lunes, 7 de febrero de 2011

DOS AVANCES DE LA MUESTRA


TETRO
(Tetro)
2009. Dir. Francis Ford Coppola.




Bennie Tetrocini (Alden Ehrenreich) decide visitar a su hermano Ángelo (Vincent Gallo), más conocido como “Tetro”, cuando el barco donde trabaja queda varado en Buenos Aires. Se desconcierta ante la mala actitud que recibe de su hermano contrastante con una carta donde le decía que lo extrañaba e invitaba a verlo. Tetro vive con Miranda (Maribel Verdú) quien lo ama y quisiera conocer más sobre él. La oportunidad se presenta con Bennie ante el enojo de Tetro. El tiempo que pasan juntos permite que se vayan descifrando viejos códigos y se descubran varios secretos que involucran al padre de ambos, conductor de orquesta (Klaus Maria Brandauer). Bennie encuentra una obra de teatro que transcribe y termina, poniéndola al juicio público, con la intención de “salvar” a su hermano de la indiferencia creativa.

Coppola dirige un guión propio (algo que no había sucedido desde 1974 cuando escribió y dirigió “La conversación”) que da lugar a un buen melodrama, en el mejor sentido de la palabra, porque entran en juego emociones en conflicto, parentescos desconocidos, antecedentes trágicos y todo en ambiente culto que involucra al ballet clásico y a la ópera, temas que si se comparan con la carrera del realizador están omnipresentes (toda la saga de “El padrino” como ejemplo global). El espectador asiste al desenmascaramiento del personaje atormentado por el pasado y al proceso catártico. En realidad es una trama simple, muy bien estilizada, con locaciones adecuadas (Buenos Aires en particular) y reparto internacional, con gran calidad (las españolas Carmen Maura y Verdú; el argentino Rodrigo de la Serna; el austriaco Brandauer).

Es importante destacar la textura de la película: un blanco y negro brillante para relatar al presente y colores vivos para ir al pasado o mostrar las referencias en el recuerdo (“Las zapatillas rojas” de Powell y Pressburger; las sofisticadas representaciones de “Coppelia” o los lazos que unen con la ópera “Les contes d’Hoffman”); el uso de la televisión para entrar de lleno en el mundo mediático contemporáneo de un pretencioso seudofestival. Todo sirve para que Coppola acentúe las características del género que maneja tan bien desde sus inicios (¿habrá quien recuerde “Dos almas en pugna” con la atormentada y embarazada ama de casa que abandonaba su casa para darle sentido a la vida?) y al cual ha vuelto para continuar presumiendo su maestría, su dominio del cine, como si fuera, por decir algo, chelista consumado tocando a Bach.

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LOS NIÑOS ESTÁN BIEN
(The Kids Are All Right)
2010. Dir. Lisa Cholodenko.




Joni (Mia Wasikowska) ha cumplido dieciocho años e impelida por su hermano menor Laser (Josh Hutcherson) busca el nombre del donador de esperma que permitió sus nacimientos. Ambos son hijos de la pareja conformada por la Dra. Nic (Annette Bening) y la diseñadora de jardines Jules (Julianne Moore). Así conocen a Paul (Mark Ruffalo) quien entra en sus vidas y en la de sus madres para afianzar lazos y darse cuenta del sentido de familia.

La cinta tiene como gran cualidad, precisamente, presentar a otro tipo de familia sin escándalo ni como fuente de tragedia. Dos mujeres que se conocieron durante su época universitaria, se unieron, decidieron tener hijos gracias a un mismo donador y ahora, años más tarde, la muchacha está a punto de iniciar sus estudios superiores y el joven no tiene mayor problema. Todos se quieren, se respetan y las situaciones difíciles son comunes para cualquier pareja que se desee: hasta la infidelidad. Estamos en el mismo caso de “Una pareja dispareja” (I Love You Phillip Morris) que les he comentado en este mismo espacio, donde la homosexualidad se asume como algo natural entre dos personas que se aman.

Sin embargo, es una película chiquita. Un drama con conflicto importante que cumple con su cometido, aunque a medias. Una cinta independiente que utiliza a estrellas capaces y reconocidas de las que solamente pueden esperarse excelentes actuaciones. Una trama que puede servir para cualquier telenovela audaz y que se queda en la mera superficie y no busca ahondar en las relaciones de hijos con padre biológico para dejar en claro las mencionadas relaciones familiares. La película no se atreve a dar pasos mayores y no arriesga a una confrontación profunda para poder terminar en final feliz y en posibilidad de gustar a un público masivo y su aceptación para los Óscares que seguramente se llevará Annette Bening porque ya le toca, a no ser que los votantes se hayan dejado alienar por la truculencia del cisne negro (otro caso de peliculita que se queda corta en sus alcances).