domingo, 4 de julio de 2010

IN MEMORIAM - mayo 2010

En los pasados meses han ocurrido decesos de personas cuyos trabajos cinematográficos fueron importantes y tocaron las vidas de muchos espectadores (incluyendo, obviamente, la mía). Por desgracia, las noticias ocurren, se conocen, pasan, vuelan y no queda testimonio más que de fanáticos o de quienes están a la caza de estos datos. Este blog quiere rendir tributo a varias personalidades que se fueron desde mayo y junio de este año; la idea es continuar haciéndolo en el tiempo porque es algo que, por desgracia, no se puede detener, hasta que le toque a quien esto escribe (entonces vendrán otros a seguir este trabajo: es la esperanza). Primero mayo.

*LYNN REDGRAVE - (8 DE MARZO 1943 - 2 DE MAYO 2010).



Hija y hermana de grandes actores (ya solamente queda Vanessa), Lynn se dio a conocer en un papel pequeño de la laureada “Tom Jones” (Tony Richardson, 1963) para que el fotógrafo de esa cinta le diera un coprotagónico en su ópera prima como realizador, al lado de Rita Tushingham, en “La muchacha de los ojos verdes” (Desmond Davis, 1964) para que dos años más tarde tuviera su gran oportunidad que la llevó a ser nominada para muchos premios, aparte de ser conocida mundialmente,

o sea “Georgina, la solterona retozona” (Georgy Girl, Silvio Narizzano, 1966), donde interpretaba a una muchacha consciente de su fealdad y limitaciones que buscaba el amor sin encontrarlo hasta que le llegaba de la manera más inesperada. Regordeta, continuaría una larga carrera pero siempre en roles secundarios; en teatro y televisión obtuvo premios importantes. En 1991 junto con su hermana Vanessa filmó una versión para televisión de “¿Qué pasó con Baby Jane?” (David Greene), donde ella era Jane Hudson, rol que había sido creado por Bette Davis, mientras que Vanessa era Blanche, el papel de Joan Crawford, que no tuvo tanto éxito como la original porque las odiosas comparaciones se hicieron presentes; en 1998 como la sirvienta de James Whale en “Dioses y monstruos” (Bill Condon) tuvo otro gran triunfo.

*WILLIAM A. FRAKER - (29 SEPTIEMBRE 1923 - 31 DE MAYO 2010)



Fraker fue director de fotografía que se inició en los años sesenta para adquirir gran prestigio y renombre en las décadas siguientes. En 1967 llamó mucho la atención “La piel del zorro” (The Fox, Mark Rydell) por su trama lésbica (que despertó la morbodidad en nuestros ojos jovencitos: fuimos varios compañeros de la facultad a verla en un repleto Cine Encanto) pero al año siguiente tuvo dos grandiosos éxitos al fotografiar
“La semilla del diablo” (Rosemary’s Baby, Roman Polanski), primera cinta norteamericana del realizador polaco que se tornó clásica de manera instantánea, además de “Bullitt” (Peter Yates), cine de acción que integraba nuevas formas de lenguaje cinematográfico gracias al desarrollo técnico. A partir de entonces, muchos títulos importantes (“1941” de Spielberg, “El cielo puede esperar” de Beatty, “Memorias de un hombre invisible” de Carpenter, entre otras).

Sin embargo, Fraker fue director de cine. Solamente filmó tres largometrajes (y muchos episodios de televisión) pero los tres fueron incomprendidos y se encuentran en espera de revalorización. “Monte Walsh” (1970) era una reflexión sobre el final del viejo oeste. La civilización y el progreso iban acabando con las viejas profesiones del vaquero (marcaje de vacas, traslado de ganado, entre otros) que también se encontraba en una edad madura. Monte (un maravilloso Lee Marvin) piensa hasta casarse con la prostituta del pueblo (Jeanne Moreau, en su primera cinta en Hollywood) y consolidarse en otro oficio, pero esos cambios le son imposibles de aceptar. “Reflejos del miedo” (A Reflection of Fear, 1973) es una cinta de terror y crimen que influenció a muchas otras en el tiempo. El problema de identidad sexual, el deseo incestuoso, los muñecos que son amigos imaginarios de la protagonista (Sondra Locke, andrógina y por lo tanto efectiva), una reclusa en casa por la sobreprotección materna, dan lugar a una cinta apasionante.

Y finalmente llega la cinta maldita: “El llanero solitario” (The Legend of the Lone Ranger, 1981) que se ha vuelto, ahora, de culto (como pasó con “Las puertas del cielo”, Cimino, 1979 ).

Una revisión del mito del personaje enmascarado acompañado siempre por su amigo nativo para buscar e impartir la justicia, con un sabor distinto, pleno de violencia, que desconcertó a los espectadores de hace casi treinta años. Aquí pasó, sin pena ni gloria, en el viejo Cine Montoya (70 mm) y no pude volver a encontrarla hasta hace poco que el maravilloso DVD permitió su revisión. El actor principal, atractivo, con el improbable (¡aunque verdadero!) nombre de Klinton Spilsbury, tuvo que ser doblado y nunca volvió a filmar. Fraker nos ofrece un retrato distinto, desde la infancia, de los dos personajes del desierto (Llanero y Toro). Es una película que salió antes de tiempo: faltaban unos años para tener esas visiones posmodernas de las viejas series de televisión (como pasó con "Perdidos en el espacio” o “Hechizada”). Lo mejor es que se filmó y que Fraker tuvo que ver con ella y con sus otras cintas y que ahí quedaron para el disfrute del verdadero cinéfilo.