miércoles, 23 de septiembre de 2009

ESPAÑOL DE CINE





Bajo este título, la editorial Blume ha publicado un hermoso volumen que lleva como subtítulo "Lo que hay que ver". Con edición general de Antxon Salvador, se recomiendan 250 películas españolas y latinoamericanas que son "imprescindibles". El requisito es que estuvieran habladas en español independientemente de su nacionalidad (por eso está "Sierra de Teruel", André Malraux, 1939, con producción francesa). Se consideran desde inicios del sonoro (obviamente) y la primera cinta consignada es "La mujer del puerto" (Boytler, 1933, México) y la siguiente es "Nobleza baturra" (Rey, 1935, España) para recorrer más de setenta años y terminar con una desconocida (para nosotros, regiomontanos hasta septiembre del 2009, claro) "La teta asustada" (Claudia Llosa, 2009, Perú/España).

Dentro de nuestra cultura posmoderna donde los enlistados son esenciales para cumplir con la supuesta falta de tiempo y ser congruentes con la "rapidez" de todos los procesos, hay un sector de gente que los busca para sentirse con la conciencia tranquila. Si aparece la lista de "las 100 mejores películas de todos los tiempos", habrá quienes las busquen y coleccionen (si están disponibles, claro) para exhibirlas a sus amistades como sucede con "las 100 obras maestras de la literatura" en las bibliotecas regulares. De ahí el éxito de libros como "Las 1001 películas que hay que ver antes de morir". Es la cultura instantánea: como decir "tómese esta pastilla y resuelva el malestar de su ignorancia; demuestre a los demás que es culto". Lo más terrible es que estas listas evolucionan como referencias obligadas. Hasta la saciedad se ha utilizado al enlistado de "las 100 mejores películas mexicanas de todos los tiempos" que la revista "Somos" publicó en ¡1994! y que es un ejemplo del "amiguismo" de los críticos consultados o del peor lugar común. Si uno imaginara listas recientes, les aseguro que la aburridísima "Luz silenciosa" aparecería en ellas. Así que las listas siempre serán sospechosas y cuestionables, aunque sepamos que en realidad habrá títulos imprescindibles, porque la calidad -cuando es honesta y redonda- salta a la vista, permanece, trasciende. No puede negarse, por ejemplo, la inmortalidad de "El compadre Mendoza" (De Fuentes, 1933, México) pero... ¡no aparece en este libro!

Entonces, estos 250 títulos son relativos. La edición y las fotos son muy bellas, por lo que vale la pena tenerla como referencia de datos. Hay una imagen, o varias en algunos casos de cintas excepcionales fuera de toda duda (las de Buñuel, por ejemplo). Viene una ficha filmográfica, un comentario con breve sinopsis argumental, así como dos líneas que indican la aceptación crítica y la del público. Por eso, podemos encontrar "El último cuplé" (Orduña, 1957, España) o "Un rayo de luz" (Lucia, 1960, España) donde resulta que la crítica las negó, pero el público las adoró, para escándalo de las mentalidades exquisitas. O por ejemplo "Japón" (Reygadas, 2002, México) tiene gran aprecio crítico pero mínima penetración entre el público mayoritario (excepto del exquisito). El mayor número de títulos cae en el cine español; Argentina y México andan a la par, después; finalmente Cuba, Ecuador, Colombia, etc.

Siempre he considerado que las mejores "listas" son las que uno genera individualmente. Las películas que llevamos en el corazón. Nadie se atreverá a colocar en este tipo de libros o de enlistados,por ejemplo, títulos como "Amor a ritmo de go go" (Delgado, 1966) o "Sólo de noche vienes" (Véjar, 1965) o "Vuelva el sábado" (Cardona, 1951), que para mí fueron descubrimientos, símbolos de momentos felices en mi vida, dichas compartidas y que yo les diría que son "películas que deben verse antes de morir", pero pueden darse cuenta que enfatizo a la primera persona y que ya las vi y que me garantizan que puedo morirme sin remordimientos.

"Español de cine" es un libro muy bello, pero con todas las limitaciones de los "enlistados".