lunes, 2 de abril de 2012

DE PEDO A PEDO


AQUÍ ENTRE NOS
2011. Dir. Patricia Martínez de Velasco.



Pedo.
(Del lat. pedĭtum).
1. m. Ventosidad que se expele del vientre por el ano.
2. m. vulg. borrachera (‖ efecto de emborracharse). Agarrarse un buen pedo.
3. m. El Salv. y Méx. fiesta (‖ reunión para divertirse).
4. adj. vulg. Ebrio, bajo los efectos del alcohol o de otra droga. Volvió de la fiesta pedo perdido.


Aquí entre nos es la ópera prima de Patricia Martínez de Velasco
cuyos créditos previos consisten de cortometrajes y sus logros académicos fueron de menciones honoríficas. Muy bien hecha, con fotografía bien planeada (aunque la copia que vimos en Cinépolis dejaba mucho que desear en cuanto a nitidez) y un elenco de actores que saben desenvolverse en pantalla: Jesús Ochoa repitiéndose a sí mismo; Carmen Beato en una de sus escasas apariciones en cine que han permitido disfrutarla más en teatro; Diana García, una regiomontana inflada; entre otros.

Un matrimonio se separa cuando se dan cuenta que ya se ha creado una distancia entre ellos. Sabemos que cada uno tiene su amante. Sus tres hijas van de los 10 a los 22 años por lo que entre el casamiento, la aspiración profesional y el mundo infantil se va deslizando la falta de atención directa hacia ellas. Hay divorcio pero tienen algo más que los sigue atando.


Todo estaría muy bien si la atmósfera se mantuviera. Uno no entiende reacciones ni ciertos hechos que van ocurriendo y que se sienten dispersos: aislados entre ellos. No se sabe si el enojo de Rodolfo es porque su mujer no le da los buenos días, lo trata como abastecedor de provisiones o se queja de olerle los pedos que se echa por las mañanas. El descubrimiento de los amantes de cada uno de ellos toma por sorpresa al espectador porque se les ha presentado de manera distinta, sin mácula. Las convenciones de la comedia de pareja carecen del toque que tiene, por ejemplo, Labios rojos porque hay una serie de chistes verbales que hacen reír al público que se conforma con cualquier cosa que le produzca hilaridad sin reflexión ni picardía (como las comedietas norteamericanas de Adam Sandler, por ejemplo). Las situaciones son forzadas como la serenata donde el hombre canta una letra que resume su dolor personal o el beso que el novio maduro de la hija mayor planta a la suegra que está de espaldas o la borrachera ilimitada del hombre al conocer a dicho pretendiente.

La película ha tenido éxito por esos motivos: por los pedos. Quienes me leen saben que evito lo más que puedo la vulgaridad en términos, pero en este caso se aplica perfectamente si seguimos las definiciones del Diccionario de la Real Academia Española: El tipo anda pedo, lo mismo que el novio de la hija de enmedio; hay un pedo en cena y fiesta de bodas; la cinta inicia con el pedo del marido que molesta olfativamente a la mujer; la cinta termina con otro pedo que ahora ella se echa mientras el marido va a satisfacerla oralmente. O sea que esta cinta viene siendo puro pedo: sin estruendo, invisible y con mal olor (ahora me refiero a la primera definición).