenecen a la nueva generación de la pantalla francesa: ambos son atractivos y talentosos, adecuadísimos para esta delicada cinta que recuerda al maestro Eric Rohmer, toda proporción guardada (por supuesto), ya que muestra a personajes en momentos precisos de sus vidas, donde las casualidades y equivocaciones son cruciales para sus destinos; así, Mélanie busca parejas en las citas por Apps y paga sus errores o Rémy malinterpreta la actitud de una compañera de trabajo y sufre una frustración o por otro lado, esa cercanía domiciliaria, se torna obstáculo: Rémy escucha por una rendija de ventilación a Dalida, interpretando “La historia de un amor” que Mélanie oye mientras toma un baño. El joven la graba en su celular, luego la reproduce y Mélanie escucha por su parte. Un gato, adoptado por Rémy, escapa, y es encontrado y protegido por Mélanie. Nada de esto será trascendente ni propiciará su relación, pero ofrecerá pistas y esperanzas para un desenlace satisfactorio.

 Cédric Klapisch dirigiendo a su elenco