martes, 26 de octubre de 2010

LA BASURA PARANORMAL


ACTIVIDAD PARANORMAL 2
2010. Dir. Tod Williams.


Nota: si no ha visto la película, este artículo revela algunas situaciones de trama.

Hace un año escribí lo siguiente en el excelente sitio que tenía Diana González, ya desaparecido por desgracia, sobre “Actividad paranormal” (2009. Dir. Oren Peli), un éxito soñado para Hollywood (y cualquier jovencito que quiere hacer películas populares) porque luego de costar 10,000 dólares para filmarla, llegó a ordeñar las taquillas en el rango de los cien millones, sin contar ingresos extranjeros ni ventas o rentas de DVD:

Un ejercicio estudiantil. Quizás un intento de hacer cine de terror con bajo presupuesto. Tal vez el logro del sueño de tanto cineasta frustrado que quiere alcanzar su propio “Proyecto de la Bruja de Blair” para “hacerla” en Hollywood aunque sean “llamaradas de petate” o posiblemente obtener el estatus de M. Night Shyamalan que luego de “El sexto sentido” ha hecho puros remedos similares sin nunca atinarle ni llegarle a ese ejemplo de narración maestra para solamente atraer público por los repartos espectaculares y los trucos visuales. Bajo la misma propuesta de filmar hechos reales con una cámara de vídeo (“Rec”, “Cloverfield”, la mencionada “bruja”) que es tan limitante por lo que deben buscarse los efectos que lleguen al sobresalto o la sorpresa, tenemos el caso de un demonio que ha perseguido a la protagonista Katie desde que era niña. Ahora vive con su novio y se ha vuelto a manifestar el famoso ente. Empiezan a grabar sus noches para darse cuenta de lo que está sucediendo hasta llegar a un final predecible desde el principio que ha ido elaborando cierto ritmo de suspenso. Las actuaciones se notan de aficionados. Los efectos están bien logrados si se considera que no hubo mucho presupuesto. La trama está entrecortada dejando obviamente cabos sueltos que pudieron haberse hilvanado de alguna manera. Lo malo de la cinta es que el espectador solamente espera las tomas de las noches cuando se manifiesta el demonio. Todo lo demás se alarga y aburre; otras cuestiones no convencen. Un buen susto y ya: es como ir a la feria, meterse a la casa de los espantos o subirse a un juego mecánico extremo para desahogar emociones y sentir el alivio de haberlas desechado. No puede negarse la forma en que se va estableciendo el suspenso y eso es lo que salva a esta cinta de ser una porquería absoluta. Fuera de ello: ¡qué flojera!, ¡qué desperdicio de tiempo!, ¡qué maravilloso sentido de mercadotecnia y oportunismo!

Ahora llega la segunda parte que, en realidad, muestra los antecedentes de lo que vimos en aquella película porque la hermana de Katie ha tenido un bebé, ha pasado algo de tiempo (es agosto de 2006), viven en la casa del esposo y cierto día descubren que ha sido allanada: todo está volteado, desarreglado, averiado, pero no ha ocurrido ningún robo. Por eso, colocan cámaras de vídeo en diversos puntos de la casa. De esta manera, se puede utilizar el estilo de la cinta anterior y, como espectadores, darnos cuenta de lo que ocurre, con la ventaja de diversos espacios y ángulos. Hay un fantasma invisible que produce escalofríos, arrastra a la mujer por escaleras y la lleva hasta un sótano o mueve el cuerpecito dormido del niño por su cuna hasta bajarlo del mueble y dejarlo vagar por la casa. Ya no se espera a la noche, sino que hay algunas cuestiones inesperadas durante el día o cuando la luz está encendida.

Se nota que detrás de esta cinta hay una mano más diestra, con experiencias previas más ambiciosas en cuanto a propuesta y discurso. Tod Williams (en la foto aparece con su esposa, Gretchen Mol) fue responsable de “Las aventuras de Sebastián Cole” (1998) que solamente llegó por televisión y vídeo, donde un jovencito se enfrentaba a una familia disfuncional (su padrastro cambiaba de sexo, por ejemplo) que le permitía, no obstante, un descubrimiento personal; luego hizo “Detrás de la puerta” (2004) donde un matrimonio distanciado por la tragedia familiar (Jeff Bridges y Kim Basinger, nada menos) lograba descubrir la manera del reencuentro. De un guión propio y de una novela de John Irving, Williams demostraba sus inquietudes personales y una temática propia, aparte de una excelente factura. Ahora, en esta cinta totalmente impersonal, fabricada por fórmula, unida a la trama de la película anterior como antecedente demoniaco: Katie y su hermana son descendientes de alguien que se endeudó con el diablo y no pagó. Ahora, con un hijo varón, ese ente ha venido a cobrarlo. Una sirvienta latina le explica al marido que puede pasarse la maldición a una pariente consanguínea. Por eso, el marido hace un rito que condena a la hermana, o sea Katie, quien luego sufrirá todo lo que vimos en “Actividad paranormal”. De ahí la foto quemada y el final de la otra cinta y que en la que ahora nos ocupamos (ya con mucho espacio que no merece) aparezca la leyenda de que estamos viendo algo, sesenta días antes de la muerte de Micah, el marido de Katie, que ya sabemos que fue quien lo mató, poseída por el mencionado demonio. Williams vendió su alma para este proyecto y esperemos que con los dólares ganados nos prepare una próxima cinta que sorprenda por sus intenciones personales.

Ahora el presupuesto fue de casi tres millones de dólares (bastante bajo para una producción de Hollywood) pero en su primera semana, solamente en Estados Unidos, recaudó más de cuarenta y eso que tuvo estreno mundial. Igual de pretenciosa que la primera en cuanto no hay créditos ni iniciales ni finales para dar la idea de una cinta “encontrada” en el estilo de la estupidísima “El proyecto de la bruja de Blair”. Estamos ante un cuento de fantasmas que solamente asusta por sorpresa: se abren las puertas de los estantes de cocina al mismo tiempo; hay un grito estentóreo; está la consabida arrastrada por las escaleras. Falta la esencia de una buena trama de horror: ni siquiera hay alguna escena de sangre: la ouija es nuevo objeto profano e inmisericorde. Repito como antes que es una pérdida de tiempo y llega a ser soporífera por momentos. Reitero mi admiración hacia el sentido mercadotécnico. Ya quisieran los perpetradores de la porquería “Seres: Génesis” saber filmar una basura tan terrible, con estilo, que nunca prometió otra parte como la amenaza de una trilogía. No, ellos hacen estiércol sincero.