LAS VUELTAS DEL DESTINO
(August:
Osage County)
2013.
Dir. John Wells.
Una madre drogadicta porque padece cáncer de boca además
de arrastrar tras de sí una infancia miserable. Dos hijas que se reúnen en casa
porque el padre ha muerto. La familia cercana: tía con esposo e hijo, marido e
hija de una, novio de otra. Una tercera hija que sigue viviendo cerca de la
madre. Todo esto sucede en un condado de Oklahoma en ese período caluroso de
agosto donde se revelarán secretos largamente guardados. Siguiendo una fórmula ya explorada en
obras teatrales como “¿Quién teme a Virginia Woolf?” o “Largo viaje hacia la
noche” o “Una gata sobre el tejado caliente” donde surgen los amores u odios
familiares, la película se basa en una exitosísima obra teatral de Tracy Letts
que ganó muchos premios en Broadway y hasta el prestigioso Pulitzer en
dramaturgia. El mismo autor fue el adaptador cinematográfico. No se explica uno
el motivo de que la cinta sea fallida aunque sí es lógico que su taquilla se
deba más que nada al elenco.
Meryl Streep es Violet, la matriarca que
vive lanzando veneno a su alrededor, mostrando un cariño intermitente pero rudo
hacia las hijas, y definiéndose públicamente como un monstruo. Julia Roberts es
Bárbara, la hija mayor, con marido (Ewan McGregor) que se ha separado por estar con una mujer
menor en edad e hija de catorce años, avanzada para su edad
(Abigail Breslin). La siguiente hermana es Karen (Juliette Lewis) que vive
buscando el amor entre gandules que la engañan como sucede con el último novio
que trae a casa (Dermot Mulroney). Finalmente Ivy (Julianne Nicholson), quien
vive cercana a su madre pero es blanco de sus burlas porque es solterona. Alrededor está la hermana de Violet,
Mattie Fae (Margo Martindale) quien repudia a su hijo (Benedict Cumberbatch, en
un rol fatal) y domina a su marido Charlie (Chris Cooper). Y la sirvienta
Johnna (Misty Upham) quien funciona como testigo mudo del tremendo caos en que
se basa esta familia disfuncional. El prólogo introduce al marido de Violet,
Beverly (Sam Shepard) para dejar establecida su sensibilidad poética y su
ambigua disposición ante su mujer.
Es el microuniverso emocional de una
familia que ha callado sus secretos por años y ha alejado a algunos de sus
miembros. Es la comida familiar, luego del funeral donde todas las pasiones se
pondrán en juego para dar rienda suelta a revelaciones inesperadas. Hay peleas,
quebradero de platos, frases hirientes como gatillos disparadores de que la
familia disfuncional se establezca como tal y los motivos que la llevó a dicho
estatus.
No puede negarse la capacidad del
elenco. Lo que debe admitirse es que no fue aprovechado de la mejor manera y
que la selección pudo haber sido con actores más cercanos a estas realidades.
Meryl Streep ofrece una mala actuación, algo difícil de creer, aunque luego de
verla, por ejemplo, en “¡Mamma Mía!” sabemos que esto es posible. Aullante,
todo el tiempo vociferando y tomando pastillas, además de fumar incesantemente, llega a ser
desesperante. No es la Streep diferente y equilibrada que conocemos.Y la gran sorpresa es la Roberts
interpretando un rol adecuado para su edad, donde no sonríe y la seriedad le
imparte alguna dignidad que no se encontraba en muchos de sus frívolos roles
porque jamás se le tenía como actriz sino como estrella. Entre tanto personaje,
también sobresale Margo Martindale como la hermana de Violet, igualmente
endurecida por una infancia tenebrosa.
El director John Wells
Si se contara la trama se darían a
conocer situaciones clave. Sabemos que todo ha sido narrado y lo que importa es
la forma en cómo se narra. En este caso Letts, sobre todo actor, añade
secuencias fuera de casa para darle movimiento fílmico pero no se puede ocultar
el origen teatral de la cinta, algo que otro guionista hubiera superado para
que no se notara tan abiertamente el fracaso de un melodrama que habría sido
delirante. Quizás el ambiente cerrado de un teatro permite que tantos personajes se representen más ricos y no se
sientan diluidos como sucede en esta película. Qué pena.