domingo, 13 de febrero de 2011

SONIDO Y FURIA


CONOCERÁS AL HOMBRE DE TUS SUEÑOS
(You Will Meet a Tall Dark Stranger)
2010. Dir. Woody Allen.

La última cinta estrenada del maestro Allen inicia con una referencia literaria, popularísima, extraída de las últimas escenas de “Macbeth” cuando éste se entera de la muerte de Lady Macbeth: “La vida es un cuento lleno de sonido y furia que nada significa”. En realidad, Allen omite unas palabras de la frase “…un cuento, narrado por un tonto, lleno de…” pero cuyas líneas previas también indican la fragilidad de la vida, la dimensión del tiempo, la inutilidad de las pasiones. El famoso “tonto” también puede ser traducido o interpretado como “bufón”, un ser que divierte y luego desaparece. Así que ciertas cosas nos suceden para que finalmente no importen y sean relativas: la ambición, el deseo momentáneo, lo que usted quiera pero que finalmente resultó válido para uno: toda nuestra carga de conocimientos se nulifica al morir, o cambiar de condiciones aunque se permanezca vivo, lo mismo que las posesiones y aquello que fuera considerado trascendental y luego se transformará en polvo.

Estamos ante una de las cintas más amargas del gran realizador quien narra sus ideas y convicciones a través de personajes cuyos intereses solamente importan a sí mismos. La película tiene mucho sentido del humor, ironías y gracejadas usuales en Allen. Se comprende cuando sabemos que ya tiene una edad avanzada y cuyos cuestionamientos tienen que ver con esa fragilidad de la vida. Se enfatiza cuando uno puede extrapolar el discurso a la vida misma y darse cuenta que aquello que nos era querido y fundamental en la juventud se torna ceniza con el paso de los años y las prioridades sufren un vuelco radical. En el mismo diálogo mencionado, Shakespeare compara a la existencia con una “breve vela”, una “sombra caminante”, un “actor que interpreta sobre un escenario para que no se le vuelva a escuchar” antes de llegar a la frase que enmarca a la trama que veremos. Todo razonable.

Hay dos parejas: una conformada por personas mayores: Alfie (Anthony Hopkins) y Helena (Gemma Jones) y otra por su hija Sally (Naomi Watts) y su marido Roy (Josh Brolin) Alfie despierta cierto día para llenarse de angustia y tomar conciencia de que la vida puede terminar en cualquier momento: decide divorciarse de Helena y mudarse a un departamento de soltero. Helena, angustiada, trata de matarse pero luego acepta ir con una vidente para que le revele su futuro. Sally, egresada de la carrera de arte, consigue trabajo en una galería para mantenerse, junto con la ayuda de su madre, ya que Roy dejó su carrera de medicina para dedicarse a la literatura. Luego de una primera novela exitosa, no ha podido repetir su triunfo.

A partir de estos cuatro seres, con una narración que demuestra el dominio del oficio luego de más de una cuarentena de películas (como director, claro), Allen establece su premisa: Alfie se volverá a casar, con una prostituta, para demostrar una hombría que ya resulta ridícula; Helena conocerá al hombre de su vida cambiando las prioridades que le eran básicas como esposa y ama de casa; Sally se dará cuenta del engaño que hay a su alrededor comenzando por Roy y terminando con su jefe en la galería quien le produce (sin que él lo sepa) pasiones basadas en romanticismos; Roy llegará a extremos faltos de ética, primero por un espejismo que le ha creado una joven vecina hindú, luego por la manera inmoral en que quiere solucionar su bloqueo creativo que más bien podría definirse como falta de talento. Hay personajes alrededor de este cuarteto que serán los motores para los cambios de prioridades que, finalmente, no significarán nada. Todo lo que han hecho con sus vidas es irreparable y simplemente llegan a la resignación por ello.

Y vuelvo a la amargura que mencioné al inicio de este escrito porque la revelación de los errores cometidos por la infatuación, el engaño, “el sonido y la furia” debidos al impulso propio de nuestra imperfección humana lleva a la decepción. Todo lo que nos movía en cierto momento tenía matices propios del tiempo: la vida de repente cambia o termina como “frágil vela”.

Hay que destacar la hermosa fotografía de Vilmos Zsigmond con colores vivos en locaciones naturales. Las canciones populares y las referencias clásicas que son usuales en las cintas de Allen. Sally va con su jefe a la ópera (Antonio Banderas, contenido en su pequeño papel) para ver “Lucia di Lamermoor”. Escuchamos el aria final de Edgardo (“Tu, che a Dio spiegasti l'ali”) antes de suicidarse porque Lucia ha muerto para tener una referencia indirecta hacia esta “fragilidad” (o preguntarse si vale la pena morir de amor). Y también debe aceptarse la gran calidad de los actores, la mayoría de ellos británicos en un Londres veraniego y soleado.

Ha sido considerada como una cinta menor de Allen por quienes comentan todo lo contrario cuando el maestro ofrece una obra que es popular y taquillera, cercana a los mentados “Óscares”, aunque si aplicamos esa indiferencia que muestra Allen en esta maravillosa película, sabemos que a nadie le importará, que finalmente seguiremos nuestras pasiones y que al morir, no tendrán ningún significado: bendito Shakespeare; genial Woody Allen.