(The Black Night Rises)
La
cinta que, aparentemente, termina con esta fase de la franquicia “Batman”, no
se aleja de sus antecesoras en cuanto a la atmósfera oscura. Técnicamente es
impecable y el reparto es lujoso (Gordon-Levitt, Hathaway, Cotillard y Hardy se
unen con los integrantes previos: puro talento comprobado). Nadie le quita lo
espectacular y el sentido de entretenimiento popular. Sin embargo, siempre he
pensado que Nolan es un realizador sobrevaluado. Si se fijan en todas las
películas, su acción es muy fragmentada en tomas y los pleitos corporales no
están muy definidos. Nolan es mejor en las cintas pequeñas: la superproducción
sirve para sus fantasías ambiguas (“El origen” es tan amplio como los sueños
que mostraba: todo es posible y todo puede ser infinito) o para el regodeo de
los que se dedican al efecto visual. Es un cine muy violento y queda
perfectamente demostrado en esta cinta: el villano Bane ha puesto en cuenta
regresiva una bomba de neutrones mientras juzga a ricos y privilegiados aparte
de matarlos de la manera más gratuita y brutal pero será igualmente víctima.
Otros personajes reaccionan de una forma inesperada y aparecen o desaparecen
arbitrariamente (el mayordomo Alfred; el mismo Bruce Wayne). Uno piensa que el
criminal del cine en Colorado ya había visto esta cinta porque en su última
hora suceden hechos muy semejantes a lo que produjo en su matanza. La película
es larga y pudo haberse contado en menos tiempo y con mayor efectividad. Sus
cualidades son aquellas que tiene cualquier cinta de acción bien filmada.
-¿Te fijaste en la moto de la gatúbela? Las llantotas que
se movían según daban vuelta o no…
-Pero el helicóptero del güey no estaba tan espectacular…
-Lo que estuvo bruto fue la explosión del estadio, cómo
se iba hundiendo la tierra…
-Oye ¿y porqué no podía respirar Bein si le quitaban los
tubitos de la máscara?... En el pozo no la traía luego que lo golpearon y
respiraba…
-Y el final, no mames, lo hicieron para seguir con otra
película, pero no dicen que ya era el final de la trilogía…
-no sé para qué tanto pedo con lo de la violencia, si no
hubo más que en otras y ya ves, al final de cuentas, siempre ganan los
chingones en las películas…
Esta conversación escuchada en
partes (no quería que se me descubriera entrometido) y reproducida de memoria
fue entre dos jóvenes que tendrían veinte años. Lo que me importa establecer es
que nunca hubo un comentario sobre lo que les había dejado como discurso, ni su
relación con la realidad, ni siquiera que encadenaran la violencia con los
hechos recién sucedidos en Estados Unidos porque seguramente habrían visto la
película previa con el malogrado Heath Ledger como el famoso “Guasón”, héroe
indirecto del multiasesino. Es la respuesta usual de quien asiste al cine para
pasar el rato sin la conciencia de que las películas son nuestras interlocutoras,
platican con nosotros, como lo hace un libro o la misma televisión. Jamás hubo, al menos, alguna observación sobre lo que estaba bien o estaba mal: meras imágenes que adormecen al individuo. Estereotipos que evitan el juicio ("chingones en las películas").