sábado, 28 de julio de 2012

VIOLENCIA GRATUITA

EL CABALLERO DE LA NOCHE ASCIENDE
(The Black Night Rises)
2012. Dir. Christopher Nolan.



            La cinta que, aparentemente, termina con esta fase de la franquicia “Batman”, no se aleja de sus antecesoras en cuanto a la atmósfera oscura. Técnicamente es impecable y el reparto es lujoso (Gordon-Levitt, Hathaway, Cotillard y Hardy se unen con los integrantes previos: puro talento comprobado). Nadie le quita lo espectacular y el sentido de entretenimiento popular. Sin embargo, siempre he pensado que Nolan es un realizador sobrevaluado. Si se fijan en todas las películas, su acción es muy fragmentada en tomas y los pleitos corporales no están muy definidos. Nolan es mejor en las cintas pequeñas: la superproducción sirve para sus fantasías ambiguas (“El origen” es tan amplio como los sueños que mostraba: todo es posible y todo puede ser infinito) o para el regodeo de los que se dedican al efecto visual. Es un cine muy violento y queda perfectamente demostrado en esta cinta: el villano Bane ha puesto en cuenta regresiva una bomba de neutrones mientras juzga a ricos y privilegiados aparte de matarlos de la manera más gratuita y brutal pero será igualmente víctima. Otros personajes reaccionan de una forma inesperada y aparecen o desaparecen arbitrariamente (el mayordomo Alfred; el mismo Bruce Wayne). Uno piensa que el criminal del cine en Colorado ya había visto esta cinta porque en su última hora suceden hechos muy semejantes a lo que produjo en su matanza. La película es larga y pudo haberse contado en menos tiempo y con mayor efectividad. Sus cualidades son aquellas que tiene cualquier cinta de acción bien filmada.

-¿Te fijaste en la moto de la gatúbela? Las llantotas que se movían según daban vuelta o no…
-Pero el helicóptero del güey no estaba tan espectacular…
-Lo que estuvo bruto fue la explosión del estadio, cómo se iba hundiendo la tierra…
-Oye ¿y porqué no podía respirar Bein si le quitaban los tubitos de la máscara?... En el pozo no la traía luego que lo golpearon y respiraba…
-Y el final, no mames, lo hicieron para seguir con otra película, pero no dicen que ya era el final de la trilogía…
-no sé para qué tanto pedo con lo de la violencia, si no hubo más que en otras y ya ves, al final de cuentas, siempre ganan los chingones en las películas…

            Esta conversación escuchada en partes (no quería que se me descubriera entrometido) y reproducida de memoria fue entre dos jóvenes que tendrían veinte años. Lo que me importa establecer es que nunca hubo un comentario sobre lo que les había dejado como discurso, ni su relación con la realidad, ni siquiera que encadenaran la violencia con los hechos recién sucedidos en Estados Unidos porque seguramente habrían visto la película previa con el malogrado Heath Ledger como el famoso “Guasón”, héroe indirecto del multiasesino. Es la respuesta usual de quien asiste al cine para pasar el rato sin la conciencia de que las películas son nuestras interlocutoras, platican con nosotros, como lo hace un libro o la misma televisión. Jamás hubo, al menos, alguna observación sobre lo que estaba bien o estaba mal: meras imágenes que adormecen al individuo. Estereotipos que evitan el juicio ("chingones en las películas").









domingo, 22 de julio de 2012

EL AMOR Y LA FAMA


DE ROMA CON AMOR
(To Rome with Love)
2012. Dir. Woody Allen.


            Luego de las usuales vistas de Roma (como hizo con París en su cinta anterior), el maestro Allen establece que vamos a adentrarnos en varias historias. Utiliza un personaje común en Roma, que hace años lo era en el DF según lo muestra Salón de belleza (Díaz Morales, 1951): el agente de tránsito en cruceros, para advertirlo. Entonces se entra de lleno a cuatro tramas diversas que no se van a interrelacionar. Si en Medianoche en París (2011) se había inspirado en el aura simbólica de la bohemia e intelectualidad de los años veinte para hablarnos de la irrecuperabilidad del pasado y la necesidad de vivir el presente, en esta película, Allen habla de dos elementos básicos en la Roma de siempre: el amor y la fama.


            De esta manera un hombre común y corriente (Roberto Benigni, misteriosamente contenido) se despierta una mañana para ser perseguido por los medios y los paparazzi por ningún motivo en especial. Un comentario a la fama efímera que se vive en estos tiempos por tantos seres pusilánimes (los asistentes a los “reality shows” de escándalo, por ejemplo) o por estrellitas de un día (como las “modelos” de programas vulgares de televisión).


            O tenemos a un arquitecto famoso por sus edificios comerciales que visita el barrio donde vivió cuando estaba en Roma como estudiante. Conoce a otro joven que también aspira a la arquitectura y se convertirá en personaje mágico alrededor de la infatuación que invade al muchacho cuando conoce a una vieja amiga de su novia, ahora estrella de cine entre amantes y sin rol importante en alguna película que lo seducirá gracias a la frivolidad.


            La joven norteamericana que conoce a un exitoso muchacho del cual se hace novia y deciden casarse. El padre de ella, productor musical, llegará a Roma para darse cuenta que su futuro consuegro tiene una voz maravillosa de tenor con la única limitante de que solamente la posee mientras toma la ducha.

            Y la pareja provincina, recién casada, que llega a Roma a visitar a la familia del nuevo marido quien anhela conseguir un buen trabajo con sus familiares para salir de las limitaciones de su pequeña ciudad. Ella se pierde por la ciudad, conoce a un importante actor que está filmando en la calle, al cual siempre ha admirado. El actor se aprovecha de esta situación para invitarla a su habitación con el objetivo de seducirla. Mientras tanto, el marido ha tenido que presentar a una prostituta como su esposa, a los estirados parientes.


            Allen logra exponer la esencia de una ciudad a través de las obsesiones de sus habitantes. No es casual que la fama esté ligada a todas las tramas: absurda, artificial, frívola, abusiva. De ahí la presencia estridente y común de la ópera (Allen llegó al grado de crear una deliciosa puesta en escena de “Pagliacci” de Leoncavallo), de los paparazzi, de una estrella de cine, de la infidelidad casual, de la prostituta chillante. Y está la maestría narrativa: tornar al arquitecto en presencia del pasado, omnipresente en la realidad del joven estudiante que cae en las redes de una muchacha superficial, plagada de lugares comunes, metafórica encantadora de serpientes.


            Se siente el cine italiano clásico, del cual Allen es admirador: la trama de la pareja recién casada es una variación de El sheik blanco (Fellini, 1952); la búsqueda de la fama que logró contundencia con Bellísima (Visconti, 1951); la Fuente de Trevi y los paparazzi inventados en La dulce vida (Fellini, 1960), por mencionar lo más evidente sin que se deje de lado la atmósfera de De Sica y el inicial Antonioni.

           
 Sus cintas no son ejercicios vacuos, centrados en una ciudad. Ya fuera Londres, París y ahora Roma, o tramas completamente serias (La provocación) o intermedias (Conocerás al hombre de tus sueños) o netamente humorísticas (Amor y muerte o la que hoy nos ocupa), Allen establece un discurso sobre el tiempo, la vida, la muerte, la ironía del destino. Es una bendición y privilegio que Allen esté constantemente dirigiendo y brindándonos una película por año (al menos)… Perdón, obra maestra tras obra maestra.


lunes, 16 de julio de 2012

LA HIDRA SOBRE LA TIERRA

SALVAJES
(Savages)
2012. Dir. Oliver Stone.


            No he sido fanatico de este director. Hay películas suyas que me parecen detestables y grandilocuentes (Pelotón, Asesinos por naturaleza). Sus películas menos populares han sido excepcionales (Camino sin retorno, Alexander o Las torres gemelas). Tal parece que esta excepcional Salvajes seguirá por ese camino. Cuando Oliver Stone no se siente el dueño de la historia ni el gran exégeta de los tiempos contemporáneos, es cuando su cine se torna emocionalmente atractivo y visualmente agresivo. Salvajes utiliza una novela como base argumental para dar idea de cómo están las cosas dentro del mundo del narcotráfico.

            Chon (Taylor Kitsch, el héroe de John Carter: entre dos mundos)            


y Ben (Aaron Johnson, el joven seductor de La increíble historia de Albert Nobbs) son productores, cultivadores, negociantes de droga, en particular, marihuana, y viven en Laguna Beach, California, junto con su amante mutua Ophelia, llamada “O” (Blake Lively) 


quien narra la historia y en una advertencia muy original nos especifica que tal vez, al final de la misma, ya no siga viva. Entonces nos enteramos que el cártel de Baja les está obligando a que se les una, algo que los jóvenes no desean. Para obligarlos, la reina del cártel, Elena (Salma Hayek) hace secuestrar a “O”.


            Lo que sigue es una serie de intrigas para tratar la recuperación de la muchacha. De esta manera, Stone y sus guionistas (entre ellos el autor de la novela original, muy recomendable, Don Winslow) nos introducen a la manera interna de operar entre narcotraficantes. Una grabación que antecede a la entrevista entre cártel y jóvenes, muestra a siete hombres amarrados, viendo a la cámara. Luego, se pasa a imágenes de sus cuerpos decapitados, con las cabezas rodeándolos. Nos enteramos que estos cultivadores de marihuana tienen a un protector, un agente federal (John Travolta) y que los narcotraficantes tienen pleito con uno de sus ex miembros, ahora coludido con las “próximas elecciones presidenciales”, deseoso de ganar la partida. Tal es el motivo de querer anexar a estos norteamericanos al cártel mexicano de frontera: están débiles.


            La película es incómoda. Al exponer tanta corrupción, uno quisiera que el mundo se acabara y volviera a comenzar. Dan deseos de salirse de la sala y dar la espalda a la realidad reflejada por esta ficción que uno sabe que es verdad. No hay gente buena o sin fallas en la película. Chon fue soldado en Irak y Afganistán donde lucró, aparte asesinó gente sin remordimiento. Ben es quien tiene altruismo: entre sus ganancias ha aportado beneficios al tercer mundo y desea retirarse para vivir en Indonesia, apostándole a la ecología. Sin embargo, nadie puede aprobar ese dinero mal habido. 
La misma “O” comparte su cama con ambos jóvenes porque puede disfrutar la gloria y el infierno del sexo. Lado, el lugarteniente de la reina Elena (Benicio del Toro, detestable como personaje) y el agente federal son dos caras del mismo monstruo.

            Salvajes tiene la congruencia necesaria en su discurso y no echa culpas a nadie. En medio de todo está el dinero y el poder. Hay traición y venganza. No existe la compasión. Está lejos de la caricatura de El infierno o del esquema ambiguo de Tráfico. Se piensa que hay seres sin alma: todavía puede irse más allá de esta metáfora. La cinta tiene un doble final porque no podía permitirse un apocalipsis ideal y parcial. Sabemos que no hay solución fácil y que siempre habrá salidas para los corruptos. Lo que debe alabarse a Oliver Stone
es que se puso dentro de la situación y no se quedó en la hegemonía del norteamericano como fin último y final feliz. La película muestra a los personajes dentro de su dimensión trágica: absorbidos por su ansia de poder, son seres (in)humanos también. Otro sector social. Shakespeare redivivo en este siglo XXI.

            Hay una secuencia excepcional sobre un enfrentamiento. La vasta llanura, el espacio amplio, la tierra seca, da idea de una película del oeste. Sin embargo, en este caso no es el personaje heroico que quiere lavar una afrenta contra su honor o borrar para siempre al mal personificado. Es la transmutación del género: es la Hidra mitológica, ese monstruo que tenía hasta 10,000 cabezas pero que al cortarle una, aparecían dos o más. Ahora los enfrentamientos son para vengar el deshonor y alcanzar las ambiciones. De nada sirve matar o capturar al capo de moda: en su lugar aparecerá el sucesor. Es inútil atrapar a los miembros de la banda: ellos mismos se matan, saben que hay montones para sustituirlos.  El apocalipsis es total.


           

            

"¿QUIÉN SOY YO?"


EL SORPRENDENTE HOMBRE ARAÑA
(The Amazing Spider-Man)
2012. Dir. Marc Webb.


            Al terminar la película, durante los créditos, me di cuenta de la calidad conjunta, con todas las diferencias radicales, entre los guionistas. Esto me vino a justificar que estuve viendo una película de Marc Webb donde lo que importaba era dimensionar a los personajes más allá de la acción y sus efectos especiales, apoyado por escritores cuyos antecedentes estaban dirigidos más hacia cierto tipo de comedia humana que a la simple descripción del personaje por sus logros y esfuerzos físicos. Acababa de disfrutar una nueva versión de una misma historia básica. Era el preámbulo de lo que el conjunto de obras maestras de Sam Raimi, con Tobey Maguire (2002, 2004 y 2007), procuró para un público ávido de héroes con poderes para darle sentido y justicia a un mundo ya exiguo de valores.

En este caso tenemos una amplia descripción de la niñez y juventud del joven Peter Parker (Andrew Garfield, toda una revelación fuera de personajes realistas):


sus problemas de relación e identidad. La falta de respuesta a la ausencia del padre. La picadura de la araña viene a ser el catalizador para darse una respuesta que es magistralmente concluida cuando termina la película: el toque genial con la maestra que resume todos los posibles temas narrativos de la literatura en la respuesta a la pregunta “¿Quién soy yo?” para que Peter establezca de manera contundente su labor como apoyo a la defensa civil, al respeto por los valores éticos, a su amor como ser humano (que en esta ocasión se subraya enfáticamente con su “telaraña” o su vulnerabilidad) y con ello, cerrar coherentemente lo que hemos disfrutado por 135 minutos.


            La trama es muy conocida y creo que está de más repetirla. Conviene detenerse un poco en el villano, lagartija humana, que puede regenerar sus miembros fácilmente y crece las garras con uñas afiladas para darle poder mortal. Una imagen fascinante sucede en las entrañas urbanas, cuando miles de lagartijas caminan por los hilos de telaraña para encontrarse con este monstruo. Y el monstruo en sí mismo es caricaturesco. Quizás fue el deseo de seguir subrayando la realidad: recordarnos que es una película basada en una historieta y que se está tratando todo un universo fantástico para que sirva como metáfora de la necesaria moralidad: hilo conductor de todas las tramas animadas.

La selección de Marc Webb 


se entiende luego de 500 días con ella, película donde las cosas tenían que suceder aunque no de la manera esperada. La relación amorosa entre dos jóvenes, llevada a cabo de manera suave y azarosa, era perfecto antecedente para pensarlo en que fuera realizador de una película donde lo que importa es la pareja juvenil como pretexto para el avance de la trama: Sin Gwen (una Emma Stone que reitera su carisma absoluto), Peter no conocería a su padre, el jefe de policía, para llegar a la consumación de su destino.


Otra cosa que comprendí, luego de ver esta joyita, es por qué hay quienes dicen que “no vale la pena” o “es una porquería”. La película no cubrió las expectativas filmofágicas: la adicción a las mismas escenas realizadas con efectos especiales que satisfacen por unos minutos y luego se olvidan. Es el caso de los espectadores pasivos para quienes el cine cumple otra función sin que les importe descubrir el propio dilema de Peter Parker o sea, saber quiénes son ellos por medio de las películas.




sábado, 14 de julio de 2012

MUJER PODEROSA


AGENTES SECRETOS
(Haywire)
2011. Dir. Steven Soderbergh.



            Fui de los que se deslumbraron a finales de los ochentas con la cinta independiente de Steven Soderbergh Sexo, mentiras y video. 


Eran los tiempos en que se batallaba para la distribución de películas. Ya comenzaba la piratería con fuerza y fue de los títulos que me tocó ver de esa manera aunque llegaría a alguna sala local. Su director ganó muchos premios. Diez años más tarde filmó una película romántica con su toque de acción y suspenso llamada Un romance peligroso 


donde Jennifer López era la autoridad, George Clooney era el ladrón y surgía la disyuntiva romántica: entregarlo o ceder al recuerdo de la seducción. Luego llegó la autocomplacencia con la oscareada y ligerísima Erin Brokovich con la sobrevalorada Roberts y sus juegos estelares con la serie de La gran estafa que uno pensó que Soderbergh ya se había perdido entre el “glamour” y la frivolidad de Hollywood.

Los destellos de Intriga en Berlín 


y la excelente factura-manifiesto de Contagio 



nos han devuelto la fe en el realizador, sobre todo con la reciente visión, en DVD, porque pasó por las salas sin mucha gloria Agentes secretos (Haywire), una cinta con mucha acción y mucha inteligencia. Nunca se detiene en su ritmo y siempre estamos junto a la protagonista. Pero… vayamos por partes.

Gina Carano

            Mallory Kane (la campeona de MMA, Gina Carano) es una agente secreta que trabaja para una firma privada que vende sus servicios al gobierno. Le piden que viaje a Barcelona para que rescate a un periodista chino que ha sido secuestrado. Cumple con su misión, para luego ser enviada a otro trabajo en Dublín, donde descubre que ha sido víctima de una traición: su propio contratante la quiere muerta. Sobrevive y debe encontrar motivos y culpable. Este es un resumen muy básico que se complementa con la visión de la cinta. La estructura es distinta: inicia con un reencuentro en una cafetería de carretera con un viejo compañero de la misión en Barcelona. Sigue con un inocente que la ayuda y es confidente de todo lo que le ha acontecido (de esta manera nosotros, como espectadores, nos enteramos de los hechos).

Gina Carano somete a Michael Fassbender 
quien desea eliminarla

            Soderbergh juega, de esta manera, con su trama. Ya no es la simple historia de una traición: es la odisea personal de una agente capaz y bien intencionada. No es la mujer fatal que resulta invulnerable: es la agente entrenada y ágil. No es una historia de amor que sigue adelante y se torna en motivo lateral de las acciones subsecuentes de la heroína. Tenemos a una mujer con un caso que resuelve y luego se complica. Estamos ante alguien que es tan perspicaz e inteligente que sabe lidiar con todas las variables que se le presentan. Aparte está el juego del destino: tiene un amorío que no se consumará. Tuvo una aventura que no llegó a buen término. El ciclo se cierra con la justicia para cada personaje.

 Ewan McGregor es el jefe y viejo amor de Mallory

            El elenco está encabezado, como les dije, por Gina Carano, campeona de lo que se conoce como Artes Marciales Mixtas, quien se enfrenta a la actuación con buenos resultados: tiene presencia, convence en lo que tiene que interpretar, impacta cuando entra a la acción y el pleito. Y entonces viene la gran decisión de guionista y director: se le rodea con puros hombres, nombres estelares, quienes además, hicieron sus propias escenas de lucha: Channing Tatum,

Con Channing Tatum, en Barcelona

 Michael Fassbender, Ewan McGregor, además de Michael Douglas, Antonio Banderas y Michael Angarano. La mujer como elemento esencial, poderoso, implacable e invencible.

Steven Soderbergh, siempre irregular, pero muy efectivo

            Soderbergh se reinventa. Aunque en sus cintas el personaje femenino usualmente destaca, no había tenido alguno tan fuerte y con tanta seguridad como esta Mallory. No deje de darle una oportunidad a través de su televisor.