NOÉ
2014. Dir. Darren
Aronofsky
En el pecado se lleva la penitencia. No
contento con haber sido torturado desde “Pi” hasta “El cisne negro” con las
pretenciosas y aburridas películas de Aronofsky, el morbo (y las falsas
ilusiones de que iba a recuperarse alguna de las sagas bíblicas del pasado) me
llevó a ver “Noé” para desperdiciar otras dos horas de mi vida y por consecuencia, pagar mi desatino.
Pues resulta que Noé vive las
tentaciones que tuvieron Eva y Adán en el paraíso y duda del Señor porque no le
habla. Confunde su misión con la destrucción de la humanidad en lugar de ser
esperanza de avance y reconstrucción. Sufre por desavenencias con su hijo Cam.
Uno sabe que hay libertad de creación,
sobre todo con los cuentos metafóricos que nos narra la Biblia, pero aquí, el
inútil y engañabobos Aronofsky cayó en el extremo del melodrama, confundió a
los seres caídos con una mezcla de “Transformers” y “hombre de roca”, cayó en
las incongruencias más terribles (dentro de su lógica narrativa) y terminó con
una apología del incesto (que no queda de otra si se toma la historia de Noé al
pie de la letra).
No hay momentos de relación con el
espectador. La atmósfera oscura y distópica llega a aburrir en lugar de producir
cercanía. Y no contento con alargar su cinta, todavía nos ofrece un relato de
la creación del mundo, cuando uno quiere que ya se resuelva y termine la cinta
que, aún en su secuencia final, sigue y sigue interminable. ¡Que pifia! ¡Cuanta soberbia!
Una de las peores películas de 2014. No vale la pena extenderse más.