miércoles, 4 de abril de 2012

EN EL PLANETA ROJO


JOHN CARTER: ENTRE DOS MUNDOS
(John Carter)
2012. Dir. Andrew Stanton.


Mientras estaba viendo esta película me acordé de algunos episodios del original Flash Gordon con Buster Crabbe, filmados en los años treinta, con sus visiones rudimentarias de otros mundos (bueno, desde Meliés se tenía esta inquietud) y, claro, de la película de 1980 dirigida por Mike Hodges que se le acerca mucho más debido al color, exceso de producción y ese sentido de cine épico que muchas veces se olvida cuando las películas se regodean y se quedan con los efectos especiales en lugar de narrar historias.

Me entero que está basada en Una princesa de Marte, primera novela de Edgar Rice Burroughs, escrita hace 1oo años y publicada por entregas en una revista especializada en relatos fantásticos. Poco después, el autor daría a conocer Tarzán, el hombre mono, que daría lugar a más de noventa películas, aparte de otra infinidad de títulos. Esta trama de ciencia ficción sería la inspiración de muchos autores y creadores posteriores. Se quiso filmar por muchos años pero nunca se habían dado las circunstancias correctas. Ahora, Andrew Stanton, el realizador de las magistrales Buscando a Nemo y Wall-E, tuvo la oportunidad de hacerlo, con una inversión excesiva de 250 millones de dólares (que se notan).

Una princesa de Marte fue la trama que dio inicio a las aventuras del capitán John Carter (Taylor Kitsch), soldado de la Guerra Civil, transportado astralmente al planeta rojo para defenderlo de una grave amenaza y enamorarse de la princesa Dejah (Lynn Collins). Carter es encontrado por una comunidad de seres verdes, cuerpos alargados con cuatro brazos, entre otras características, a quienes llama la atención por poder saltar a grandes alturas y distancias debido a una situación de gravedad. No obstante, hay otras ciudades con personas que mantienen las características humanas y que están en guerra civil por el ambicioso Sab Than quien busca casarse con la princesa para alcanzar la paz, aunque sea por mera soberbia. Carter será quien buscará el triunfo.


Los héroes de Rice Burroughs son personajes que se encuentran en circunstancias fuera de su habitat, a pesar suyo. De esta manera Carter aparece repentinamente en una tierra desconocida como Tarzán será el niño aristócrata que queda al cuidado de la Naturaleza. La imaginación desbordante de Burroughs puede asemejarse con Julio Verne que se desborda ante lo fantástico y por eso sus seres extraterrestres tendrán cuatro brazos o habrá una especie de perro velocísimo (otro delicioso especimen fílmico, o sea Woola, el canino marciano) y las naves serán de madera.

Uno piensa que estas aventuras del soldado Carter en Marte fueron los antecedentes indirectos de otras sagas que buscaban darle al planeta rojo otras dimensiones. Aquí hay atmósfera respirable, no tiene temperatura quemante, aunque mantiene en casi todo su entorno la aridez. Filmarla a cien años de su creación es el retorno a los orígenes y rendir un tributo a elementos válidos de la cultura popular (algo que debe reconocérsele a los norteamericanos). La imagen del héroe que logra la unificación de pensamientos para alcanzar un bien común es una utopía deseada, sobre todo en estos tiempos de disgregación e individualismo, donde la única colectividad es virtual.

El realizador Stanton
se ha distinguido en la animación extraordinaria (Buscando a Nemo es una obra maestra; Wall-E es metáfora de sentimientos humanos a través de la chatarra cibernética) y su manejo de la acción viva mantiene el ritmo (la secuencia inicial donde Carter se escapa del general Powell es brillante y graciosa; la primera batalla donde Carter conoce a la princesa Dejah o simplemente cuando Carter se da cuenta que puede saltar grandes distancias debido a la gravedad distinta de Barsoom, o sea Marte). Carter tiene una historia personal en su pasado que le atormenta: una mujer y un hijo que fueron asesinados por los apaches al haber quedado sin su cuidado por estar en la lucha. De ahí que se niegue a seguir en la misma y por eso mismo a que se redima deseando ayudar a los marcianos en su guerra civil. La vida le permite esa segunda oportunidad para ser feliz, añadiéndole el elemento social.

La película ha sido denostada y condenada. En estos tiempos cuando la taquilla es sinónimo equivocado de calidad, deben replantearse las prioridades de los espectadores: no es posible basarse en “estrellitas” de los reseñistas de periódicos (que no críticos). Uno se pregunta si éste será el motivo por el cual la gente se ha alejado de esta cinta cuando es divertida y mantiene la atención (al menos fue mi experiencia con las cincuenta personas que estábamos en la función que me tocó vivir). No obstante, habrá que esperar a la siguiente creación de Stanton (si acaso sucede) para que confirme su talento.