viernes, 11 de febrero de 2011

EL AMOR DISCREPANTE



EL PELEADOR
(The Fighter)
2010. Dir. David O. Russell.


Micky Ward (Mark Wahlberg, siempre sorprendente) quiere ser boxeador porque siempre ha admirado a su medio hermano mayor Dicky Eklund (Christian Bale, actorazo)quien alguna vez tuvo ciertos triunfos pero luego fue dominado por la droga. La madre de ambos, Alice (Melissa Leo, excepcional) es quien lo maneja junto con Dicky, pero su carrera no ha despegado tanto como quisiera. Conoce a una muchacha que lo atrae (Amy Adams) y quien le hace ver que la familia en vez de ayudarlo le estorba y hace daño con sus decisiones. El ingreso a la cárcel de Dicky lo libera un tiempo de su influencia hasta que la vida misma equilibra todo.

Basada en una historia sobre personajes reales, estamos ante una película que, como Los niños están bien, habla de la familia y su entorno. En este caso, una familia de clase baja en Massachussetts, donde la madre ha tenido nueve hijos con dos maridos distintos. La lealtad y el sentido de inclusión contra todo obstáculo es lo que ha hecho a Micky aceptar fallas y malas decisiones. Es cuando entra el amor, otro tipo de amor, a su vida, que abre los ojos a otras alternativas. No obstante, siempre está presente la influencia mayor que ha sido su hermanastro en momentos cruciales: sus enseñanzas y su capacidad de entrenamiento. Así como en la otra cinta mencionada el mismo amor producía discrepancias y contradicciones, aquí también resultan camino adecuado para comprender que siempre, en el fondo, lo que mueve a ciertas situaciones es dicho sentimiento sin limitaciones.

Un punto clave de esta cinta sobre boxeadores es la tremenda síntesis en las secuencias de peleas. A David O. Russell no le interesa tanto mostrar las contiendas completas como las etapas que son significativas. Las elipsis fílmicas se agradecen ya que el punto de interés son sus consecuencias. Un primer enfrentamiento, desigual, lleva a la derrota y a la duda; el siguiente es una victoria y el sentimiento ambiguo; finalmente es el estatus de campeonato y el final feliz que, de todos modos, se anticipaba y era de esperarse. Por eso, quienes tontamente habla de “ganadores y vencedores” muestran un acercamiento hacia lo inmediato, cuando la película es acerca de seres humanos, emociones, los motores de la vida, la necesidad de reconocimiento.

La temática es otra variación sobre el tema del sujeto que busca su felicidad y se encuentra ante murallas inesperadas que, al final de cuentas, tendrá que derrumbar. Es lo que vemos usualmente en el cine de Russell (Tres reyes o Yo amo Huckabees). El peleador se aleja de las atmósferas con tintes absurdos de sus otras películas para llegar a un realismo comprensible y entendible. Es una cinta que atrapa la atención.

La cualidad más evidente reside en el cuadro de actores. Mark Wahlberg está contenido y se transmite su inquietud interior que debe contrastar con una actitud serena hacia los demás. Amy Adams es la novia que quiere su felicidad y su liberación. Melissa Leo, en el rol de la madre combativa y feroz, muestra su versatilidad, pero quien se lleva las palmas y es quien monopoliza las miradas es Christian Bale: ¡qué buen actor! No hay gesto que se sienta falso ni inadecuado; conoce a su personaje y sabe utilizar la actitud, mueca, movimiento, acción que se requiere en cada parte de la trama. Esbelto, de manera impactante (sin llegar al desesperante aspecto de El mecánico), con cutis ajado, cabellera extraña con su calvicie incipiente, ofrece una actuación ejemplar.