GODZILA
(Godzilla)
2014. Dir. Gareth
Edwards.
La nueva cinta sobre el legendario
monstruo japonés que apareciera por primera vez hace sesenta años (como "Gojira") para dar lugar a
innumerables secuelas hasta la superproducción de 1998 dirigida por Roland
Emmerich no es la típica película de acción y monstruos. Ahora Godzila viene a
ser el salvador del planeta al conformarse como única alternativa para
exterminar a dos especímenes antediluvianos que se alimentan de energía y están
buscándose (son macho y hembra) para apareamiento e inmediato desove con la
consecuente terminación del mundo en que vivimos.
En 1999 la pareja de científicos
Serizawa y Graham (Ken Watanabe y Sally Hawkins) van a investigar un terreno
minero en Filipinas donde aparece un embrión de estos monstruos: otro ha
escapado. Otra pareja de científicos Brody (Bryan Cranston y Juliette Binoche)
sufren el primer ataque de este monstruo primitivo en una planta nuclear
japonesa. La mujer muere. Pasan los años y el hijo de esta última pareja,
soldado, debe ir a Tokio porque su padre insiste en descubrir la verdad detrás
del ataque en su propia casa. De esta manera se establecen los antecedentes de
los monstruos y el despertar de Godzila.
Desde el inicio de la cinta, por medio
de los créditos, van apareciendo imágenes de escritos de Darwin, tomas de las
primeras explosiones nucleares, referencias de Nagasaki e Hiroshima. La
sensibilidad del realizador lo lleva a ser elíptico. Notamos ciertas
explosiones pero las destrucciones posteriores son mostradas cuando ya han
sucedido: un submarino sobre árboles selváticos, Honolulu y Las Vegas con
paisajes desolados luego del paso de las criaturas. El protagonista es Ford
(Aaron Taylor-Johnson), el soldado que no comprende las obsesiones de su padre
que se han interpuesto en su relación, pero quien deberá vivir las
consecuencias de este pasado con su propia familia en una situación personal al
proteger a un niño extraviado, al unirse externamente con soldados que van a la
lucha y posteriormente, ya de manera oficial, tener la oportunidad de ser el héroe
anónimo, testigo de la lucha entre monstruos. Todo este proceso se muestra sin
darnos cuenta del paso del tiempo: hay más sugerencia que hechos.
Y Godzila, quien siempre ha sido explicado como producto de mutaciones debidas a las explosiones nucleares, aparece poco en pantalla, pero
cuando lo hace es impresionante. Viene a ser, como todas las cintas de
monstruos o terror, la forma de exorcizar nuestros miedos ocultos. Uno está
viendo el apocalipsis prometido en la pantalla con la esperanza de retrasarlo
en la realidad.
El director Gareth Edwards nos ofrece
otra cinta espectacular pero contenida en sus concesiones hacia el público.
Sabemos que este tipo de película “de verano” no es para gente pensante (y no lo expreso de manera soberbia o peyorativa) sino
para personas que quieren solamente ver imágenes pasar ante sus ojos y quedarse
con la anécdota y los efectos especiales: quizás por eso la cinta fracase (o
gane por el morbo, mientras no se deje de recomendar a la película). O tal vez
le agrade esta impactante alegoría sobre el descontrol del poder o el peligro
inminente de la energía nuclear (cf. Chernobyl) o el caos paranoico luego de
las Torres Gemelas o el entendimiento tardío de los sacrificios personales. Finalmente, la bestia vuelve al mar para que lo veamos tranquilo, impoluto...