domingo, 29 de septiembre de 2013

CINE FACILÓN...


NO SE ACEPTAN DEVOLUCIONES
2013. Dir. Eugenio Derbez.

 


         Eugenio Derbez es un tipo simpático con un sentido del humor bastante reconocible, basado en juegos de palabras y con personajes que ya han quedado en la memoria colectiva (sobre todo el disfrutable “Lonje Moco”). Desde que estaba jovencito quiso ser distinto y recuerdo que en sus primeros programas intentó bailar tap e innovar formas de hacer televisión. Lo logró y su éxito permitió que se tornara consentido de Televisa. Debe reconocérsele sus intentos de internacionalizarse sin dejar de lado su forma de hacer reír. Su gran defecto ha sido la vulgaridad. En su afán de hacer reír llega a extremos que caen en el mal gusto (por ejemplo, su personaje femenino semejante a Blancanieves, donde mostraba un amplio escote impensado en el dibujo animado), pero esto permite que se conecte con un público poco exigente, acostumbrado al chiste barato o que, simplemente, ríe con cualquier cosa.

         Su película, donde debuta como director, está muy bien filmada y tiene ritmo. La trama es una copia de copia de copia de melodramas sobre parejas separadas, con el conflicto de la custodia de los hijos. Los matices se encuentran en el personaje que crea Derbez y que está inspirado en su pasado creativo. Está el juego de significado de palabras o la respuesta que parece obvia pero que toma otros rumbos. Está el sentimentalismo que apela a las emociones primarias del espectador para que ría y, sobre todo, que llore al final de la película con frases que son dignas de cualquier Cuauhtémoc Sánchez o César Lozano porque hablan “poéticamente” de la muerte, del más allá, de la injusticia-justicia de la vida, en el estilo del motivador personal. Y es la cinta que termina sorprendiendo al público porque lo que parecía que era destino fatal del personaje en realidad pertenecía al otro (como infra "Sexto sentido").

Las escenografías son de un mundo de juguete: el departamento donde vive el personaje con su hija tiene dos puertas: una normal y otra pequeña para que entre la susodicha.



         La trama ya ha sido muy comentada. Lo que debe destacarse es la niña que interpreta a su hija con bastante gracia y efectividad (Loreto Peralta, güerita, ojo claro, que seguramente pertenece a familia acomodada). El resto del reparto cumple y hay un momento delirante cuando se detiene un tráiler en la carretera ¡y la conductora es Rosa Gloria Chagoyán! (Claro que ya vieja, caballona, pero sin que se niegue su calidad de última gran estrella del cine nacional).



         La película es un gran éxito comercial. Tuve que hacer cola para entrar a una sala amplia que casi se llenó a las dos semanas de su estreno y paso por muchos cines. El público estaba gozando y riendo por cualquier tontería. Usualmente la crítica negativa se toma como soberbia ante cintas que gozan del gusto popular. No es así. Lo que sucede es que a uno le duele que se ofrezca un producto televisivo extendido a la gran pantalla donde hay una realidad ajena a la que se vive (las libertades y las poéticas del cine tienen sus límites). Molesta que se tomen situaciones sentimentales gratuitas y formularias. Derbez es inteligente y sabe manipular al público: lo logra, al grado de meter cuarenta millones de dólares en el país vecino (aunque uno imagina que es, sobre todo, público latino emigrado). Y ya ven que taquilla es sinónimo de éxito.

         Ni modo: el cine mexicano del siglo XXI logrará sentar sus reales con productos tipo “Nosotros los Nobles” y “No se aceptan devoluciones” o no será… Y sin embargo, son preferibles tonterías manipuladoras como esta película a verdaderas mierdas como "Heli", "Post Tenebras Lux" o "Lake Tahoe" que nunca alcanzan ni la centésima (¿milésima?) parte de espectadores que este empalagoso algodón de azúcar.

domingo, 15 de septiembre de 2013

MÁS BIEN, EL DELIRIO...


 
 
SANTO VS.EL ESTRANGULADOR
1963. Dir. René Cardona.

 

   Con la imagen del Teatro Juárez de la ciudad de Guanajuato, aunque luego, en otra toma, se indique que es cierto Teatro Variedades, propiedad de las hermanas Montes, Laura (María Duval) e Irene (Begoña Palacios) -quienes son la atracción estelar- surgen los créditos de la película.

 
Luego entramos, como los espectadores de la revista musical, a ver el número inicial que es Edith Barr (Lima, 1936: denominada en su tiempo como “embajadora turística” en su país).
 
 
 
Mientras tanto miran el espectáculo la envidiosa vedette segundona Lilian (Ofelia Montesco) al lado de otras dos tiples (Gloria Chávez y Mayté Carol, de quien sabemos que se llama Odette) y esta última explica que ya no actuará ahí porque tiene miedo que “El estrangulador” la mate. Más adelante sabremos que este personaje es "un maníaco que, por alguna causa desconocida, odia a las artistas teatrales".
Gloria Chávez y Mayté Carol
 
   Pero lo hemos visto en acción: al terminar Lilian su número musical (“Jazz negro”) y dirigirse Odette a su camerino (debe ser un teatro con mucho presupuesto al grado que cada bailarina tiene su espacio individual) encuentra una gardenia y luego un recado amenazante antes de ser estrangulada por el maníaco.
 
Mayté Carol estrangulada
 
Se pasa directamente a una lucha entre El Santo y un contrincante rubio para ser testigos de la pasión popular por el icono de la lucha libre. Corte al teatro donde Irene interpreta “Fiebre” entre jazz, mambo, twist.
 
Begoña Palacios (1941 - 2000)
 
Inmediatamente Alberto Vázquez (en el rol del cantante Javier, novio de Irene) canta “16 toneladas” en inglés, para ir
 
María Duval con los "boys"
 
al número de Laura que es “Una para todos” donde la intenta asesinar Marcos (Eric del Castillo), novio de Lilian, pero lo descubre un tramoyista por lo que desiste de su intención.

 
El Santo adelantándose al Skype, en una videoconferencia con Carlos López Moctezuma
 


     En todo ese tiempo se ha descubierto el cadáver de Odette y el Inspector Esteban (Carlos López Moctezuma) interroga a todas las personas involucradas. En ese momento va a ver a Santo para que le ayude porque está seguro que habrá más crímenes. Santo le responde que cuenta con él (“Ud. sabe Inspector que yo siempre estoy al servicio del bien y de la justicia”). Y así sigue la película (que tendrá una secuela llamada “Santo contra el espectro del Estrangulador” – filmada al mismo tiempo).


   Había debutado para el cine en 1958 (“Santo contra el cerebro del mal”, Joselito Rodríguez), El Santo tardaría tres años para retornar al cine (aunque en 1960 apareció la historieta de José G. Cruz que mostraba sus aventuras) 


dentro de la producción regular en los Estudios Churubusco para volverse en icono del cine nacional, figura de los años sesenta. Sus películas tenían mayor éxito en salas de barriada y a pesar de que “Santo contra las mujeres vampiro” (Alfonso Corona Blake, 1962) provocó ciertos comentarios en algún festival europeo, no se convirtió en “propiedad cultural” hasta los años del posmodernismo. Ahora todo mundo se declara amante de este personaje y de Tin Tan, sobre todo los jóvenes que nacieron cuando ya la popularidad había menguado y su afición es posterior en el tiempo.

 


   En realidad son malas películas: filmadas con bajos presupuestos y cuyas mayores cualidades residen en los repartos que las conforman y que, con el tiempo, han tomado otras dimensiones. Las tramas son inverosímiles y sirven para darle un aura de heroísmo al personaje que lucha contra seres fantásticos (marcianos, zombies, vampiros) o contra villanos reales (asesinos, contrabandistas, personas enloquecidas).   
 

Roberto Cañedo (1918 - 1998) como el Estrangulador
 

   Así que hablar de “las mejores películas de El Santo” se vuelve discusión bizantina. Solamente se podrá comprobar acorde con los gustos personales de quienes discuten pero jamás podrá comprobarse la búsqueda estética, la calidad actoral del personaje, las intenciones de establecimiento de un icono. El único argumento final será el carácter de cuento moral, el ejemplo del bienhechor, el triunfo de la justicia. Se puede hablar del “delirio personal” que produce en el espectador, sea viejo o moderno (aunque sin dejar de lado la pretensión y la pose intelectualoide: “más oide que intelectual”).


La leyenda de una máscara, el icono de los años sesenta...

   Fui testigo de la exhibición de películas de El Santo en sala cinematográfica. Era cierto que cuando llegaban las escenas de lucha, el público comenzaba a gritar “Santo, Santo, Santo…”. Ya eran finales de los años sesenta cuando se exhibieron “Operación 67” y “El tesoro de Moctezuma” en programa doble, donde había que ver a Jorge Rivero como compañero del luchador.


Luego me tocó en los años setenta ver “Santo contra el Aguila Real” (que en algunas ocasiones se anuncia como “Santo contra la Tigresa” porque la coprotagonista es Irma Serrano). Quien escribe fue a verla porque salía la Serrano, pero además, porque Emilio García Riera había escrito en su comentario del “Excelsior” que Alfredo B. Crevenna era muy mal director de gatos ya que uno de ellos, que debería aparecer como muerto, se movía en la toma. Son de los muchos recuerdos del Cine Monterrey.
 

   Una de sus cintas cincuentenarias –“Santo contra el Estrangulador”- es la que me da pretexto para hablar de “El Santo”, porque me atrapa su elenco y no abusa de las secuencias de lucha libre (no son muchas ni extensas). Este “estrangulador” fue una pobre copia de “El fantasma de la ópera” donde Roberto Cañedo era “El gran Goudini”, un ventrílocuo y transformista cuya cara fue deformada por el vitriolo (ácido sulfúrico) que una vedette celosa le lanzó al despreciarlo. Ella fue su primera víctimas y esa fue la “causa desconocida” que el Inspector Villegas descubre más tarde en la película. Igualmente la gardenia “fresca, recientemente cortada” que dejaba ante sus víctimas es explicada por Santo: "esta flor, inspector, tiene dos significados, amor y muerte, esto puede ser una clave".
 
La Sonora Santanera: el cantante Juan Bustos al centro
 

   Al ocurrir en un teatro tenemos la ventaja de ver números musicales: La Sonora Santanera interpreta “La pachanga del football” (así viene en los créditos), con su voz principal Juan Bustos, acompañado de Silvestre Mercado, Andrés Terrones y su efímera cantante, posterior a Sonia López, la regiomontana Rosita Gómez, anteriormente Rosa Cejudo, locutora e hija de otro locutor llamado Juan Cejudo. Gómez dejaría al poco tiempo la agrupación musical para lanzarse como solista.
 
Andrés Terrones, Silvestre Mercado, Rosita Gómez y Juan Bustos:
Cantantes de la Sonora Santanera
 
Los discos de Rosita Gómez, solista
 
Además de las canciones interpretadas por el ídolo juvenil Alberto Vázquez, (muy alejado del arquetipo impuesto por los flaquitos Enrique Guzmán y César Costa), están María Duval y Begoña Palacios, dos estrellas del cine nacional que cantaban pero que no tuvieron carreras discográficas. No puede dejar de mencionarse a Ofelia Montesco que canta un “Jazz negro”, mostrando su bello cuerpo y expresa una inmortal frase para toda aspirante vanidosa: "Sí, es cierto que quiero ser estrella, porque soy joven y soy bella, y canto mejor que ésa" (refiriéndose a Begoña Palacios). Hace unos meses se cumplieron treinta años de su fallecimiento.
 
Ofelia Montesco (Grabowsky) cuando era actriz incipiente en su natal Perú
(10 de septiembre de 1936 - 16 de junio de 1983)
 
Eric del Castillo y Ofelia Montesco como amantes trágicos

   Como “gancho” para los públicos sudamericanos que todavía eran mercado importante para el cine nacional están la limeña Edith Barr, aprovechada por su paso por México (o quizás considerada por algún socio peruano del productor) y el niño Milton Ray (ecuatoriano) que en la película aparece como huérfano escapado de un hospicio que busca a Santo porque lo quiere como su papá. El Santo acepta, teniéndolo internado en una escuela de la cual sale para cantar en este Teatro Variedades una rara versión de “Por culpa del Bossa Nova”.

 Milton Ray, niño cantante ecuatoriano busca un papá en Santo

   Las producciones musicales son pobres pero divertidísimas. Al cantar Begoña Palacios “Fiebre”, hay un telón de fondo con palmeras y una hamaca entre dos árboles de utilería. Las “toneladas” de Alberto Vázquez muestran seis columnas con sendas bailarinas que les dan la vuelta. Al cantar María Duval, se añaden otras dos columnas, aunque con diversa ubicación mientras baila con sus cuatro danzarines. Luego, al volver a cantar Vázquez (“Cuando calienta el sol”) se usa el mismo telón que en la canción de Palacios, solamente con un falso balcón para dar a entender que es un hotel de playa. Milton Rey canta con un par de bailarinas que traen minifalda como si fuera vestuario de niñas pequeñas y con un carrusel de cartón al fondo como si fuera parte de una feria.

Alberto Vázquez tenía 23 años
 


   Además hay un ballet mixto con bailarines feos, que ya deberían andar en sus treinta años. Cumplen con sus malas coreografías y tal vez eran integrantes de grupos de danza. Aunque ya todos deben de andar cercanos a la ochentena y otros hayan muerto, es uno de los puntos a investigar del cine nacional: ¿quiénes eran estos “boys” o “girls” de las películas mexicanas? De años anteriores estuvieron entre ellos Roberto Cobo, su hermano Arturo, el Güero Castro y hasta el Loco Valdés.


Emma Arvizu (1924 - 1989) filmó varias películas y aquí resulta
ser una travesti, o sea, el disfraz del Estrangulador
 

Lo delirante de esta cinta ocurre cuando se descubre que la administradora del Teatro, interpretada por Emma Arvizu, es realmente el mismito Estrangulador, pero disfrazado como ella, que da lugar a una escena deliciosa: Santo le dirige la mano al rostro y por edición, quita una mascarilla dejando al descubierto a Roberto Cañedo con peluca femenina y su cara llena de maquillaje falso (semejante a plastilina) que muestra su deformidad, su rostro quemado. El hombre huye, es perseguido, cae de lo alto de la tramoya. La justicia ha triunfado.


En realidad no era Emma Arvizu, sino el Estrangulador

La escena final cuando Santo sale silenciosamente del cuarto donde están las hermanas Montes y el cantante Javier, permite que se escuche la siguiente frase: “Es un hombre... más bien, es una leyenda al servicio del bien y de la justicia...” para que quedara en suspenso la actuación del luchador hasta la siguiente película y la continuación del mito, la leyenda, el héroe popular.

El Santo (23 de septiembre de 1917 - 5 de febrero de 1984)
 

sábado, 24 de agosto de 2013

MANZANA PODRIDA


BLANCANIEVES
2012. España. Dir. Pablo Verger

Una de las peores películas del año
 
            Imposible no dejar de comparar con “El artista” (Hazanavicius, 2011) porque fue filmada inmediatamente después, en tramposo blanco y negro, sin sonido. Sin embargo, ambas comparten sus pretensiones y son igualmente intrascendentes, apantalladoras para un público ingenuo, ganadoras de muchos premios que al final de cuentas no son equivalentes al número de sus espectadores hasta que les llegue el paso por la televisión y la comodidad del vídeo casero. "Blancanieves" es un proyecto que está asentado sobre la mera imagen y la reproducción de época plena de estereotipos y de fantasías. No hay más fondo que la mera forma. No hay giros inteligentes que la alejen de la mera ilustración de una adaptación, además tramposa y complaciente.
 
                    ¿Por qué dicen que es una gran actuación del estereotipado Giménez Cacho cuando               
se la pasa en una silla de ruedas?
 
La paráfrasis del cuento de los hermanos Grimm en la Andalucía de los dieces y veintes del siglo pasado ocurre en el ambiente del toreo. Una cantante da a luz a la hija de un torero y muere, luego de que éste es cornado y paralizado, como consecuencia. La enfermera del torero se mete en su vida y lo tiene como esclavo. La niña vive con su abuela hasta que ésta muere y entonces va a la casa del padre donde sufre las calamidades de la madrastra y lo visita cuando puede hasta… ¡qué tedio!


            Al conocerse previamente el argumento base resulta desesperante para el espectador ir viendo cómo se desarrolla lo que ya se sabe cómo continua. El ambiente es ferozmente artificioso: las modas de época, el contraste del blanco y negro digitalizado, los trucos de estilo que pretenden encontrar el ritmo y aspecto del cine silente sin lograrlo (porque esa fue la intención, obviamente, sino ¿para qué intentarlo?). El argumento sigue con la chica como torera accidental, ya que conoce a seis enanos toreros que viajan entre pueblos.
 
Maribel Verdú en uno de sus roles más ridículos y sobreactuados ¡y se ganó el Goya!
 
Su día de gloria ocurre en la misma plaza donde su padre fue cornado y el golpe final es que la madrastra le ofrece una manzana envenenada que la pone en coma, como exhibición de feria: aquél que logre despertarla con un beso podrá poseerla.

            El truco de la manzana es una resolución absurda que está metida con calzador porque a quién se le ocurre, en su momento de gloria, aceptar una fruta ¡y comérsela!
Mientras escribo me causa risa recordarlo y darme cuenta de que así pueden extrapolarse tantas cintas contemporáneas donde sus creadores, intoxicados de historias e imágenes, emprenden proyectos que entusiasman a personas tan obnubiladas como ellos mismos. Si le llega a gustar, le sugiero que busque y vea verdadero cine silente para que lo disfrute en estilo, tema, ritmo, ingenuidad: luego compare y reflexione. O ya de plano vea la caricatura de Disney donde la manzana sí tiene momento y razón de ser…
 
 

           

 

           

 

EL DIABLO EXISTE


EL CONJURO
(The Conjuring)
2013. Dir. James Wan.

 


            Cuando les comenté sobre la película previa del realizador malayo Wan (“La noche del demonio”, 2010), destaqué su constante tema del mal acechante.
 
En esta nueva obra soberbia, nos enteramos que la bruja Betsabé sigue viviendo en la granja donde se suicidó, asesinando antes a su hijo, para evitar que las madres sean felices con los suyos. Esta vieja casa ha sido adquirida por el matrimonio Perron con sus cinco hijas gracias a una subasta bancaria. Comienzan las malas experiencias y se recurre a una pareja dedicada a la demonología, los Warren, que buscará la manera de deshacerse de ese espíritu destructivo y poderoso.

 

Patrick Wilson y Vera Farmiga es la pareja demonóloga
 
            Igual que en esa cinta previa, ya mencionada, estamos ante el tema de la casa embrujada. En aquella ocasión, había que usarse el don del viaje astral y el descenso a los infiernos. Ahora es el fantasma insistente, vengativo, celoso, que se aferra a las espaldas de la madre, víctima sensible. Podría pensarse en cualquier antecedente semejante como “El terror de Amityville” o “Extrañas apariciones”, pero es una cinta de Wan que trasciende al género y que da muestra de su conocimiento fílmico y las diversas vueltas que da a temas y secuencias ya conocidas. De ahí que juegue con atmósferas y solamente muestre las imágenes demoniacas de manera intermitente.

 

Lili Taylor es la ama de casa poseída por el espíritu de una bruja
 
            Aquí no hay sueños, ni recreaciones de otra dimensión infernal: es el pasado eternamente sostenido de muerte, crimen. Son los pájaros que chocan contra la casa para matarse por el ambiente de terror. Wan retorna al uso del títere para mostrar un prólogo sugerente (que no tiene nada que ver con lo que luego se contará) pero que pone los pelos de punta y que, después, servirá para entrelazar estos mundos unidos por el eje fantasmal.  


La obsesión del realizador Wan por los muñecos y títeres
 

            Está basada en un hecho reportado de la vida real. La pareja Warren existió (Lorraine sigue viva a los 86 años; Ed falleció en 2006) y fue la que investigó precisamente el caso Amityville. Warren tenía la facultad de conducir exorcismos pero siempre atento a las indicaciones del Vaticano. En la película se ve obligado a tomar la decisión de enfrentar al demonio con todas los peligros y consecuencias derivadas de ellos.


Ron Livingston es Roger Perron quien descubre un sótano oculto en su casa
 
            James Wan, luego de una oscura producción filmada en Australia, llamó la atención con “Juego macabro” (Saw, 2004) que dio lugar a una franquicia exitosa y apasionante. Dueño de un estilo visual propio, directo, con ritmo adecuado y ambientación sugerente, se ha dedicado a hablar de las fuerzas del mal. En esta cinta se termina con una frase del verdadero Ed Warren donde especifica: “El diablo existe. Dios existe. Y para nosotros, humanos, nuestro destino depende de cual sigamos”. Ya sea el infierno sobre la tierra o en la dimensión que imaginemos, nos queda únicamente nuestro libre albedrío.

James Wan, uno de los grandes realizadores del siglo XXI