sábado, 19 de febrero de 2011

COMEDIA MUSICAL... ¡MUDA!


HIROSHIMA
2009. Dir. Pablo Stoll.

Una cinta excepcional para los tiempos que estamos viviendo. Una anécdota simple acerca de un joven uruguayo que no encuentra su lugar en el mundo y vive para la música. Lo vemos desde que sale de su trabajo en una panadería, la llegada a casa, el distanciamiento familiar, la alternativa de un nuevo empleo, su escape hacia otros tiempos en un pueblo de su infancia. El joven es, además, vocalista de una banda musical; de repente sirve como modelo para dibujantes. Y lo que más llama la atención es que la cinta es ¡muda! No hay diálogos, sino intertítulos como en el cine silente. Escuchamos música, canciones de bandas uruguayas u otros lares y así es como llegamos a un final lógico.

El protagonista es Juan Andrés Stoll, hermano en la vida real del director, quien es (según lo ha mencionado el realizador) también tan poco comunicativo como el personaje que se llama Juan y entonces, ya se rompe la línea divisoria entre ficción y realidad. ¿Estamos ante un documental sobre el hermano cuya alternativa para entablar una relación es a través de la música? ¿Es un juego de ficción basándose en circunstancias de la vida real? El título se refiere a una canción. Montevideo aparece espléndido y uno quisiera pasear por esas calles que se respiran libres. Los personajes son simpáticos y atractivos. La trama no es mucha, pero lo excepcional de la cinta, como les dije al principio, reside en ese intercambio de música, un lenguaje constante y presente en lo cotidiano, para dejar atrás las vanas palabras.

Pablo Stoll
dirige su primer largometraje en solitario luego de dos espléndidos antecedentes realizados junto con su compañero Juan Pablo Rebella (1974 – 2006) quien se quitaría la vida inexplicablemente después de haber logrado dos títulos que ya son imprescindibles para el nuevo cine latinoamericano (“25 watts” y “Whisky”) que le dieron renombre y prestigio a la filmografía uruguaya. De hecho, termina dedicándole la cinta a su memoria. Uno se da cuenta que Stoll tiene su propia categoría y talento. “Hiroshima” es la exploración de los recuerdos y de la familia a través de uno de sus elementos.

Una experiencia agradable que termina siendo memorable.